William McKinley, el héroe de Donald Trump
Trump rindió homenaje en su discurso de investidura a su predecesor William McKinley, proteccionista e imperialista que reúne todos los requisitos para gustar al nuevo presidente de EE UU
Cuando Donald Trump afirmó, ya desde el comienzo de su discurso inaugural: “La edad de oro de EE UU comienza ahora”, se estaba refiriendo a la famosa Gilded Age (la edad dorada, a la que sus detractores denominan la edad de la bisutería) del último cuarto del siglo XIX.
EE UU se había convertido entonces en la primera potencia industrial del mundo tras su segunda revolución industrial. Empresas y fortunas colosales se erigen sobre el petróleo (Rockefeller), el acero (Carnegie), los ferrocarriles (Vanderbilt, Morgan), la banca (Morgan), la electricidad (Edison), sin que ningún obstáculo les impidiera aplastar a sus competidores mediante métodos más o menos lícitos.
La llegada de William McKinley a la presidencia, en 1897 y en 1900, se debe en gran medida, tanto política como financieramente, al influyente potentado del carbón, el hierro y el acero, Mark Hanna. La connivencia entre el mundo de los negocios y la presidencia no es nueva. De hecho, McKinley no se preocupa por hacer que se aplique la ley antitrust, aprobada en 1890, que los magnates se saltan a la torera creando holdings.
El presidente goza entonces de una...