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Organización social

Para hacer frente a los cuidados debemos reorganizar toda la sociedad y replantear un nuevo contrato social para que los trabajos y los estudios se adapten a la vida reproductiva, y no al revés.

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Junio 2018 / 6

 

Nuevo contrato

1. Firmar un nuevo contrato social y un nuevo pacto de tiempo con la vida como centro

Durante los últimos años se ha hablado de la necesidad de crear un nuevo pacto social en el que se tome como foco el fin de las desigualdades. Para la economía feminista, este nuevo contrato social, no puede prosperar sin tener en cuenta las enormes desigualdades de género. Dicho pacto debería, entre otras cosas, poner a los cuidados y a la economía reproductiva como un eje fundamental. Es necesario que lo firmen tanto las empresas como los agentes sociales, el Estado y los gobiernos autonómicos y municipales.

Dicho pacto debería valorar el trabajo reproductivo como una parte intrínseca de la economía productiva y, por tanto, coordinar los tiempos de cuidados con los tiempos laborales, las guarderías y centros de mayores, los permisos de maternidad y paternidad, los cuidados de las personas mayores y el acceso a las residencias.

En este nuevo contrato, de amplio espectro, deberían también estar incluidos el acceso al empleo, la igualdad salarial, las pensiones, la protección por desempleo, la educación y el acceso a los servicios de salud.

Según explica Begoña Marugán, de Comisiones Obreras, en el análisis La igualdad de género, pieza fundamental de un nuevo contrato social: “Ni en el marco del contrato social inicial formulado por Rousseau, ni en el surgido en el pacto social keynesiano, que dio origen al Estado de bienestar, se reconoció la igualdad entre hombres y mujeres”. 

El nuevo pacto debería valorar el trabajo reproductivo, hoy olvidado

En lugar de buscar la complementariedad, el reto es compartir

Para ello, propone “aplicar políticas de redistribución y reconocimiento entre las personas. En lugar de buscar la complementariedad de los géneros, el reto es el de compartir. Y, para empezar, se deberían distribuir de modo más igualitario los tiempos y los espacios, y esto supone compartir lo productivo y lo reproductivo, el empleo y los cuidados”.

Este nuevo contrato implicaría reconocer la igualdad de género en la transversalidad de las políticas. “Se trata de acabar con el universo masculino de referencia, pues la cuestión no es que las mujeres lleguen adonde están los hombres, sino compartir los espacios, compartir responsabilidades, compartir el poder, compartir la toma de decisiones, compartir la familia, compartir el trabajo doméstico y de cuidados, compartir el empleo y hacerlo en las mismas condiciones. No solo se pretende que las mujeres accedan a todos los ámbitos políticos y laborales, sino que lo hagan en condiciones de igualdad y que el trabajo doméstico y de cuidados deje de ser invisible y empiece a considerarse riqueza nacional en la contabilidad, en el desarrollo de los países y el bienestar de las personas”.

 

Otra planificación horaria

2. Adaptar los  horarios laborales y de los centros educativos 

Actualmente la escuela termina antes que los trabajos.  Para conseguir llegar a buscar a los niños y niñas  a la escuela, padre o madre tienen que o pedir reducción de jornada, o hacer malabares con extraescolares, canguros (en el 99% de los casos mujeres, muchas de las cuales son inmigrantes y dejan con otros a sus propios hijos) o pedir ayuda a abuelas y abuelos, en el caso en que estén disponibles y se encuentren en condiciones de salud para encargarse de los nietos. Son malabares. En el 80% de los casos, son las mujeres quienes piden una reducción de la jornada para dedicarse al cuidado de los hijos. 

Lo cierto es que a día de hoy los horarios escolares siguen estando pensados como en los viejos tiempos, para mujeres que no tenían un trabajo remunerado y que se hacían cargo de los niños. Hoy, los horarios son demenciales y en su mayoría son las mujeres las que reducen su jornada para adaptarse.

Ello implica no solo salarios más bajos, sino también menos derecho a paro, a pensión y a un ascenso y reconocimiento en la carrera laboral (más allá de que en las mismas empresas esta situación propicia un mayor rechazo hacia candidatas mujeres en edad de reproducción o con niños pequeños).

Esto genera, a su vez, un estado de estrés superior en mujeres que no logran llegar a todas las obligaciones laborales y personales. 

Para la economía feminista esta situación debe cambiar. En primer lugar, porque deben ser en igual medida hombres y mujeres quienes se encarguen de los niños a la salida de la escuela. No se trata solamente de una decisión individual o de pareja; las autoridades públicas y las empresas desempeñan un papel importante. 

