¿Hacia un mundo sin derechos?
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Enero 2018 / 54
Los falsos autónomos han aumentado un 20% desde 2009, pese a las pequeñas luchas sindicales que van revelando relaciones de trabajo encubiertas y generalizadas.
ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR
Juan (nombre ficticio del entrevistado) prefiere no decir su nombre ni el de su empresa. Trabaja de 9:00 a 18:00 horas en una fábrica y hace lo que le gusta hacer, pero es autónomo. Al llegar a la entrevista de trabajo le explicaron que la compañía no tenía dinero para pagar la Seguridad Social ni los gastos asociados a una contratación.
Podría decirse que existen cuatro tipos de falsos autónomos. El primero se da en casos como el de Juan. Son empresas muy pequeñas que no tendrían suficiente liquidez para pagar los gastos extra que implica una contratación (33% ). Este caso es muy evidente. La compañía nunca pasaría una inspección de trabajo. El resto es más confuso, y la legalidad se dirime entre la inspección, los tribunales y la política. Son “empresas pantalla”, como falsas cooperativas; subcontratados de firmas subcontratadas a su vez por grandes compañías, y los trabajadores de la llamada “economía colaborativa” (Deliveroo, Cabify, Uber, etc.).
Desde que se comenzó a contabilizar, en 2009, hasta ahora, en España los falsos autónomos han aumentado un 21,6%, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Los datos fueron recogidos en la Encuesta de Población Activa (EPA). Son personas que en primera instancia se autodeclararon como trabajadores independientes sin asalariados, pero en virtud de las preguntas adicionales sobre cómo desarrollaban su actividad indicaron que trabajaban “en o para la empresa o negocio de un empleador que le proporciona trabajo”. La encuesta del INE intenta encontrar la cantidad de falsos autónomos que existen en España. De media, en los primeros tres trimestres de 2017, el INE contabilizó 186.200 empleos que sus técnicos equiparan a falsos autónomos. Este índice no incluye a los TRADE, los autónomos que dependen de un solo contratante, y tienen su propia figura legal.
El INE contabiliza 186.000 falsos autónomos de media
La resolución contra Deliveroo en Valencia es muy importante
“El problema que vimos durante estos años no sólo es de falsos autónomos. También se legalizan situaciones ambiguas; por ejemplo cuando se permiten subcontrataciones de una actividad propia, como en las televisiones que subcontratan productoras para hacer su trabajo, y donde los trabajadores tienen condiciones laborales mucho peores que las pactadas en el convenio de la empresa”, explica Jordi Juan, del Col·lectiu Ronda, especializado en derecho laboral y que ha llevado una gran cantidad de juicios de falsos autónomos. “Con la reforma laboral, por ejemplo, hay un crecimiento exponencial de empresas multiservicio que tienen convenios muy inferiores en calidad laboral a los sectoriales, y donde se ve una enorme devaluación salarial. Es la gran apuesta por la precarización”.
ECONOMÍA "COLABORATIVA"
Además del grupo de Juan, el segundo grupo importante de falsos autónomos se da en la economía colaborativa: la nueva economía, ligada básicamente a las plataformas digitales nacidas en Sillicon Valley. Estas empresas unen clientes con trabajadores que prestan un servicio, y se jactan de ofrecer “libertad” y “flexibilidad” a sus “colaboradores” (como llaman a los trabajadores).
Ya existen resoluciones que desmitifican esta supuesta libertad y la califican de relación laboral abusiva y encubierta: más de ocho horas laborales, sin seguros, sin vacaciones... Un caso emblemático es el de Deliveroo (véase el artículo “Deliveroo: un pulso decisivo”, en el Dossier del número 52 de Alternativas Económicas). En la Comunidad Valenciana, la Inspección de Trabajo determinó el pasado diciembre que la empresa se había saltado la legislación laboral y la obligó a pagar 160.000 euros a la Seguridad Social del grupo denunciante (además de contratarlos en plantilla).
