Los Tyrakis // La doble tragedia griega
Crónica de una familia para explicar la crisis griega.
Hay que vivir de cerca el sufrimiento que se ha infligido al pueblo griego para calibrar la ceguera que ha llevado a Europa a cometer tan graves errores en ese país. Las estadísticas resultan completamente insuficientes para comprender hasta qué punto se ha destruido un país y hasta qué punto sus ciudadanos han resistido con dignidad. Y hasta qué punto, después de todas las calamidades, los griegos han ofrecido su total solidaridad a más de un millón de refugiados sirios, afganos, iraquíes, kurdos, eritreos, somalíes o ceilaneses que han llegado a sus costas en un año.
Los Tyrakis Ana R. Cañil y Joaquín Estefanía Editorial Galaxia Gutenberg 224 páginas 2016. Precio: 18,90 € |
Ana R. Cañil y Joaquín Estefanía se han sumergido en la vida de los griegos para tratar de entender qué había ocurrido en aquel país. Pronto quedaron atrapados por la familia de los Tykaris y vieron en los miembros de ésta a los mejores testigos para explicar qué han supuesto para los griegos las últimas crisis que han padecido, la económica que estalló en 2009 y la de los refugiados en 2014. Su libro, una mezcla equilibrada de análisis y crónicas testimoniales, ha logrado una explicación más comprensible de la tragedia que vive el país. Como apuntan los autores: “Grecia ha sido el único país del mundo cuya crisis económica en la segunda década del siglo XXI ha superado en profundidad a la de Estados Unidos en la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado”.
El relato de la sufrida familia de los Tyrakis simboliza la historia colectiva del pueblo griego. Se trata de una familia que se ha mantenido unida gracias a la resistencia de la madre, Penélope; una mujer que hoy tiene ochenta y cinco años, que siempre ha sido pobre, que ha criado a sus 10 hijos y a los que ha adoptado, que ha soportado los malos tratos de un marido, y que es capaz de escribir una redacción para su hija sobre las diferencias entre Platón y Sócrates, gracias al esfuerzo que como autodidacta realizó cuando trabajaba en una imprenta. Esta mujer a veces recuerda a otra heroína, la Pelagia de La madre, de Gorki.
La conmovedora y analítica crónica que escriben Cañil y Estefanía es la de de unos griegos, particularmente la de los habitantes de Creta, como los Tyrakis, cuya vida ha estado marcada por una serie encadenada de atrocidades: primero la brutalidad de la ocupación nazi (1941-1945), seguida de la guerra civil (1941-1950) ,y finalmente la dictadura militar de los coroneles (1967-1974). La crisis actual no se puede entender sin hacer referencia a este pasado al que los personajes remiten continuamente y que en Bruselas no se pueden imaginar. En todos estos relatos, la palabra hambre es la que más aparece en el relato. Pasa hambre Penélope cuando la ocupación nazi y bajo la dictadura, pero vuelve a pasar hambre también su hija Dina en 1990. Y todas ellas aprenden que de esto no se debe hablar aunque les revienten las entrañas porque hambre “es una palabra fea”. Una palabra que también se calla en la crisis actual.
“Grecia ha sido el único país del mundo cuya crisis económica en la segunda década del siglo XXI ha superado en profundidad a la de Estados Unidos en la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado”
Son unos personajes que se levantan a las cuatro y media de la madrugada para trabajar y se indignan cuando los dirigentes alemanes y europeos les acusan de “haber vivido por encima de sus posibilidades”.
Los griegos empezaron a respirar a mediados de los años noventa, pero en 2009 el mundo se les vino de nuevo encima. Entonces llegó la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) y en lugar de alivio y medicina les “echó sal en la herida”. Yannis, un hijo de la estirpe, no acierta a entender lo que les ha ocurrido. “Lo que ha pasado no lo esperaba nadie. Tampoco sabemos de dónde vino todo eso. Si vino de Lehman Brothers cuando reventó en 2008. Empezó en Estados Unidos y no teníamos ninguna relación. Creímos que no nos iba a afectar porque Grecia no tenía nada que ver con Lehman Brothers”.
Los autores se preguntan: “¿Es irrelevante a quién elijan los ciudadanos? ¿Es el euro compatible con el modelo social europeo?”. Sostienen que “el euro ha sido el proyecto político más importante de la UE, por cuanto ha supuesto una enorme cesión de soberanía nacional en el bien entendido de que traería bienestar a los ciudadanos. Cuando ello no ocurre —porque el plan ha estado mal diseñado y es incompleto o porque se cede soberanía a personas o entes que no han sido elegidos en primera instancia, que no dan cuenta de sus actividades y, por tanto, los ciudadanos los perciben con menor legitimidad democrática o más alejados de sus intereses—, se reabren en carne viva las cuestiones de fondo”.
Cañil y Estefanía plantean la idea de que quizá “Europa es un Estado fallido”. A la vista de los hechos, creen que “el papel de la Unión Europea en los grandes problemas, en las grandes tragedias no sólo económicas, deja mucho que desear”. Piensan que el Viejo Continente no estaba preparado para tales dificultades. La realidad es que Europa está saliendo con mucho más retraso de la crisis que Estados Unidos, con unas cifras de desempleo muy alto y con problemas de legitimidad en la toma de decisiones. “Su manifestación más explícita”, señalan, ”se ha dado precisamente en Grecia, cuyos habitantes votaron mayoritariamente por dos veces seguidas a un Gobierno de izquierda radical (eso significa Syriza) para que se resistiera a las políticas de austeridad implantadas desde Bruselas y que ha tenido escaso éxito en ello, lo que ha generado una desafección monumental”.