De esta manera, se rompería de una vez con las grandes dificultades existentes, y esto permitiría una vida laboral más acorde con la realidad de la vida misma. Se lograría no solo una mayor igualdad, sino también menor incidencia de las enfermedades relacionadas con el estrés y la depresión. Y una reducción de la inversión en salud pública, gracias a la  prevención de enfermedades.

 

Iguales e intransferibles

3. Dar permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles, por un período más largo

En 2016 hubo más padres que tomaron un permiso para ocuparse de sus hijos. Pero aún son muy pocos. De 278.509 permisos de maternidad, 272.821 los tomó la madre. En 5.688 casos el permiso fue compartido con el padre, lo que supone el 9,22% más que el año anterior. Los permisos por paternidad, más cortos, al margen de los de maternidad y compatibles con los compartidos si la madre lo cede, sumaron 244.468, el 2,37% más.

Que los permisos sean iguales, intransferibles y cobrados al 100%

Los permisos de paternidad y maternidad son claves para la igualdad

España está muy lejos de lograr la igualdad, y los permisos de paternidad y maternidad son fundamentales para establecer las bases de lo que vendrá después, no solo por la relación que se gesta en esos primeros tiempos, en la que la madre asume todos los cuidados, sabe todo lo que le pasa al bebé mientras el papá está ausente y es el mismo niño o niña quien acude a la madre cuando necesita algo, sino porque se establece una situación que perjudica a la mujer en su carrera laboral.

Suecia es uno de los países que más se acerca a cómo deben ser los permisos, según la economía feminista, que establece permisos iguales e intransferibles, por un período más largo.

Los padres y madres suecos se reparten, prácticamente como les conviene, 480 días de permiso, que tienen que tomarse antes de que el hijo cumpla los 12 años: 390 de ellos se pagan con un 80% del sueldo y los 90 restantes con unos 20 euros diarios. Desde su instauración en 1974, el permiso de paternidad y maternidad está considerado en Suecia una de las piedras angulares de la política familiar, cuyas bases implantaron los socialdemócratas en la década de 1960. En esa época, el país, en pleno boom económico, carecía de mano de obra. Había que animar a las mujeres a que no dejaran de trabajar tras el nacimiento de su primer hijo.

En España la Plataforma pro Permisos de Paternidad y Maternidad Iguales e Intransferibles (PPIINA), propulsó una proposición de ley que plantea que cada progenitora o progenitor tendrá derecho a dos permisos con distinta denominación, ambos totalmente intransferibles y pagados al 100% de la base reguladora: “1) Permiso parental inicial, de dos semanas obligatorias a disfrutar antes de que transcurran dos semanas a partir del nacimiento, adopción, guarda con fines de adopción o acogimiento. 2) Permiso parental para la crianza, de 14 semanas, de las cuales cuatro serán obligatorias y 10 voluntarias. Este permiso podrá disfrutarse en un bloque o, previo acuerdo con la empresa, en varios, pero siempre antes de que transcurran 12 meses a partir del nacimiento, adopción, guarda con fines de adopción o acogimiento. Así, se permite a las familias organizar el período de crianza de acuerdo con sus necesidades específicas. Asimismo, este permiso podrá tomarse a tiempo parcial, previo acuerdo de la empresa y con la condición de que la persona trabajadora se reincorpore al empleo durante el tiempo que no corresponda al permiso pagado.”

En enero de 2017 el grupo parlamentario confederal formado por Unidos Podemos, En Comú-Podem y En Marea, registró en el Congreso de los Diputados una proposición de ley cuyo contenido se ajusta a la propuesta elaborada por la PPIINA.

En 2012 todos los grupos parlamentarios aprobaron la necesidad de la reforma PPIINA por unanimidad, pero sometida a “cuando la situación económica lo permita”.  Desde entonces, la PPIINA se ha concentrado en desarrollar los argumentos económicos, con un  dosier específico sobre el tema. Según explican, la equiparación del permiso de paternidad con el de maternidad supone simplemente eliminar una discriminación explícita de la Seguridad Social y del Estatuto de los Trabajadores y Trabajadoras. “Afortunadamente, en este caso la reforma es muy barata, fácil de implantar y con un alto rendimiento en términos coste-beneficio”, explican.

