Exponencialidad sin ética
Un mensaje a emprendedores y directivos sobre las oportunidades de negocio que traen los cambios tecnológicos.
Este es un libro transparente y, a la vez, engañoso. Transparente en cuanto amplía, con más de 800 referencias a pie de página, lo que los autores apuntaban en libros anteriores. Que hay tecnologías (inteligencia artificial, 5G, sensores, robótica, realidad virtual, impresión 3D, blockchain) que avanzan de modo exponencial e imparable. Que la convergencia de estas tecnologías aumenta su potencial de arrasar productos, servicios y mercados, junto con las estructuras que los sustentan. Que la exponencialidad genera grandes oportunidades de negocio, por lo que está a la vuelta de la esquina “la reinvención de todo” con modelos de negocio exponenciales en el comercio, la publicidad, el entretenimiento, la educación, la alimentación, las finanzas, la atención médica y la longevidad.
Los autores dirigen su mensaje a emprendedores, innovadores y directivos con la mente lo bastante abierta para percibir esas increíbles oportunidades de negocio y, a la vez, lo bastante ágiles y osados para lanzarse a aprovecharlas. Solo mencionan dos limitaciones que pueden interponerse a que este futuro se materialice. La primera es que no todo el mundo estará a la altura del reto exponencial, porque el cerebro humano no está diseñado para entender cambios tan rápidos (hemos de suponer que esto no es su caso).
Omisión: Los autores dejan para otros la reparación de los daños causados por la innovación disruptiva
Consideran, además, que la gobernanza actual no tiene la flexibilidad requerida para acomodar cambios tan rápidos, por lo que reclaman modelos de gobernanza similares a los de empresas exponenciales. Pero omiten mencionar que esos modelos propician que unos pocos retengan los beneficios asimétricos derivados de la exponencialidad mientras que dejan para otros la reparación de lo arrasado por la innovación disruptiva. Como cuando celebran que las redes sociales ayuden a que la inteligencia artificial sea más inteligente, aunque tal vez nos estén volviendo más tontos. Es solo una de las muestras de una exponencialidad ni ética ni democrática.