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Ayudar al empresario e incentivar al burócrata

El Gobierno de Pekín adopta un nuevo enfoque para reactivar la economía y fija sus prioridades en apoyar al sector privado y a los funcionarios con iniciativa

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Noviembre 2024 / 129
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Perico Pastor funcionarios china

Ilustración
Perico Pastor

Asu manera, los líderes chinos han emulado a Mario Draghi, que en julio de 2012 lanzó su famosa frase: “El BCE está dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente”. A finales de septiembre, tras una inesperada reunión para promover la reactivación de la segunda economía mundial, la élite dirigente china emitió un inusual comunicado en el que se comprometía a desplegar “todo el gasto fiscal necesario” para cumplir con el objetivo de crecimiento del 5% del PIB para este año y propulsar la actividad en el siguiente ejercicio. Esta declaración revela la preocupación que hay en Pekín por la salud económica del país.

El comunicado emitido por los 24 miembros del Politburó, el órgano supremo del Partido Comunista de China, sorprendió a todo el mundo. Nadie esperaba un pronunciamiento tan claro en favor de la reactivación económica, especialmente, tras un foro de varios días dedicado a este tema celebrado en julio y que concluyó poniendo énfasis en la seguridad nacional y dando por hecho que la economía del país iba por buen camino. El cónclave de septiembre, sin embargo, afloró la inquietud que hay en Pekín por la marcha de la economía, ya que estas discusiones macroeconómicas acostumbran a celebrarse en los meses de abril, julio y octubre.

La realidad es que el panorama económico explica el desasosiego de la cúpula comunista y justifica dicha reunión. La economía no se ha recuperado desde la pandemia. A ello se suman una crisis inmobiliaria que va por su cuarto año y el sector no da muestras de recuperación; un endeudamiento público que superaba el 300% del PIB a finales de julio; un porcentaje de paro juvenil que escalaba al 18,8% en agosto, al tiempo que ingresaban en el mercado laboral 11 millones de graduados universitarios, y que el consumo no arranca. Supone un horizonte nada halagüeño para los planes del presidente Xi Jinping.

Papel secundario

Pero mucho más asombro que la convocatoria de la reunión y sus conclusiones causaron las ordenes que impartió Xi para relanzar la economía del país. Hizo un claro un llamamiento a favor de ayudar al sector privado y emplazó a los funcionarios a actuar con audacia para impulsar el desarrollo, según la prensa local. Se trata de unas órdenes inesperadas, dada su desconfianza hacia el empresariado nacional, pero cargadas de lógica.

El partido comunista tiene catalogada a la empresa privada como un sector complementario de la economía estatal. Es un papel secundario que choca con la realidad. Y es que el sector privado aporta más del 50%de los ingresos fiscales del país, representa el 60% del PIB, crea el 70% de la innovación tecnológica, genera el 80% del empleo urbano y suma el 90% de las entidades del mercado, según datos oficiales.

Esas cifras justifican que dos días después de la reunión del Politburó, Zheng Shanjie, director de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma —principal organismo planificador de la economía china—, se reuniera con empresarios y les confirmara las ordenes de Xi. Zheng les aseguró que Pekín no escatimará esfuerzos para ayudar a las empresas a superar las dificultades que tengan para llevar a cabo sus proyectos. Son unas garantías con las que intentó subsanar las drásticas medidas de que fueron víctimas numerosas compañías privadas en los últimos años, especialmente las tecnológicas y las inmobiliarias. Estas empresas, en su mayoría, vieron perjudicados sus planes de crecimiento por los intentos del partido comunista de frenar la “expansión ciega” del capital.

Pero si fue sorprendente el llamamiento de Xi en favor del sector privado, mucho más lo fue la mención en el comunicado del Politburó del término “tres exenciones”. Es una expresión con la que la cúpula comunista pretende dar garantías a los funcionarios para que actúen sin miedo y tomen las decisiones que crean oportunas para impulsar el desarrollo, sin preocuparse por las consecuencias que puedan provocar si cometen errores.

Así, tras el término “tres exenciones”, los líderes chinos, subrayan su voluntad de eximir a los funcionarios bien intencionados que cometen errores por su falta de experiencia, a aquellos burócratas que incurren en fallos en ámbitos en los que no hay restricciones claras y a los servidores públicos que se equivocan inadvertidamente al promover el desarrollo.

Desgana de los funcionarios

Con esta invitación, Xi pretende acabar con un debate antiguo. Es una discusión que tiene su origen en la creencia del líder chino de que muchas de las decisiones del Politburó no se aplican por la pasividad de los burócratas, lo que, en su opinión, entorpece la aplicación de las reformas aprobadas. Muchos analistas atribuyen este fenómeno a la desgana que se apodera de muchos funcionarios ante el temor a ser castigados por cometer errores o malinterpretar las directrices de sus superiores. Es una actitud lógica en un régimen en el que un ministro o un empresario puede desaparecer varios meses investigado por corrupción.

En ese giro estratégico de la política macroeconómica, el Politburó también tuvo en cuenta a las capas más desfavorecidas de la población. Así, se comprometió a aumentar los ingresos bajos y medios, a promulgar medidas en apoyo del consumo y a mejorar las políticas a favor de la natalidad, para que sirvan de contrapeso al rápido envejecimiento de la población.

Recorte de tipos

Estas promesas de los líderes chinos no constituyeron un hecho aislado, sino que forman parte de un plan más amplio. Dos días antes, el banco central de China había anunciado su mayor y más agresivo paquete de medidas de flexibilización desde la pandemia, con recortes a una amplia gama de tasas de interés, que suponen una inyección de liquidez de un billón de yuanes (130.000 millones de euros) en el sistema financiero. Es una iniciativa destinada a rescatar la economía de la crisis deflacionaria que padece y encauzarla en la senda de crecimiento económico del 5%. Y la víspera de la reunión del Politburó, el Gobierno había dado a conocer un total de 24 directrices para priorizar la creación de empleo y prevenir una posible escalada de la tasa de paro.

El paquete de iniciativas sugiere que Xi Jinping ha tomado conciencia de la gravedad de la desaceleración económica que afecta a China y ha decidido apretar el acelerador para reactivar la actividad del país, una meta que parecía haber orillado en favor de la seguridad nacional. Lo que no está claro es si estas medidas serán suficientes para reactivar la economía o caerán en saco roto por la desidia de los funcionarios del partido y del Gobierno.