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Dueños de su propio futuro

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Septiembre 2021 / 94

Ilustración
Andrea Bosch

Los centros de mayores promovidos y autogestionados por sus propios residentes avanzan como alternativa a los geriátricos convencionales.

Casi la mitad de las 82.000 personas fallecidas a causa del coronavirus en España vivían en una residencia de mayores. La pandemia ha puesto al descubierto las serias deficiencias de un sistema incapaz de garantizar una vejez digna y ha despertado el interés en torno a nuevas formas de pasar los últimos años de la vida. Las viviendas compartidas autogestionadas, modalidad conocida como cohousing sénior, son una alternativa a la que recurren cada vez más personas jubiladas que no quieren estar solas, ser una carga para sus familiares o ingresar en un geriátrico convencional.

El negocio de las residencias mueve alrededor de 4.500 millones al año en España. Como denuncia el periodista Manuel Rico en su libro Vergüenza. El escándalo de las residencias (Planeta), los centros de atención a personas mayores se están concentrando en manos de un puñado de empresas privadas —con frecuencia pertenecientes a multinacionales o fondos de inversión— que acaparan una parte creciente de la financiación pública. Solo en el año 2019, el Estado transfirió a las empresas del sector 1.895 millones de euros por la concertación de plazas y la concesión de la gestión de las residencias. España, afirma Rico, se ha convertido en un mercado muy atractivo para el sector privado porque el sector público es incapaz de responder a la demanda de plazas, a lo que hay que sumar la falta de control del funcionamiento de los centros por parte de las autoridades.

La idea es vivir activamente junto a personas afines, manteniendo la autonomía personal

Frente al modelo tradicional de residencias, los centros de cohousing sénior están ideados, promovidos y gestionados por las propias personas residentes. En lugar de las empresas privadas o la Administración correspondiente, son ellas las que toman las decisiones y organizan el día a día. La idea es vivir la jubilación de manera activa y compartida, manteniendo al mismo tiempo la autonomía personal. En los centros de cohousing sénior se convive con gente con intereses y aficiones comunes y se comparten los gastos que generan el mantenimiento del edificio, la manutención, la atención médica y las actividades lúdicas y culturales. Son espacios en los que residir hasta el final de la vida atendidos por profesionales y rodeado de personas afines.

La Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios (Hispacoop) define el cohousing como “una comunidad colaborativa autogestionada que convive en un entorno promovido y diseñado por sus miembros, formado por unidades habitacionales privadas y espacios comunes para compartir actividades, servicios y cuidados”. Son lugares que se caracterizan “por favorecer la independencia, la autonomía y el crecimiento personal de los residentes” y “un espacio de convivencia basado en el respeto y la tolerancia que facilita y promueve la interacción, la participación, la colaboración y la ayuda mutua”. 

Centro de referencia

Autogestionar el futuro es el lema del primer centro de estas características en España, que abrió sus puertas en el año 2000 en Málaga y ha servido de referencia para experiencias posteriores. Ubicado en los montes cercanos a la ciudad, el residencial Santa Clara consta de 76 apartamentos de 50 metros cuadrados útiles y casi 18 metros de terraza, todas con vistas al Mediterráneo. El proyecto, que comenzó a gestarse más de una década antes, se financió íntegramente con las cuotas que los socios de la cooperativa aportaban mensualmente a un fondo común. 

Andrea Bosch

Cooperativas

Hay distintos modelos de viviendas compartidas de mayores. El más extendido en España es el de cooperativa en cesión de uso, como Santa Clara, lo que significa que las personas residentes no son propietarias de las viviendas, sino que ejercen un derecho de uso vitalicio que pueden vender si quieren marcharse a vivir en otro sitio. Cuando un socio de la cooperativa fallece, el derecho a ocupar la vivienda pasa a sus herederos. Si estos optan por no ejercerlo, pueden vender ese derecho a alguien que desee sumarse a la cooperativa y vivir en el centro. El precio varía según cada residencia y oscila entre los 60.000 y los 150.000 euros

Crear un centro de cohousing sénior es un proceso largo y difícil. Desde la puesta en marcha del proyecto hasta la apertura discurre una media cercana a los 10 años. Para llegar a buen puerto, la aventura requiere un grupo fundador cohesionado, integrado por personas con espíritu colaborativo y capacidad de diálogo. “Es imprescindible que sea gente que comparta valores humanos y de solidaridad y que haya mucha confianza”, señala Víctor Gómez, uno de los impulsores de Convivir, un centro de cohousing sénior abierto hace seis años en Horcajo de Santiago (Cuenca). “Se trata de que cada uno aporte lo que pueda al colectivo y que cada uno obtenga del colectivo la ayuda que necesite. Si se hace solo por motivos económicos un proyecto como este es  inviable”. Gómez sostiene que el cohousing sénior es “una filosofía de vida” y resume en cuatro las claves del éxito del centro en el que vive: confianza mutua y disposición a sacrificarse; cumplir con las aportaciones económicas pactadas por todos; saber discutir y no callarse nada; y cumplir siempre lo acordado.

