La reestructuración de la deuda española
El problema de la economía española sigue siendo la enorme montaña de deuda, especialmente privada, y las dificultades para reducirla. Desde hace años el Mc Kinsey Global Institute viene realizando estudios comparativos sobre la evolución de la deuda de las diez principales economías desarrolladas. El último de estos estudios fija la deuda total de España en 2012, en un 378% del PIB, una proporción sólo superada por Japón, 506% y Reino Unido, 501%. Pero entre 2008 y 2012, España fue el país que experimentó un mayor crecimiento del endeudamiento, concretamente 41 puntos porcentuales mientras que la mayoría de las economías lo redujeron.
En el caso de España la mayor parte de la deuda corresponde a empresas no financieras, 134% del PIB, y el resto se reparte en tres partes casi iguales: Gobierno (82%); entidades financieras (83%), y familias (82%).
Los desafíos que representa este inmenso volumen de deuda centraron el debate en un reciente encuentro entre los profesores del IESE, Antonio Argandoña, Alfredo Pastor y Núria Mas, y un grupo de periodistas económicos. Pastor afirmó una idea en la que viene insistiendo desde hace tiempo: “sólo con una reestructuración de la deuda podemos salir de esta situación”. Para el antiguo secretario de Estado de Economía, “reestructuración no implica necesariamente una quita, puede ser también un espera”, es decir un aplazamiento de los pagos.
Pastor recordó que en el pasado todos los países que han tenido un similar nivel deuda han tenido que realizar una reestructuración en un momento u otro. En este sentido destacó que lo que realmente significó el Plan Marshall, que permitió el despegue de la economía alemana, fue una condonación de una parte de su deuda. Curiosamente uno de los países que perdonaron a los alemanes en 1953 fue Grecia.
El profesor precisó que España ha realizado un ajuste y reformas sin precedentes desde 2009, lo que le otorga una notable credibilidad para proponer una reestructuración de sus deudas a sus acreedores. “Si no hacemos nada ahora”, apostilló, “dentro de cinco años sólo habrá dos bancos, que son los tienen negocio fuera”, refiriéndose al Santander y BBVA.
Menos radical en su propuesta pero con amplias coincidencias, el profesor Argandoña abogó por presentar un plan a los acreedores proponiendo un aplazamiento de los pagos pero asegurándoles el pago futuro de las deudas. Sería algo así como decir a los acreedores: “este año no les puedo pagar, y quizá el próximo tampoco, pero aquí tienen en plan que les da la seguridad de que les pagaremos en el futuro”.
Según Argandoña el supuesto plan debería elaborarse como un acuerdo amplio que implicara a los bancos alemanes y franceses y también a los principales políticos como a la canciller Ángela Merkel. Sugiere que se podría incluir también compromisos políticos como “la renuncia por parte de España a emplear el derecho de veto en los Consejos de la UE durante 15 años, por ejemplo”.
Los comentarios de estos reputados economistas dibujan un panorama mucho más grave que las perspectivas optimistas que acaba de anunciar el Gobierno y destacados medios. La realidad es que el elevado peso del endeudamiento acumulado sobre todo en operaciones inmobiliarias ruinosas sigue siendo un serio obstáculo para que los bancos aumenten sus carteras de crédito, necesaria para reactivar la economía.
Un reciente trabajo del Club de Prospectiva del Col-legi d’Economistes de de Catalunya, señalaba el lento desendeudamiento del sector privado, incluyendo las deudas familias y empresas aunque con ciertas excepciones. En conjunto, la deuda exigible del sector privado ha pasado de un 227% del PIB en 2010 al 212% a finales del año pasado, muy alejado todavía del 160% que recomienda la Unión Europea. Los economistas señalan que este modesto descenso ha venido acompañado de un incremento de la deuda pública que ha pasado del 61,5% en 2010 al 84,2% en 2012 y un pronóstico del 96,8% para el próximo año. Lo que se gana por una parte se pierde con creces por otra. Todo ello representa un escenario en que seguirá siendo difícil contar con la financiación exterior en las condiciones normales que requiere la economía española.
Los problemas derivados de un tardío reconocimiento de los problemas de la banca hasta 2012 no deberían agravarse por un retraso en afrontar los desafíos que derivan de la montaña de deuda creciente de la economía española. De lo contrario dentro de un tiempo se hablará de la deuda de España como un problema irresoluble.