Alianza Renault-Nissan: ¿un acuerdo en trampantojo?
Es razonable poner en duda un modelo de gobernanza entre iguales para dos empresas con una historia compartida muy agitada y culturas tan distintas.
Es razonable poner en duda un modelo de gobernanza entre iguales para dos empresas con una historia compartida muy agitada y culturas tan distintas.
La adquisición de Bankia por parte de Caixabank acaba con la banca pública y pone a los consumidores en alerta ante el peligro de que continúen las malas prácticas.
Desde que a las 23.45 horas del 3 de septiembre Caixabank y Bankia dieron a conocer la existencia de conversaciones entre sus consejos de administración para “analizar la fusión entre ambas entidades”, los mercados la dieron por hecha. Y ello pese a que el accionista mayoritario de Bankia, el FROB, indicase en un comunicado inmediato que se había enterado de la operación por la página web de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y que solo la analizaría si esta “culminara en el planteamiento a la Junta de Accionistas de una propuesta de fusión”.
El choque de culturas que suele producirse cuando dos empresas muy distintas se unen en una compra o integración da al traste a menudo con las sinergias y otras ventajas propias de las alianzas corporativas.
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