Algunos acontecimientos cambian el mundo sin que este fuera su objetivo (a diferencia de una revolución) y solo mucho después se comprende la magnitud de la disrupción. Es lo que sucedió con la imprenta y el descubrimiento de América en el siglo XV, cuyos efectos colosales no empezaron a verse hasta la centuria siguiente, como constata la catedrática alemana Marina Münkler en una obra profunda y a la vez didáctica sobre este siglo fundamental.
Las reglas del mundo antiguo saltaron por los aires con la difusión masiva de texto escrito, la primera globalización y la sacudida geopolítica que supuso el imperio otomano. Una “nueva era” con el potencial de mejorar la humanidad, pero que llevó a saqueos, guerras de religión y grandes concentraciones de poder: toda una advertencia ante momentos disruptivos como el actual