 

Más permisos

4. Mejorar los permisos de conciliación, especialmente los vinculados a los cuidados

Cuando hay que cuidar a alguien en casa, son en más del 80% las mujeres quienes se hacen cargo, con todo lo que ello implica: Marianne Thyssen, comisaria europea de Empleo, Asuntos Sociales, Capacidades y Movilidad Laboral, y Vera Jourová, comisaria europea de Justicia, firmaban juntas un artículo en el blog Tribuna Abierta, de El Diario.es en el que explicaban que en 2015, la tasa de empleo femenina se situaba en unos 11,6 puntos porcentuales por debajo de la masculina. Y esta tasa de empleabilidad descendía otros 8,8 puntos porcentuales más si se trataba de mujeres con un hijo menor de seis años. Además, una de cada tres mujeres trabajaba a tiempo parcial, mientras que, en el caso de los hombres, esta cifra era inferior a uno de cada diez.

“La solución, en parte, se encuentra dentro de casa, si ellos también asumen tareas que muchas veces quedan relegadas a las mujeres”, decían. “Asegurarnos de que la carga de las responsabilidades familiares no recaiga de manera desproporcionada en los hombros de las mujeres ayudará a combatir las pérdidas económicas de 370.000 millones de euros que afrontamos cada año como consecuencia de la brecha laboral de género”.

Una vez asumido que el problema también se encuentra en quién concilia dentro del hogar, las medidas para mejorar la conciliación implican actuaciones como el aprovechamiento del mundo digital para que, cuando sea necesario, se pueda trabajar a distancia. Además, proponen adaptar los horarios y garantizar que los trabajadores y trabajadoras puedan tomarse al menos cinco días al año para ocuparse de sus hijos o de familiares enfermos, “y que estos días se remuneren, como mínimo, igual que la baja por enfermedad. Hemos optado —continúan Thyseen y Jourová— por ofrecer a las familias unas fórmulas de permisos más flexibles, de manera que no solo se facilita la vida a los padres y cuidadores que trabajan, sino que también se logra un reparto más adecuado de las responsabilidades familiares”. 

Estas políticas todavía no han sido aplicadas en los Estados.  De todas maneras, las economistas feministas son críticas respecto a estas  previsiones políticas europeas, en parte porque parten de las mismas premisas: “queremos aportar algo de luz a la confusión reinante en el uso de términos como políticas de igualdad y conciliación de la vida familiar y laboral, porque tras esos términos suelen esconderse los viejos discursos, vestidos para la ocasión con lo políticamente correcto, pero sin variar prácticamente un ápice el lugar al que miran y desde el que nombran: público, mercados, masculino, occidental, blanco, heterosexual”, responden las feministas Amaia Pérez Orozco y Sira del Río, en la revista Rescoldos, de la Asociación Cultural Candela, en el número dedicado a mujeres. “Con los mercados situados como epicentro de la organización social, en un mundo que nos hace imaginar un espacio público y otro privado, nosotras queremos distanciarnos de los análisis que tienen a los mercados como objeto de interés preferente (aunque sea desde una posición antagonista)”.  Las feministas proponen una redefinición completa del espacio público-privado donde la vida personal, los cuidados ya sea de niños o de adultos formen parte de un todo, y no estén separados como hasta la fecha. Toman en cuenta que los llamados trabajos reproductivos son tan importantes como los productivos. Y creen que todavía falta realizar un buen debate político al respecto.

 

Casos especiales

5. Impulsar permisos especiales de cuidados a padres y madres de niños con enfermedades de larga duración

Actualmente, las familias que tienen hijos que requieren cuidados especiales se las ven y se las desean para poder conciliar el trabajo con los cuidados requeridos. El tiempo que requieren puede ser de todo el día y prolongarse a períodos de meses. 

Las asociaciones piden que se aplique la ley de dependencia

También se necesitan más recursos destinados a los cuidados

La información sobre los permisos para estos supuestos se encuentran explicados, curiosamente, en el Instituto de la Mujer (de alguna manera se asume que serán ellas quienes se encarguen). Se puede solicitar una reducción de jornada de hasta medio tiempo, tanto si hay hijas o hijos menores de 12 años, o con discapacidad física, psíquica o sensorial que no desempeñe una actividad retribuida, o por el cuidado de un familiar directo, hasta el segundo grado de consanguinidad o afinidad, “que por razones de edad, accidente o enfermedad no pueda valerse por sí mismo y no desempeñe actividad retribuida”. Y en los casos de nacimientos de hijas o hijos prematuros o que, por cualquier causa, deban permanecer hospitalizados a continuación del parto, “la madre o el padre tendrán derecho a reducir su jornada de trabajo hasta un máximo de dos horas, con la disminución proporcional del salario”. También pueden pedir hasta un medio tiempo de jornada reducida para el cuidado, “durante la hospitalización y tratamiento continuado del menor a su cargo afectado por cáncer (tumores malignos, melanomas y carcinomas), o por cualquier otra enfermedad grave, que implique un ingreso hospitalario de larga duración y requiera la necesidad de su cuidado directo, continuo y permanente”. 