“Esta resolución es muy importante porque puede acabar con el modelo de trabajo que es la propia filosofía del negocio de esta nueva economía, donde el empresario se lleva casi todos los beneficios y no asume ningún riesgo. En realidad, es una modalidad chic de lo que antes era ir a la plaza del pueblo y que el señorito te dé un trabajo precario”, dice Jordi Juan. El Col·lectiu Ronda ha llevado éste y varios casos de este tipo. “Está por ver si se crea jurisprudencia, pues seguramente recurrirán al Supremo y es él quien debe ratificar el criterio”.
FUERA DE INTERNET
Por ahora, el método Deliveroo ya ha traspasado el ámbito de los ordenadores y se ha instalado en la empresa tradicional.
“Antes teníamos el sistema de franquicias, pero hemos visto que es mejor para nosotros y para los consultores inmobiliarios trabajar de esta otra manera”, explicaba hace poco un directivo de Engels & Volkers a un grupo de consultores a punto de comenzar a trabajar para ellos en Barcelona. Los consultores son básicamente vendedores, que buscan las viviendas, suben toda la información a la web de Engels & Volkers, contestan las llamadas, acuden a las visitas y culminan toda la transacción, a cambio simplemente de una comisión. “Es un método que trajimos de Estados Unidos y lo estamos probando —continúa el directivo—. Es un acuerdo de partes. Ustedes hacen el trabajo, nosotros les ofrecemos nuestro servicio de marketing, nuestra marca y nuestra plataforma para la venta”.
Los que se animan deben firmar un contrato que les obliga a hacerse autónomos, y a declarar que son “profesionales independientes” que establecen un acuerdo “de consultoría y colaboración comercial”.
Pero lo cierto es que los consultores no tienen tiempo para hacer ninguna otra cosa que no sea trabajar para la compañía. “No podrán compatibilizarlo con otra cosa”, reconocía otro de los encargados de dar las charlas introductorias a los nuevos consultores. “Si quieren que les vaya bien aquí, tendrán que trabajar día y noche”.
Pero lo cierto es que los consultores no tienen tiempo para hacer ninguna otra cosa que no sea trabajar para la compañía. “No podrán compatibilizarlo con otra cosa”, reconocía otro de los encargados de dar las charlas introductorias a los nuevos consultores. “Si quieren que les vaya bien aquí, tendrán que trabajar día y noche”.
LUCHAS OBRERAS
Otro modelo utilizado comúnmente por grandes empresas para evitar la responsabilidad de un contrato laboral es el de las subcontratas. El modus operandi es ya muy conocido. Empresas como Telefónica, Endesa, Gas Natural y otras trabajan con subcontratas que a su vez tienen subcontratas que a su vez tienen falsos autónomos. Los trabajadores subcontratados de Telefónica son los que más han luchado, con marchas por todo el país, para conseguir que sus derechos sean reconocidos (véase el artículo “Telefónica, el conflicto continúa”, en Alternativas Económicas 34). Hay juicios repartidos por todo el país, en donde ya se han ido dictando resoluciones que obligan a las empresas a pagar los gastos de la Seguridad Social y a admitir a los trabajadores en las empresas. En Vizcaya, prácticamente toda la plantilla que operaba como autónoma tuvo que ser incluida.
Otro tipo de sociedad pantalla son las falsas cooperativas de trabajo, utilizadas en el caso de las empresas cárnicas o las empleadas de hoteles (las llamadas kellys).CC OO lleva varios casos, y ha tenido al menos un éxito, sobre todo político: “Hemos conseguido que en Catalunya se cambie la legislación cooperativa para perseguir este tipo de sociedades que no cumplen con los valores del cooperativismo, pues las personas socias ni siquiera pueden votar”, explica Jesús Ribera, de CC OO.
Los avances son apenas incipientes. La realidad es que a pesar de estas pequeñas luchas obreras, hoy hay más falsos autónomos que hace ocho años.