La presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, ha recibido un suspenso sin paliativos por el pobre desempeño europeo durante el último año. La decepción no proviene solo de los ciudadanos por la manera que ha gestionado la batalla arancelaria con Donald Trump, los retrocesos en materia climática y el intolerable mutismo ante el genocidio cometido por el Gobierno de Benjamín Netanyahu en Gaza. La censura a la incompetente labor de la Comisión proviene también de personalidades tan destacadas como Mario Draghi y Enrico Letta, a quienes se había confiado el diseño de las medidas para sacar a Europa de su marasmo.
En septiembre de 2024, cuando Draghi presentó su informe con medidas muy precisas para mejorar la competitividad, avisó de que Europa estaba “en riesgo existencial”. Un año después, tras comprobar la escasa aplicación de sus recomendaciones, endureció su análisis al señalar que la inacción “amenaza no solo nuestra competitividad, sino también nuestra soberanía”. Los motivos del enfado del ex primer ministro italiano los había puesto al descubierto un informe del Consejo para la...