La medida implica la disminución proporcional del salario y se puede pedir hasta que los niños tienen 12 años.

Son evidentemente medidas insuficientes, no solo porque las familias a veces no se pueden permitir cobrar un medio tiempo, sino porque los cuidados pueden requerirse mucho más allá de los 12 años.

Las asociaciones de familiares piden una Ley de Dependencia que se aplique. Además, piden aumentar los permisos y la flexibilidad horaria, incentivando que los hombres también se hagan cargo de la situación. Y que la Administración gestione más recursos. Más allá de las enfermedades de los niños, también está el cuidado de las personas mayores, que será cada vez más acuciante, frente al envejecimiento de la población.

 

No más móvil

6. Eliminar el uso del móvil y/o mensajería laborales fuera del horario laboral 

Cada vez más las empresas dan a las personas que trabajan móviles de empresa, o directamente llaman a sus móviles personales. Francia aprobó ya la posibilidad de desconectar los teléfonos móviles después del trabajo. En España el tema se está estudiando: no que se prohíba su uso, sino que las personas tengan derecho a desconectarse, especialmente en ciertos horarios, como los nocturnos; sobre todo cuando se puede demostrar que la llamada no era por un asunto de urgencia.

 

Fuera del horario, no

7. Conferencias y seminarios en horario no lectivo, con servicio de cuidados para niños y personas dependientes

Actualmente, el mundo está diseñado para que muchas de las conferencias, seminarios, actos, entregas de premios y demás, se lleven a cabo en horario no lectivo y fuera del horario laboral. 

En el mundo académico esto es especialmente relevante. Y tiene sus consecuencias directas en la vida de las personas, especialmente de las mujeres. Son ellas, como se explica en varios de los postulados de este Extra, quienes se encargan mayoritariamente de los niños, y quienes deciden a su vez que dejarán de asistir a tertulias, charlas, conferencias y otras actividades, sobre todo si tienen niños a cargo. 

Para solucionar este tema, algunas de las organizaciones que planifican los actos ya están incluyendo en sus presupuestos un lugar para los más pequeños. Las madres o los padres que quieran asistir a estos actos cuentan con un servicio de guardería, con monitores especializados. Por supuesto, lo mejor sería que el sistema se cambiara por completo, para que los cuidados formen una parte integral en la vida laboral y académica. Pero ante la dificultad de que esto ocurra, al menos algunas organizaciones ya toman en cuenta que la familia y los cuidados existen y que, por tanto, es imprescindible un apoyo en los cuidados. Esto fue lo que hizo, por ejemplo, la revista encargada de llevar a cabo este extra, Alternativas económicas, en la organización de las Jornadas de Economía Social y el Futuro del Empleo. Un poco más de dinero en contratar un servicio de guardería puede ampliar la cantidad de público, algo que madres y padres agradecen. Más que una cuestión monetaria, se trata de una actitud y una costumbre.

 

Compartir los cuidados

8. Facilitar espacios y recursos donde los distintos modelos de familias pudieran compartir la atención de los niños y ancianos

Son las mujeres las que más sufren las dificultades de compaginar cuidados, trabajo y vida personal, quienes están rompiendo las barreras para facilitar espacios que permitan compartir la atención a niños y ancianos.

Desde la arquitectura ya se están diseñando nuevos edificios y viviendas que incluyan espacios para compartir los cuidados de los más pequeños. El Col·lectiu Punt 6 es un ejemplo de ello. Formado por arquitectas, urbanistas y sociólogas, diseñan espacios que permitan la interacción, que sean flexibles, que sean seguros e iluminados. La ciudad de Viena tiene todo un proyecto para que haya viviendas interconectadas a través de espacios para niños, con áreas específicas para bicicletas y para carritos. En España, Girona, Donosti, Barcelona, Palma, Santa Coloma y otras, ya están llevando a cabo estudios, proyectos y programas en este sentido. 

