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Migrantes: sin respuesta fácil

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Septiembre 2018 / 61

Migrantes: Nunca se abandona la tierra natal sin una razón. Y las razones económicas son las menos determinantes, siempre que sea posible vivir dignamente. Esa es la causa de que las regiones más pobres de Europa no se hayan vaciado de habitantes a pesar de que la libre circulación es la regla. Las migraciones están ante todo provocadas por las guerras civiles, las dictaduras y, cada vez más, por el cambio climático. Aunque la gran mayoría de los migrantes acude, en primer lugar, a los países vecinos, otros intentan llegar a Europa, percibida, no sin razón, como un remanso de paz y prosperidad. Frente a esta situación, un número creciente de los dirigentes europeos quiere ahora cerrar sus fronteras. Otros siguen proclamando su apego a los principios humanitarios, aunque no los practican sobre el terreno (a la vez que dan lecciones a sus vecinos…). Esta marcha atrás tampoco es sobre todo el resultado de razones económicas y traduce, sobre todo, una crispación identitaria. Mientras las viejas generaciones de inmigrantes, sin ningún lazo con sus orígenes, no tenían generalmente más remedio que fundirse en la matriz de su país de adopción, la apertura al mundo y la emancipación de los individuos de nuestras sociedades permiten a una parte de las nuevas generaciones y de sus hijos afirmar una diferencia cultural transmitida o reinventada. Frente a esta situación, no hay respuesta simple. La tolerancia y tener en cuenta las particularidades de unos y otros no deben llevar a aceptar ningún comportamiento contrario a los principios fundadores de nuestra sociedad. A la inversa, defender una Francia eterna, enormemente mitificada, en nombre de un estrecho ideal republicano o de una ambivalente herencia cristiana, nos lleva también a chocar frente a un muro. Hay que saber gestionar la complejidad, edificar compromisos, en nombre mismo de los principios que hacen de Europa un continente donde se vive bien, para nosotros y para los emigrantes de ayer, de hoy y de mañana.

 

Agilidad: Una enmienda al proyecto de ley que reforma la formación profesional limita el riesgo para las plataformas de Internet (Uber, Deliveroo, etcétera) de que los tribunales reconozcan a las personas que trabajan para ellas su carácter de asalariados, con las garantías a ello asociadas. La enmienda, “un marcador ideológico claro de la visión social del macronismo”, según Aurélien Taché, diputado de En marche! por Val-d’Oise  invita a las plataformas a adoptar una carta de responsabilidad social que defina las condiciones del trabajo de los “independientes” a los que pagan a la tarea, en el plano de su remuneración (que debe de ser  “decente”), de la no exclusividad (una condición básica pero que no impide exigir en la práctica que el prestatario esté disponible en todo momento…) del derecho a la formación, etcétera. Esas cartas están, sin embargo, muy lejos de responder a las demandas de las organizaciones sindicales, sobre todo en lo que se refiere a la responsabilidad en caso de accidente laboral o de garantía de un salario mínimo.  Al final, se trata de una enmienda que da más seguridades a las plataformas que a sus prestatarios. 

Hay que gestionar la complejidad y edificar compromisos

El discurso de que cada uno sea empresario de su vida ya genera dudas  

Emancipación: Emmanuel Macron fue elegido con un discurso liberal-libertario con el que prometía que cada uno podría ser mañana el empresario de su propia vida. Ha pasado un año y se empieza a instalar la duda, incluso entre algunos de los suyos: ¿ese discurso emancipador no tendría quizá sobre todo la función de legitimar una sociedad cada vez menos igualitaria?  Como si dichas desigualdades no hicieran sino reflejar en el fondo el talento y el mérito diferenciados de unos y otros… ¿Proceso de intención? Cuando se afirma la voluntad de reducir el gasto público y el crecimiento es el que marca el paso, corremos el riesgo de que los medios que se otorguen mañana a la primera infancia, a la escuela, a la vivienda o al sistema sanitario no permitan garantizar a todos una igualdad real de posibles.