2000: Es el año en que comenzó a funcionar el primer centro autogestionado de mayores en España

El proyecto Movicoma, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), efectuó en 2016 el primer estudio del movimiento de vivienda colaborativa de personas mayores en España, con entrevistas a 16 grupos y a unos 150 residentes en centros. La mayoría de los encuestados mencionó vivir la vejez con autonomía como principal motivación a la hora de incorporarse a un proyecto de cohousing sénior. 

Del estudio se puede extraer un perfil de los participantes en este tipo de iniciativas. Suelen ser personas entre 65 y 75 años, de clase media, con un nivel formativo y de renta superiores a la mayoría y con unas trayectorias profesionales largas en el campo de la educación, los servicios sociales y las profesiones liberales. Se trata, por regla general, de gente implicada en la vida asociativa de los barrios o los pueblos donde han vivido buena parte de sus vidas. 

Es el caso de los residentes en Convivir, cuyos fundadores trabajaban juntos en asociaciones de vecinos, asociaciones de padres de alumnos, ONG y sindicatos. También es el caso de Trabensol, de Torremocha de Jarama (Madrid), donde varios impulsores del proyecto trabajaron junto al cura obrero José María Llanos en el barrio madrileño de Vallecas, o el del residencial Fuente de la Peña, en Jaén, fundado por compañeros de trabajo de Telefónica.

Sin tutelas

Movicoma define a los participantes en un proyecto de cohousing sénior como gente que no solo tienen el capital económico para construir una vivienda diferente para pasar su vejez, sino que disponen de un capital social, político y cultural que les permite hacerlo de manera autogestionada y colectivamente, sin tutelas del Estado ni de los hijos. Es la primera generación que ha conocido el divorcio y los anticonceptivos, el acceso de la mujer al trabajo asalariado y que ha conquistado la libertad de elección sobre procesos vitales que antes se vivían como parte de una inercia. Son también gente que quiere seguir contribuyendo a la sociedad. “Estamos hablando de personas que han liderado cambios sociales, de una generación que se enorgullece de haber contribuido a que el país creciera. Es natural que ante el envejecimiento se plantee seguir haciendo lo mismo: crear alternativas y abrir camino”, apuntó Daniel López Gómez, principal investigador del proyecto Movicoma, en el Congreso Virtual Cohousing Senior, celebrado en noviembre de 2020.

Buena parte de quienes participan en una iniciativa de cohousing sénior son parejas, aunque está aumentando el número de divorciados y solteros. La igualdad de género suele ser parte del espíritu fundacional de los centros. Como ocurre en el resto de Europa, las mujeres son mayoría y ellas suelen ser las impulsoras de los proyectos. Sin embargo, los hombres siguen siendo mayoría en los órganos gestores de las residencias.

Para Daniel López Gómez, el auge del cohousing sénior es síntoma de un cambio social en la manera de entender y vivir la vejez y las relaciones de cuidado, así como la expresión de una insatisfacción con las instituciones que han estructurado la vejez hasta ahora: la familia y los hogares de ancianos. En las grandes ciudades, subraya, cada vez se conoce menos a los vecinos y los vínculos familiares son más débiles de lo que solían serlo. La familia ha dejado de ser el espacio de socialización principal en la vejez y, por ello, las amistades han pasado a desempeñar un papel clave de apoyo en los últimos años de la vida.

Nacido en Dinamarca y muy extendido en países escandinavos, el cohousing sénior está cobrando fuerza. Según cálculos de Movicoma, en España hay una decena larga de centros ya funcionando y otros 40 en distintas fases de desarrollo.

Hay varios motivos detrás del auge de las viviendas compartidas de mayores, entre ellos que las residencias públicas tienen pocas plazas y que los requisitos para optar a una dejan fuera a muchas personas. Como dice Antonio Zugasti, uno de los fundadores del cohousing sénior Trabensol en Torremocha de Jarama (Madrid), “somos demasiado pobres como para pagar una residencia privada y demasiado ricos para entrar en una pública”.

En el Manifiesto Cohousing Senior, publicado en noviembre de 2019, la recién creada Coordinadora Nacional de Cohousing pide la adopción de una legislación específica para este modelo y recoge una de las demandas más importantes del colectivo: su inclusión en el desarrollo de la Ley de Dependencia, de manera que estos centros puedan integrarse en el Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia.  

Aurora Moreno, fundadora del residencial Santa Clara (véase entrevista), apunta que el principal problema para este tipo de centros es la falta de ayudas públicas cuando una persona cae enferma y pierde la capacidad de desenvolverse por sí misma: “Atender a una persona que necesita cuidados las 24 horas cuesta más de 2.000 euros al mes. Lo único que pedimos a las comunidades autónomas es poder recibir la misma ayuda que reciben las personas que residen en sus domicilios. Nosotros vivimos aquí, esta es nuestra vivienda, estamos empadronados aquí. Y yo me pregunto ¿por qué no tengo derecho a recibir una aportación económica que me ayude a sufragar los gastos de mi estancia aquí?”.

