Los acreedores se reparten Abengoa
Oxígeno: La empresa andaluza da un paso hacia la salvación, pero deberá recortar tamaño y ambiciones.
Planta solar de Abengoa en Sanlúcar la Mayor (Sevilla). FOTO: ALEX LANG-CC
Abengoa saldrá a flote, pero tardará en volver a ser la joya de la ingeniería, la innovación y las energías renovables españolas. A punto de irse a pique ante la incapacidad para pagar una deuda descomunal, la multinacional andaluza recibió en abril un balón de oxígeno del Juzgado de lo Mercantil número 2 de Sevilla, que le concedió seis meses de prórroga para evitar la suspensión de pagos al avalar el plan de reestructuración financiera, organizativa y accionarial destinado a reflotarla.
El acuerdo, suscrito por el 75% de los acreedores —entre ellos Santander, Caixabank, Popular, Bankia, Crédit Agricole y HSBC—, rebaja la deuda de 9.395 millones de euros que la empresa tenía al cierre del año pasado hasta 4.923 millones. La sociedad recibirá una inyección de 1.200 millones de euros en dinero fresco y avales por otros 800 millones.
A cambio, los inversores que inyecten liquidez se harán con el 55% del capital, mientras que los acreedores de la deuda antigua se quedarán con el 35%. Los accionistas actuales conservarán sólo el 5% de la sociedad. La familia Benjumea, fundadora de la compañía y tradicional accionista de referencia, se quedará con menos del 2%.
Abengoa deberá presentar en el juzgado a finales de octubre la documentación detallada de su plan de reestructuración para abandonar definitivamente el preconcurso de acreedores en el que entró en noviembre pasado. El plan de los nuevos responsables es reducir el tamaño de la empresa y concentrar su actividad en los sectores de la ingeniería y la construcción. El objetivo es embarcarse en proyectos menos audaces, que exijan menos inversión de capital y que puedan rentabilizarse en un tiempo razonable.
Abengoa tendrá que abandonar varias líneas de negocio, vender activos y reducir una plantilla que llegó a tener 25.000 trabajadores (5.000 de ellos en España). Los nuevos gestores no quieren aventuras como las que llevaron a la compañía al borde del desastre. ¿Cómo pudo Abengoa acumular tamaña deuda sin que sonaran las alarmas?, es la pregunta que se hacen accionistas, empleados y observadores del mundo empresarial. Una fuente conocedora de los entresijos de la empresa apunta a varios motivos, entre ellos el haberse embarcado en proyectos que exigían enormes inversiones y tardaban mucho tiempo en ser rentables; la escasa vigilancia ejercida por un Consejo de Administración que refrendaba siempre las decisiones del presidente, Felipe Benjumea, y la retirada por parte del Gobierno de Mariano Rajoy de las primas a las energías renovables, que asestó un durísimo golpe económico a la empresa.
Quienes inyecten capital serán los nuevos dueños
La justicia investiga a los antiguos gestores
La delimitación de responsabilidades de los antiguos gestores está en manos de la Audiencia Nacional, que ha admitido a trámite una querella presentada por un grupo de bonistas contra Felipe Benjumea y quien fuera su consejero delegado, Manuel Sánchez Ortega, por administración desleal. La juez Carmen Lamela investiga el cobro de sendas indemnizaciones de 11,5 y 4,5 millones de euros cuando ambos abandonaron la empresa, tan sólo semanas antes de que ésta se declarase en preconcurso de acreedores.
Las acciones de Abengoa han perdido el 80% de su valor en un año. Muchos accionistas responsabilizan de la catástrofe a Felipe Benjumea, que apenas puede salir a la calle en Sevilla sin recibir insultos de quienes le acusan de haber echado a perder sus ahorros. No puede ir muy lejos, pues la juez le ha retirado el pasaporte y tiene obligación de presentarse en el juzgado cada 15 días.