En Barcelona, la ciudad cuenta con una serie de iniciativas comunitarias que contribuyen a la democratización del cuidado. “Son proyectos que surgen de personas del territorio para resolver sus necesidades de cuidados de manera colectiva y sin ánimo de lucro”, explican en la página del Ayuntamiento de Barcelona, en la sección de Programas de Tiempo y Economía de los Cuidados. “Estos proyectos se caracterizan principalmente por su capacidad de autoorganización colectiva, la contribución de trabajo voluntario que hacen sus miembros y la transparencia en la gestión económica y en la toma de decisiones. Crean redes de apoyo mutuo, vinculadas al barrio o territorio y son gestionadas por el propio grupo, aunque pueden contar con el apoyo del ayuntamiento de diferentes maneras, como, con la cesión de espacios o con el otorgamiento de subvenciones. Algunos ejemplos de proyectos de iniciativa comunitaria de apoyo a los cuidados son los proyectos de crianza compartida, las iniciativas de covivienda para personas mayores o séniores o los grupos de apoyo a las cuidadoras principales de personas con dependencia, enfermedad o ancianos”.

En el ámbito laboral, el mismo ayuntamiento tiene desde 2006 el programa de Empresas innovadoras medidas de Tiempo y Conciliación. Entre otras cosas, se ha promovido la Red NUST  (Nuevos Usos Sociales del Tiempo). Se trata de una iniciativa formada por empresas “comprometidas a facilitar una mejor gestión del tiempo y conciliación de la vida laboral, familiar y personal, favoreciendo la productividad y un clima de confianza que beneficie tanto a la empresa como a las personas que trabajan y que contribuya a la mejora de la calidad de vida de la ciudadanía”. Esta red trabaja desde lo público y lo privado para facilitar la armonización del tiempo, intercambiar y difundir conocimientos y experiencias entre empresas en el ámbito de la gestión del tiempo y la conciliación y generar sinergias.
La red está formada por más de 100 empresas y organizaciones (pequeñas, medianas y grandes) de diferentes sectores de actuación.

Desde el mismo ayuntamiento se impulsan otros programas como Tiempo para ti, para personas con dependientes a cargo, y Patios  Escolares Abiertos al Barrio.  En él, zonas de juego fuera del horario escolar o actividades lúdicas en los patios de las escuelas son algunas de las líneas de trabajo impulsadas por el proyecto. 

A veces no se cuenta con el apoyo de las autoridades, y es la misma ciudadanía la que se autoorganiza, por ejemplo, contratando en conjunto a madres de día, cuando no se cuenta o no se quiere ir a guarderías públicas sobrepobladas. Lugares como Zaragoza ofrecen talleres sobre las redes de cuidados. La feminista María Añover, quien se encarga del curso, propone en el blog ZAC crear una web en la que poner en contacto tanto a las personas que requieren cuidados como a quienes ya están dando cuidados. La idea es “generar una red de cuidados en la ciudad de Zaragoza tanto física, como en formato web, para poner en el centro del sistema la sostenibilidad de la vida. La finalidad que persigue es la de poder crear colectivamente una nueva comunidad, que diseñe nuevas formas de cuidar y nuevos servicios de forma común, rechazando los mercados y lo monetario como el eje del análisis, poniendo en su lugar, el mantenimiento de la vida y el tiempo de vida”, explica Añover.

“Asimismo, esta red estará formada tanto por personas que cuiden (amas de casa, profesionales en ámbitos de la educación, de la sanidad, empleadas domésticas, entre otras), como por personas que necesiten cuidados (ancianas, personas dependientes, colectivos más vulnerables conforme al sistema de cuidados actual, etc., entidades públicas y privadas vinculadas a este sector, asociaciones, colectivos sociales y cualquier persona que quiera formar parte de la misma. No obstante, esta red de cuidados será dinámica y, por ese mismo motivo, puede ser transformada conforme a las necesidades de las personas que participen”.
 

Crianza que se comparte

9. Nuevas maternidades y paternidades. Buscar espacios de crianza compartida

Tal como lo explica la Consultoría Social Spora: “en los últimos años resuena entre las formas de organizar la crianza y la educación en la primera infancia el término crianza compartida, un concepto que por su novedad está generando cierta confusión”. 

“Crianza compartida”, según el equipo, que ha llevado a cabo el proyecto Los Grupos de Crianza y Hogares de Crianza en la ciudad de Barcelona. Ese es el nombre que han elegido algunos grupos de familias para organizarse y dar respuesta a las necesidades de cuidado de sus hijos, ante la falta de plazas y el descontento con las guarderías. 

