No pasa día que no tengamos que enfrentarnos a la amarga noticia de varias familias desahuciadas de sus viviendas. No es una falsa impresión. Las estadísticas oficiales disponibles confirman que la expulsión de las familias de sus hogares por no pagar sus hipotecas crece.
La crisis deja cada vez a más ciudadanos en el limbo al no cumplir los estrictos requisitos de acceso a la compleja maraña de ayudas, subsidios o pensiones previstos, de fronteras porosas.