Thierry, el protagonista de La ley del mercado interpretado por el actor Vincent Lindon, es un hombre de cierta edad que lleva tiempo en paro, soportando humillantes entrevistas. Llega una oportunidad. Reaparece como vigilante de seguridad de una empresa. Ahora espía a través de múltiples cámaras a sus colegas, igual de humildes y humillados que él. Su deber es pillarles en renuncios como quedarse un bono de descuento. Ahora él también pone presión. Forma parte del sistema, del gran teatro del trabajo. Una compañera se suicida cuando el establecimiento le transmite que ya no la considera de fiar, después de dos décadas de trabajo. Necesitaba dinero para un hijo con problemas. El protagonista también tiene un hijo con problemas.
Con una fría distancia clave en la narración de los hechos —Thierry ni siquiera parece poder contar a su manera lo que sucede, simplemente hay un ojo ahí, una cámara—, la película logra transmitir la angustia, el malestar, el miedo, la búsqueda de dignidad, entre discursos que tergiversan la realidad alienante en la que participa el protagonista.
Tres visiones de la soledad
La ley del mercado es una de las tres entregas del director Stéphane Brizé, con Lindon como protagonista y coproductor, sobre las nuevas realidades laborales que se viven, en este caso en Francia, aunque son situaciones replicables en empresas de servicios y fábricas de una economía globalizada. Lindon, premiado en Cannes por su trabajo en 2015, se pone en la piel de un sindicalista enfrentado al cierre de su empresa en En guerra. Es otro de los rostros del capitalismo, pero exhibe el mismo agotamiento, la misma tensión.
La tercera mirada, Un nuevo mundo, con un componente mayor de ficción, aunque en tono no menos realista, es la de un directivo de planta del grupo Elsonn emparedado entre "el patrón" —Mister Cooper, americano, que somete a sus fábricas a una dura competencia interna sobre la base de recortes de personal— y una plantilla pasto de rumores. Como la planta a la que se entrega día y noche tiene beneficios, Philippe Lemesle, nombre del directivo, intenta evitar los despidos proponiendo reducir el bonus del conjunto de la dirección y da su palabra al personal de que no habrá recortes. ¿La respuesta? El señor Cooper tiene a su vez otro patrón: Wall Street. Y este jefe superior exige "valentía para tomar decisiones". La plantilla deja de creer en la palabra de Lemesle.
La guinda al deshumanizado mundo corporativo es la única e inesperada puerta de salida que se le ofrece desde la empresa a un ejecutivo aplastado, además, por la frustración de su esposa —Sandrine Kiberlain, que lamenta en pleno divorcio: "Yo vivo con el grupo Elsonn, estoy casada con el grupo Elsonn"—. El precio que a cambio se le exige a Lemesle es tan elevado que le abre los ojos sobre la persona en la que se ha convertido. Lo deja. Y eso es lo más inquietante del filme. Al final, parece que la única salida es tirar la toalla, saltar del barco. Una salida digna, sí; individual.
Un nuevo mundo
Francia, 2021
96 min.
Dirección: Stéphane Brizé
Guion: Stéphane Brizé, Olivier Gorce
Reparto: Vincent Lindon, Sandrine Kiberlain, Anthony Bajon, Marie Drucker
Accesible en la plataforma Filmin.