Los grupos de crianza se autoorganizan y pueden ser muy distintos entre sí. Sin embargo, indican que tienen algunos elementos comunes: “Se trata de grupos de familias con hijos e hijas en la etapa previa a la escolarización obligatoria; que cuentan con un espacio adecuado para la crianza y, en muchos casos, con un acompañamiento educativo; sus proyectos pedagógicos giran alrededor de un modelo educativo no directivo y centrado en la persona y, como consecuencia, cuentan con ratios muy pequeñas de acompañante/niño o niña; y las familias se implican directamente en la gestión del proyecto, tanto a nivel económico como en las diferentes tareas de mantenimiento del espacio.

Este tipo de grupo es una alternativa que responde  a las necesidades de cuidado de la primera infancia, “pero también a la necesidad que tienen muchas madres y padres de acompañarse en la experiencia de la crianza”.
 

Otro modelo familiar

10. Promover la corresponsabilidad de hombres y mujeres en los diferentes modelos familiares

Ya se pueden hacer cien mil medidas en el ámbito público que si no es obligado y dentro del hogar se siguen sosteniendo los mismos roles, nada cambiará. El problema es que no se trata de una reivindicación que se lleva a cabo en la calle. Se mezclan derechos con amor. Muy a menudo la corresponsabilidad de los cuidados se transforma en disputas dentro de las parejas, en las que la búsqueda de un equilibrio puede llevar al total desamor, y a divorcios en los que las mujeres —por contar mayoritariamente con menos dinero— se ven más perjudicadas o en situación de vulnerabilidad.

Es un pez que se come la cola porque, en general, las mujeres ganan menos, entonces son ellas las que, cuando es necesario se quedan en casa a cuidar de los hijos y, por tanto, son otra vez las que cobran menos, cortan su carrera profesional y a su vez son estigmatizadas por las empresas. 
Las mujeres españolas dedican por día, en promedio, tres horas más que los hombres a tareas domésticas. 

Por eso es importante promover la corresponsabilidad en el hogar. Que las tareas domésticas estén equitativamente compartidas.  

Hay muchas guías y cada vez más herramientas en este sentido. Desde Barcelona, el ayuntamiento tiene en marcha, dentro del servicio de atención a hombres para la promoción de relaciones no violentas, el proyecto Canviem-ho, un catálogo de recursos y actividades formativas dirigidas a la ciudadanía y profesionales. Las actividades son gratuitas y se estructuran a partir de cinco ejes temáticos: la corresponsabilidad y los cuidados, las paternidades, las masculinidades, las violencias machistas y las relaciones afectivo. El eje corresponsabilización, los cuidados y autocuidados tiene como finalidad principal “superar la naturalización de la división sexual de trabajo en la que los roles de género tradicionales de padre/marido proveedor y madre/esposa que cuida significa avanzar en el reconocimiento de la centralidad de estos procesos como indispensables para la vida”. De entre los objetivos generales destacan: el cuidado como eje indispensable para la vida, la responsabilidad familiar de los hombres en los cuidados, la gestión emocional y la necesidad de ser cuidado y de cuidar. A continuación, se desarrollan las actividades indicando en cada caso el formato, la duración y los contenidos específicos. Hay cursos, charlas y un catálogo de talleres y monográficos como Hombres que cuidan de otros y de sí mismos y el monográfico Corresponsabilidad: apropiándonos del hogar, que se desarrolla con metodologías vivenciales.


Más acceso a guarderías

11. Aumentar las guarderías y  los centros de cuidado públicos. Universalizar la educación infantil y la atención a personas dependientes

El tiempo de cuidados posterior a la baja maternal (por ahora es maternal más que paternal, porque no se tienen permisos de maternidad y paternidad iguales e intransferibles), muchas veces no está cubierto. Hasta los tres años, no hay plazas de guarderías públicas suficientes. 

Según los datos de Eurostat, España está entre los peores lugares europeos en atención a la primera infancia por varios motivos: porque solo da una baja maternal de cuatro meses, y paternal de apenas cuatro semanas; porque hay mucha más demanda que oferta en la escuela pública de cero a tres años; porque es poca la ayuda que reciben las familias, en los casos en que reciben algo; porque en los casos en que se puede acceder a la guardería pública el coste suele ser muy alto para los niveles salariales, y porque hay muchos niños por clase para pocos profesores. Eso es en la mayor parte de España, aunque, como en muchos otros países europeos, hay diferencias según de qué parte del país se trate.

