¿La inteligencia artificial permitirá la inmortalidad? ¿Sin consciencia?
¿Podrá un ordenador emular el olor de una rosa, la amabilidad de la textura y el amor?
¿Puede la inteligencia artificial aprender y copiarnos de tal manera que se vuelva nosotros mismos? Depende de lo que creamos que somos. ¿Un ordenador puede tener consciencia? Según el enfoque científico predominante, el cerebro es como un gran ordenador biológico, con 100.000 millones de neuronas y sus disparos axonales y conexiones sinápticas que actúan como redes de información de estados e interruptores de bits. La variabilidad en la fuerza sináptica, mediada por neurotransmisores químicos, da forma a la actividad de la red y permite el aprendizaje y la inteligencia.
Buscando la vida eterna
Así, hay quienes creen que podremos traspasar lo que somos a bits de un ordenador mucho más fácil de arreglar que las células humanas, y vivir para siempre.
Dmitry Itskov, un magnate ruso, dejó el mundo de los negocios para dedicarse a buscar la vida eterna gracias a la inteligencia artificial. Y no es el único que está convencido. También trabajan en ello los de Microsoft Research. “Preservar y transmitir tus ideas es inmortalidad en un solo sentido: permitir la comunicación con el futuro”, explican en su página web. “La experiencia y la inclinación infinitas son la inmortalidad de dos vías: permitir que usted, o al menos una parte de usted, se comunique con el futuro en el sentido de que el artefacto continúa aprendiendo y evolucionando. La tecnología actual puede prolongar la vida corporal por algunas décadas. Tanto la inmortalidad unidireccional como la bidireccional requieren que una parte de una persona se convierta en información (ciberizada) y se almacene en un medio más duradero. Creemos que la inmortalidad bidireccional, en la que las experiencias de uno se conservan digitalmente y que luego cobran vida propia, será posible en este siglo”. Detrás de lo mismo andan Google y otros graduados del MIT.
Randal Koene, exprofesor de investigación en el Centro para la Memoria y el Cerebro de la Universidad de Boston, cree que conseguirlo es extremadamente difícil, pero no imposible. Y científicos como Anil Seth, editor en jefe de la revista Neuroscience of Consciousness, opina que no estamos tan lejos de conocer todos los intríngulis del cerebro y de la consciencia.
Otros están convencidos de que la IA nunca será como un ser humano. En parte porque es imposible descifrar la complejidad cerebral. Y también porque, aunque suene controvertido, como todo este asunto, la consciencia podría no estar en el cuerpo.
Los límites de la ciencia
Deepak Chopra, uno de los íconos de la meditación y el yoga de los últimos tiempos, cree y difunde que la consciencia está en otro lado. Para comprobarlo, entre otras cosas, anda también en las mismas que Itskov, Microsoft, Google y otros. En un debate reciente del Center for Consciousness Studies de la Universidad de Arizona, discutía con la doctora escéptica Susan Blackmore sobre el “problema difícil” de la consciencia, y explicaba que en su laboratorio trabajan para crear una réplica exacta de él mismo. "No funciona —dice Chopra —, y no funcionará porque un ordenador nunca podrá tener consciencia”.
Chopra no es un simple místico. Doctor en medicina y profesor de la Universidad de California, escribió entre otras cosas junto al anestesista Stuart Hameroff, que trabajó junto con el Nobel de Física Roger Penrose un modelo cuántico de la consciencia: "A pesar de la comprensión de los disparos neuronales, las transmisiones sinápticas, la química de los neurotransmisores y la computación neuronal, no se explica la experiencia consciente, el yo, el libre albedrío o los qualia", la esencia de las percepciones experimentadas. ¿Cómo puede el enrojecimiento, la textura y la fragancia de una rosa, el mundo experiencial, derivar de flujos de datos y actividad electroquímica?”.
Por ahora, todo lo que tenemos son preguntas.