Primeros pasos

Algunas comunidades autónomas han comenzado a dar los primeros pasos para regular el modelo tras darse cuenta de que es una excelente alternativa para afrontar los cambios sociales en marcha y el rápido envejecimiento de la población. Asturias ha sido pionera en regular las viviendas colaborativas como recursos asistenciales para personas mayores y favorecer su encaje en el marco de la Ley de Dependencia. Los centros de cohousing sénior asturianos tendrán derecho a recibir los servicios y prestaciones a la dependencia si cumplen determinadas condiciones, entre ellas incluir entre sus objetivos el apoyo mutuo ante situaciones de dificultad y la promoción de una vida social activa y colaborativa dentro y fuera de su comunidad; es decir, dos de las señas de identidad de este tipo de proyectos.

En Galicia, la Consellería de Política Social de la Xunta ha decidido incorporar el cohousing sénior a su catálogo de servicios para darle cobertura legal y no descarta impulsar el modelo desde la propia Administración autonómica. El razonamiento detrás de esta decisión es que las viviendas colaborativas ayudan a prevenir la dependencia, pues evitan que las personas mayores pasen mucho tiempo solas y concentran la prestación de servicios que ayuden a los residentes a mantener su calidad de vida y su autonomía durante más tiempo. 

El Gobierno de las Islas Baleares ha puesto en marcha el programa Cohabita, viviendas protegidas en cesión de uso para fomentar las cooperativas de vivienda protegida mediante la cesión de suelo público. Y Navarra ya estudia la adaptación de su legislación para reconocer las iniciativas de cohousing como entidades de interés social, dada su contribución a la vida activa de las personas mayores. 

Los centros piden su incorporación al desarrollo de la Ley de Dependencia

40: Son los proyectos de cohousing sénior que hay actualmente en distintas fases de desarrollo

Daniel López Gómez, de la UOC, considera que estos proyectos son también punta de lanza de un cambio en el campo de la vivienda y de los equipamientos para personas mayores. Al tiempo que crece el número de centros de cohousing sénior, están surgiendo nuevos pisos y unidades de convivencia asistida que no son exactamente iguales pero ofrecen servicios similares. Ya existen empresas y asociaciones que se dedican a acompañar y asesorar a los grupos e incluso a promover procesos participativos para crear centros (Jubilares, EcoHousing, PerViure, Sostre Cívic, etc.). 

La creciente popularidad del modelo, el surgimiento de estas entidades de apoyo a los grupos de residentes y el aumento del interés de la Administración están haciendo que el perfil de las personas interesadas en esta manera de vivir la vejez sea cada vez más diverso. En el barrio madrileño de Villaverde, por ejemplo, ha abierto sus puertas una residencia dedicada específicamente a alojar personas mayores LGTBI y que también funciona como centro de día. Promovido por la Asociación 26 de diciembre, el centro da cobijo a 66 personas en situación de dependencia o que necesitan cuidados paliativos.

 

Principios del 'cohousing' sénior

La Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios (Hispacoop) resume en siete los principios de las comunidades autogestionadas de mayores:

1. Comunidad autopromovida, autodiseñada y autogestionada

Los miembros de la comunidad participan en la promoción, en el diseño arquitectónico y en la gestión del día a día y solamente solicitan ayuda externa puntual.

2. Comunidad democrática

Las normas que rigen el proyecto y la convivencia se basan en la democracia, decidiendo lo más adecuado para las personas.

3. Modelo cooperativo

La fórmula cooperativa se adapta filosóficamente a los valores del cohousing. La cooperativa es una asociación de personas que se unen de forma voluntaria para satisfacer necesidades y aspiraciones de tipo económico, social y cultural en común. Sus valores son autoayuda, autorresponsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad.

4. Favorecer la convivencia 

Las comunidades diseñan su espacio favoreciendo la convivencia y aumentando el contacto social.

5. Preocupación por la sostenibilidad

El respeto al medioambiente, el aprovechamiento de los recursos y el desarrollo sostenible deben ser ejes del proyecto.

6. Intergeneracionalidad

Aunque la mayoría de los proyectos senior en España están enfocados hacia el colectivo de 50 y más años, hay experiencias que trabajan la Intergeneracionalidad aunque el colectivo predominante sea senior.

7. Compromiso para toda la vida

 

Centros de ‘cohousing' sénior en España

 Axuntase. Oviedo (Asturias) www.axuntase.es

Brisa del Cantábrico. San Miguel de Meruelo (Cantabria) www.brisadelcantabrico.com 

Centro de Convivencia Cooperativa. Tres Cantos (Madrid) www.centroconvivencia.es

Convivir. Horcajo de Santiago (Cuenca). www.apartamentosconvivir.com

Fuente de la Peña. Jaén www.mayoresdejaen.com

La Borda. Barcelona www.laborda.coop

La Muralleta. Santa Oliva (Tarragona) www.sites.google.com/site/lamuralleta/

Profuturo. Valladolid. Teléfono 983 31 97 68

Puerto de la Luz. Puerto de la Torre (Málaga). www.residencialpuertodelaluz.com

Santa Clara. Málaga. www.residencialsantaclara.es

Servimayor. Losar de la Vera (Cáceres). www.residenciaservimayor.es

Trabensol. Torremocha de Jarama (Madrid). www.trabensol.org