La educación de cero a tres años está transferida a las comunidades autónomas y depende en parte incluso de los ayuntamientos.

Ocho países europeos (Dinamarca, Alemania desde agosto de 2013, Estonia, Malta desde abril de 2014, Eslovenia, Finlandia, Suecia y Noruega) garantizan a todos los niños el derecho legal a una plaza en educación infantil casi desde su nacimiento y, a menudo, inmediatamente después de concluir el permiso por cuidado de hijos. En esos países, la igualdad entre hombres y mujeres es mucho más alta que en España. 

La economía feminista no solo pide esto, sino también espacios de cuidados para gente mayor o en situación de dependencia, donde las carencias son todavía más enormes. Los centros de día y las residencias no son suficientes. Y de forma privada son carísimas. Las familias hacen malabares también con sus mayores. Las que se terminan encargando son mayoritariamente mujeres, ya sean de la familia o contratadas, en el caso en que la familia se lo pueda permitir. 

Las economías feministas piden soluciones también en este sentido, desde el Estado.


También en vacaciones

12. Incluir los periodos vacacionales en las guarderías

Muchas guarderías privadas ofrecen el servicio de guardería durante el período vacacional. Las guarderías públicas, no. Suelen parar tres meses al año, lo cual hace todavía más difícil para las familias conciliar cuidados con trabajo. Cuando se habla de universalizar las guarderías, se refiere a que es necesaria la coordinación total del mundo laboral y los cuidados en la primera infancia, incluidos períodos vacacionales. En la escolarización obligatoria también hay períodos vacacionales de tres meses en los que la conciliación se hace muy difícil.


Ayuda en casa

13. Ampliar la red de recursos de apoyo a domicilio

Las economistas feministas reclaman que para que haya una mayor igualdad desde el Estado se proporcionen más servicios de ayuda a domicilio. Tanto las personas mayores como las dependientes pueden contar con recursos de ayuda a domicilio, para favorecer la autonomía personal y ayudar a las familias.

Pero los recursos son ineficaces. Por lo general, las listas de espera son muy largas. Quienes se hacen cargo son mayoritariamente las mujeres de la familia o, en su defecto, mujeres contratadas por las familias (normalmente mujeres inmigrantes que a su vez dejan a sus propias familias en busca de trabajo).

Los servicios una vez que llegan pueden ser de copago. Las diferencias entre las distintas comunidades autónomas son muchas. Pueden variar la cobertura y los precios, así como la cantidad de tiempo permitido. 

Para algunas familias, contar con esos servicios es esencial. Se da una atención personal en la que se ayuda a movilizar a la persona, para levantarla, para acostarla, se le prepara la comida, se la baña, etc. También se ayuda con apoyo psicosocial, para la prevención y reducción de la dependencia, si fuera posible, y se da apoyo con las necesidades diarias como hacer la compra y limpiar. 

A nivel particular existen estrategias grupales, como las que se forman entre familias con necesidades similares, que contratan un servicio compartido.


Vivienda

14. Establecer planes de viviendas con perspectiva de género que, además, faciliten el intercambio de cuidados

No es lo mismo tener una vivienda aislada que una donde haya un lugar de encuentro de vecinos y vecinas. Tampoco es lo mismo una vivienda donde la cocina forme parte integral de la vida hogareña a una donde las cocinas están lejos de la vida social. 

Las nuevas casas son lugares más amables para quienes cuidan

Los nuevos planes de viviendas ponen en valor las relaciones sociales

Los nuevos planes deben incluir residencia y comercio de cercanía

Desde la década de 1960 ha habido un cambio en el papel que ejerce la mujer en la vida familiar. En las facultades de arquitectura hay hoy más mujeres que hombres. Esta participación, sumada a una creciente, aunque lenta, participación de los hombres en la cocina y labores hogareñas, han hecho de las casas lugares mejores y más inclusivos para ambos sexos. Por supuesto, todavía queda muchísimo camino que recorrer y las mujeres siguen teniendo una carga desproporcionada. Pero esta participación de la mujer en la arquitectura ha hecho que los nuevos planes de vivienda ya cuenten con este tipo de perspectiva. De hecho, está visto como una mala praxis que las viviendas y los planes de viviendas no cuenten con la perspectiva de género. Se toman en cuenta ya espacios de calidad para las actividades domésticas, espacios para otras actividades, se valora el cuidado y autonomía de las personas dependientes, se verifican los espacios seguros para la libertad de movimientos y se pone en valor la salud y el medio ambiente, además de la promoción de las relaciones sociales y la convivencia.

