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Contagio // Japón asume su cuarta recesión en una década

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Abril 2020 / 79

El coronavirus se suma al aumento del IVA y a los efectos del tifón 'Hagibis' y provoca la contracción del PIB de la tercera economía del mundo.

El primer ministro japonés, Shinzo Abe. Foto: US Defense

Al primer ministro japonés, Shinzo Abe, se le acumulan los problemas. Tenía previsto que 2020 fuera un año económicamente memorable, pero en cambio amenaza con convertirse en su annus horribilis. Todos sus planes para que la tercera economía del planeta fuera este año viento en popa han naufragado debido, en gran parte, a fenómenos incontrolables que han abocado a Japón a asumir su cuarta recesión en una década.

Sobre el papel todo estaba bajo control. El Gobierno japonés tenía previsto que el aumento de IVA del 8% al 10% en octubre pasado iba a lentificar la economía, de modo que preparó medidas fiscales para contrarrestar ese impacto. Estimó que la desaceleración del consumo local se compensaría con un buen año turístico. Especuló con la masiva afluencia de visitantes chinos debido al año nuevo lunar y la temporada de los cerezos en flor, y encadenar luego estas visitas con el inicio de los Juegos Olímpicos de Tokio en verano. Con ello, Abe pretendía alcanzar un doble objetivo: neutralizar el alza impositiva y llegar a la cifra de 40 millones de turistas en 2020, frente a los 31,8 millones del año 2019.

La realidad se encargó, sin embargo, de poner fin a este cuento de la lechera japonés. Un final abrupto que se concretó en una contracción del PIB del 7,1% en el último trimestre de 2019, respecto al mismo periodo del año anterior. Este dato, a falta de contabilizar el impacto que pueda tener el coronavirus Covid-19, sitúa a Japón al borde de una nueva recesión, la cuarta en 10 años y la segunda desde que Abe asumió el liderazgo del país en diciembre del 2012.

Golpe inesperado

Este resultado sorprendió a la mayoría de los analistas. Las estimaciones iniciales pronosticaban una caída del 3,8%, fruto del descenso del consumo, los efectos de la guerra comercial entre China y Estados Unidos y las consecuencias del tifón Hagibis, el más poderoso que ha azotado el país desde 1958. La realidad, sin embargo, es que el impacto fue mayor de lo esperado y superior al 6,8%, que contrajo el PIB nipón cuando Abe aumentó el IVA del 5% al 8% en 2014.

Como entonces, el consumo acusó fuertemente el alza impositiva. Los japoneses hicieron grandes acopios el mes anterior a la entrada en vigor del nuevo IVA. Luego, en octubre, el consumo se desplomó el 11%, respecto al mismo periodo del año anterior, debido a la drástica reducción del gasto que aplicaron los hogares, especialmente en la compra de automóviles, electrodomésticos y cosméticos. A este descenso también contribuyó el tifón Hagibis, que atravesó Tokio y Yokohama en octubre y obligó a la población a encerrarse varios días en sus casas, así como la caída del 10% del yuan chino frente al yen.

El virus cae como un mazazo sobre el PIB nipón, que a finales de 2019 se hundió un 7,1%

A ello se sumó una inesperada reducción de la actividad empresarial del 14% entre octubre y diciembre. Este descalabro vino inducido por los efectos del Hagibis, que provocó inundaciones, cortes de energía y de carreteras, pero también por la desaceleración de la economía china, debido a la guerra comercial entre Pekín y Washington. El conflicto que hizo, por ejemplo, que la firma Hitachi Construction Machinery, un importante productor de maquinaria de construcción, registrara una reducción del 30% de sus ventas a China entre abril y diciembre, según Nikkei Review.

Pero lo más grave para la economía nipona está aún por llegar. El panorama descrito marca el inicio de la aparición del coronavirus. Un brote epidémico que ha sorprendido a muchas empresas y las ha obligado a replegar aún más su actividad. En febrero, el 70% de 12.348 empresas locales encuestadas señalaron que ya se habían visto perjudicadas por la aparición del virus o preveían unas caídas de ventas significativas en los siguientes meses, según un estudio de Tokyo Shoko Research, una firma que está especializada en investigación de mercados, citado por la agencia Kyodo.

Efecto perverso

Y es que la aparición del Covid-19 ha causado un efecto especialmente perverso en la economía japonesa y la ha abocado a una recesión. Los analistas estiman que sus efectos ahogarán en los primeros meses del año la posible recuperación tras el alza del IVA y acentuarán la contracción del PIB registrada entre octubre y diciembre. Esta situación supondrá cumplir el principio de dos trimestres consecutivos de caída del PIB y que la tercera economía del planeta entre técnicamente en recesión.

Sin clientes, ni locales ni foráneos

El panorama es sombrío, pero parece además lejos de despejarse debido al virus. El comercio minorista sufre sus efectos por la falta de clientes extranjeros y consumidores locales, que evitan las zonas más céntricas de Tokio y Kioto por temor a contraer el virus, según la prensa local. Los exportadores también se quejan, porque la epidemia altera su producción y sus ventas en China, principal socio comercial de Japón. Nadie sabe cuánto tiempo durará esta situación.

El 70% de las empresas se declaran ya perjudicadas por el coronavirus

400.000 turistas chinos: se estima que dejaron de llegar a Japón durante marzo

El sector turístico es, sin embargo, el que se muestra más pesimista y el que afronta riesgos más amplios. China aporta una tercera parte de los extranjeros que cada año visitan Japón y gastan el 40% de las compras turísticas totales, por lo que la situación de bloqueo en el gigante asiático les afecta especialmente. Abe contaba con ellos para alcanzar la cifra mágica de 40 millones de turistas en 2020, gracias al atractivo de los Juegos Olímpicos de Tokio, finalmente anulados.

Pero sus cálculos y los del sector se esfumaron en cuanto Pekín prohibió los viajes en grupo al exterior. La asociación japonesa de agencias de viaje calcula que la medida frenó la llegada de 400.000 turistas chinos en marzo, con las consiguientes pérdidas millonarias para la hostelería, la restauración y el comercio minorista en general. Esta situación se puede prolongar en el tiempo en la medida en que el coronavirus siga causando estragos, lo que, a su vez, impedirá la recuperación. El annus horribilis de Abe parece no tener fecha de caducidad.