Desmontando el legado de Pinochet
El Gobierno de Gabriel Boric afronta una durísima resistencia de la derecha y la oligarquía empresarial a su agenda de reformas económicas y sociales
En 1981, el entonces ministro de Trabajo designado por la dictadura, José Piñera, y el ingeniero comercial Sergio Guzmán, ambos miembros de la oligarquía criolla que desde hace décadas domina Chile, pusieron el broche de oro al experimento ultraliberal que el grupo de economistas liderado por Milton Friedman y conocido como los Chicago Boys había comenzado a desarrollar en el país sudamericano dos décadas antes. El momento para acabar con el sistema de pensiones solidario y culminar la privatización de otros sectores fundamentales, como la sanidad, era el propicio. La sádica represión desatada tras el cruento golpe de Estado de 1973 contra el gobierno democrático del socialista Salvador Allende —sostenida en asesinatos, torturas y desapariciones forzosas— había surtido el efecto perseguido y el terreno estaba abonado: laminado todo adarme de resistencia social, el poder absoluto correspondía ahora a las leyes del mercado.