La cultura, instrumento de trivialización de la ultraderecha
En las ciudades gobernadas por el partido de Le Pen, los alcaldes no atacan frontalmente a los actores culturales, sino que destilan poco a poco su línea ideológica
El contraste es asombroso. En 1995, cuando la extrema derecha ganó en algunas ciudades del sur de Francia (Toulon, Orange, Marignane, etc.), el mundo de la cultura fue uno de sus primeros objetivos. En Toulon, el alcalde, Jean-Marie Le Chevallier, entró en abierto conflicto con el director del Téâtre de Châteauvallon, Gérard Paquet. Por su parte, su homólogo de Orange, Jacques Bonpard, suprimió las subvenciones al festival de arte lírico de los Chorégies.
Casi 30 años después, el ambiente ha cambiado: Louis Aliot, el alcalde de Perpiñán, la mayor ciudad francesa en manos de Rassemblement national (RN, Agrupación Nacional), felicita cada año a los actores culturales, que responden con una amplia presencia. “Mientras que antes el buró político del Frente Nacional intentaba imponer su línea a los alcaldes, RN no nos da ninguna consigna especial”, afirma Louis Aliot. “Yo prefiero la controversia, el debate a la prohibición”, añade.
Para Agnès Tricoire, presidenta del Observatorio de la Libertad de Creación, se trata de una estrategia: “Los alcaldes de RN tienen la consigna de estar en guardia. Deben...