Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

El poder transformador de los negocios

La transparencia, la medición rigurosa y el foco en el propósito y en cómo se logra son claves para la credibilidad del sector

Comparte
Pertenece a la revista
Octubre 2025 / 139
puzzle

Ilustración
Getty images

Ell viejo dogma de Milton Friedman "The business of business is business" [el negocio del negocio es el negocio] está obsoleto. Cada vez se asume más en Europa que los negocios deben ser herramientas de transformación social y ambiental. Pero no todos acompañan las palabras con hechos. Aquí nace el riesgo del impact washing, una práctica que se aprovecha de la voluntad de cambio pero lo distorsiona y genera confusión y desconfianza.

La clave para evitarlo es la transparencia, la medición y poner luz al propósito de impacto, así como medir tanto los impactos positivos como los negativos. Que los negocios apliquen la metodología de la teoría de cambio es fundamental para conectar intenciones y acciones. Esta teoría permite traducir la visión estratégica en un camino claro y secuenciado con métricas concretas de impacto.

Otro aspecto es la importancia de la identificación de la ambición de impacto. Algunos tienen voluntad de transformar estructuras y sistemas, cuestionando desigualdades y apostando por nuevos modelos productivos. Otros intentan minimizar el daño potencial adoptando prácticas más sostenibles, pero sin voluntad de cambio profundo. Ambos, y la escala que hay de grises entre ellos, aportan valor pero deben diferenciarse. Este es uno de los grandes retos que debemos afrontar y dar respuesta desde la construcción colectiva de esta escala.

El cómo importa

Un elemento clave es la transparencia. Para orientar esta transparencia, son útiles marcos como el de las cinco dimensiones del Impact Management Project (IMP): qué queremos cambiar, quién se ve afectado, con qué intensidad y duración, qué aporta realmente la organización y qué riesgos pueden comprometer el impacto. Sin embargo, este modelo no aborda el cómo, es decir, las prácticas, valores y procesos que dan forma al impacto. Aquí entran en juego los principios de la economía social y solidaria: participación democrática, justicia económica, sostenibilidad ecológica, compromiso con el territorio. Sin ese cómo, el impacto puede serlo técnicamente, pero socialmente es débil. Y aquí es donde la economía social tiene mucho que decir con el balance social de XES-REAS.

El contexto actual ofrece una oportunidad para ponerlo en práctica. En España, el reciente Fondo de Impacto Social, impulsado con fondos Next Generation EU, representa un hito: es el primer fondo público estatal orientado a invertir en empresas con impacto social positivo. Esta iniciativa no solo aporta financiación, sino que ha ido acompañada de una labor metodológica profunda para definir criterios de selección, sistemas de seguimiento e indicadores. Este trabajo puede convertirse en una sólida base para establecer un estándar compartido de medida y gestión de impacto a escala estatal.

Si este marco se consolida, puede convertirse en una referencia para otros fondos públicos y privados y para los gobiernos para actuar como tractor para eliminar el impact washing.

Nos encontramos en un momento de inflexión. El impacto no es ya una cuestión marginal. Se está convirtiendo en un criterio central para la toma de decisiones. El peligro del impact washing existe, pero también tenemos herramientas, marcos y oportunidades para avanzar hacia un modelo más justo y sostenible.

La regulación, la fiscalidad y las políticas públicas tendrán que consolidar este proceso, incentivando el impacto real y penalizando el simulacro. Es el momento de garantizar que nadie pueda confundir buenas palabras con un impacto real.

Imagen
Barcelona Activa

Puedes descargarte el dossier completo a través de este enlace.