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La pugna por la hegemonía mundial (1): Rusia.

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Fotografía
Lola Fernández

Putin ha cometido un error de cálculo de fatales consecuencias. Paliar el desastre exige necesariamente realismo y pactos.

Estamos inmersos en un proceso de transición en la hegemonía mundial. Estados Unidos defiende seguir siendo la gran potencia, pero se encuentra con la creciente rivalidad de China. Rusia, que fue una gran potencia, aspira a ser la tercera potencia mundial. Como Rusia es una aliada de China, Estados Unidos quiere debilitarla y contribuir así a frenar el creciente peso político y económico de China. Con este fin, la guerra de Ucrania responde a una provocación calculada de Estados Unidos para desestabilizar Rusia.

Importantes think-tanks americanos llevan años pregonando la estrategia que Estados Unidos debería seguir para mantener su liderazgo mundial. Pensaban que "Rusia no es tan fuerte ni tan débil como parece", pero en todo caso había que desestabilizarla. El think-tank americano Rand Corporation, por ejemplo, en un informe de 2019 presenta un plan detallado para debilitar a Rusia. Este plan ha sido llevado a la práctica casi al pie de la letra.

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, hizo un grave error de cálculo. Creyó que la invasión de Ucrania sería tan fácil como lo fue la anexión de Crimea en 2014. Pensó que Estados Unidos estaba muy debilitado internacionalmente tras la vergonzosa retirada de Afganistán y que, los países de la Unión Europea, como siempre, estarían divididos. No contó, tampoco, con la heroica resistencia de los ucranianos, la valentía de su ejército y el hiperliderazgo de un excomediante y hoy presidente, Volodímir Zelenski.

¿Y ahora, qué? Rusia se ha empantanado en una guerra que no puede ganar. Estados Unidos ve la oportunidad de dejar a Rusia fuera de combate para siempre. Pero al fin deberá permitirse que Rusia -no lo olvidemos: una potencia nuclear- no se sienta humillada. Tampoco se puede obviar que Rusia no está sola. En la condena de la ONU a la invasión de Ucrania, 31 países se mantuvieron al margen de la condena. Países como China, India, Brasil, Indonesia y otros que globalmente superan más de la mitad de la población mundial.

Manifestación contra la guerra en Ucrania frente a la sede la Comisión Europea en Barcelona.

Foto: Lola F.

 

Paliar el desastre de esta guerra exigirá realismo y pactos que permitan resolver la preocupación de Rusia y los países europeos por su seguridad. Será preciso un acuerdo entre Rusia y Ucrania con el visto bueno de Estados Unidos y la Unión Europea. Posteriormente, deberá firmarse un nuevo acuerdo de seguridad en el marco de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) recordando la "Carta de París para una nueva Europa" firmada en 1990, que ponía fin a la guerra fría y proclamaba que "la era de la confrontación y la división de Europa había concluido". Finalmente, debería impulsarse la colaboración a nivel mundial para encarar los retos comunes de la humanidad, como el calentamiento del planeta; el agotamiento de los recursos no renovables, desarme, desnuclearización o nuevas pandemias.

¿Qué lecciones la Unión Europea debe sacar de esta guerra? Primero debe entender que los grandes perdedores serán Ucrania, Rusia y la propia Unión Europea, que han sido usados ​​como peones de este trágico juego de ajedrez entre Estados Unidos y China. De ahí deriva la necesidad de emancipación económica, política y de seguridad de la Unión Europea, que debe tener su propio proyecto, defender sus intereses y estar abierta a colaborar con todos los países.

Respecto a Rusia, no se pueden romper los puentes para siempre. Se trata de dos modelos ideológicos muy distintos, pero con intereses y espacios de entendimiento posibles. La pugna por la hegemonía mundial entre Estados Unidos y China nos traerá fuertes tensiones. Un fortalecimiento de la Unión Europea le permitiría tener perfil propio y jugar un papel en promover la colaboración de las dos grandes potencias mundiales en temas cruciales.