Para llevar a cabo estas políticas, los ayuntamientos que los llevan a cabo hacen primero un estudio de impacto, en el que son las mismas personas las que plantean las necesidades. El sistema de cooperativas de viviendas, en el que son los nuevos propietarios quienes se organizan antes de comenzar a construir las casas, ha resultado muy fructífero.

Además, las feministas plantean que los planes de nuevas viviendas tomen en cuenta la conciliación con barrios que no estén segregados ni especializados donde se pueda residir, comprar y trabajar. Deberá haber equipamientos bien repartidos, un buen acceso al transporte público y debería existir apoyo al comercio de barrio. También se deben incluir entre las viviendas espacios para oficinas, talleres u otro tipo de negocio. Los comercios dan vida a un barrio y, por ello, es necesario asegurar su presencia. Una de las fórmulas propuestas es reservar suelo para ello. Se buscan fórmulas de gestión que los hagan viables. 

Algunas propuestas inciden incluso en incluir dentro de la trama urbana algunas naves industriales, que por el momento se encuentran en polígonos. Proponen analizar los pros y los contras de hacerlo de diferentes maneras, pero ven más ventajas que desventajas, como la cercanía del lugar de trabajo con el domicilio, el aprovechamiento de los recursos, la vitalidad de la convivencia.

Otra de las cosas que se deben tomar en cuenta es la densidad de la población, para una sostenibilidad urbana y medioambiental. Las urbanistas feministas establecen que debe haber un equilibrio, para que no haya zonas con baja densidad de población y otras con demasiada gente. Para ello no solo se tiene que mirar dónde y a quién se adjudican las viviendas, sino que también se debe dotar de actividades sociales, culturales, comerciales o de otro tipo que contribuyan a alimentar la vida urbana. 


Desde casa

15. Facilitar el teletrabajo y la flexibilidad horaria 

Si se quiere, se puede. El antiguo horario partido, con dos horas para comer y saliendo a las siete u ocho de la noche es una opción cada vez menos elegida en el mundo de las empresas. Existen mil maneras de facilitar la conciliación con teletrabajo y flexibilidad horaria. Por ejemplo, hay empresa que compactan las jornadas para que queden tres tardes libres. Existen a su vez aplicaciones para móviles que facilitan la gestión del tiempo de la plantilla, otras empresas han implementado por iniciativa propia —y porque genera una mayor satisfacción de los y las trabajadoras—, la famosa jornada de 35 horas, o han cambiado a jornadas continuas de seis horas. Han hecho sábados festivos cada equis semanas, rotación de turnos o bancos de horas para recuperar el tiempo cuando no se ha podido o no se puede estar, para encajar las necesidades personales con las laborales. 

Algunas empresas también dan la posibilidad de llevar a cabo vacaciones fraccionadas a la carta, o la posibilidad de compaginar las últimas semanas de la baja maternal con la jornada a tiempo parcial y de acumular las horas de lactancia.

El teletrabajo es otra de las fórmulas, cada vez más utilizada por las empresas, aunque sea un día por semana. Algunas empresas proporcionan incluso ordenadores portátiles para todo el personal que lo requiera por motivos profesionales con conectividad a la red de interna, el uso de videoconferencia en todos los centros y reuniones online.

Estudios como el del Observatorio de Recursos Humanos de Trabajando.com (la mayor red de sitios de empleo en Iberoamérica)  demuestran que esta flexibilidad que las empresas dan hace más felices a las personas que trabajan en ella y, por tanto, aumenta la productividad. 


En horario laboral

16. Establecer obligatoriamente las reuniones y las formaciones en horario laboral (con topes horarios, cuando sea posible)

Actualmente las reuniones se hacen a cualquier hora del día. Las empresas y las organizaciones no toman en cuenta la vida personal. El horario laboral se puede extender en horas que corresponden a la vida personal, después del cierre de la oficina e incluso en fin de semana. Esto conlleva siempre problemas para encajar el cuidado de los niños o mayores, o simplemente la vida personal. Las feministas se refieren al respeto a ese mundo privado, y solicitan que el establecimiento de reglas de protección de estos derechos se haga de forma obligatoria.

 

*** Este artículo forma parte del número extra 'Economía feminista' de Alternativas Económicas, que incluye 72 propuestas para incorporar la perspectiva de género a la actividad económica