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Una carrera de obstáculos

Tras sortear muchas dificultades, el Ejecutivo de izquierdas arranca su segunda legislatura con desafíos colosales

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Diciembre 2023 / 119
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La Moncloa

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La odisea para que el Gobierno de coalición prosiga una segunda legislatura ha llegado finalmente a buen puerto con la reelección de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Tras las elecciones agónicas del 23-J, en las que la izquierda revirtió los pronósticos adversos, y superadas las complejas negociaciones para la investidura, que a ratos parecían directamente imposibles, el Ejecutivo del PSOE y Sumar ya está finalmente operativo con un programa continuista que aspira a consolidar las políticas sociales iniciadas la pasada legislatura y a culminar, a través de la amnistía, el camino para recomponer los estropicios que provocó el procés de Cataluña y la respuesta que le dio el Gobierno del PP.

Sin embargo, el nuevo Ejecutivo ha arrancado con aires de provisionalidad en áreas tan clave como la económica y la de transición ecológica, a la espera de que se confirme o no el salto europeo de dos de sus vicepresidentas, Nadia Calviño y Teresa Ribera. Y a pesar de que Sánchez logró ser investido en la primera votación y por una mayoría holgada —179 escaños frente a 171, con el respaldo de todas las formaciones salvo el PP, Vox y UPN—, los desafíos que afronta el Gobierno son colosales e inéditos.

De hecho, toda la odisea ha servido solo para situar al nuevo Ejecutivo en la línea de salida: la auténtica carrera de obstáculos empieza ahora. Lo que sigue es la hilera de las vallas por saltar que no existían en la legislatura pasada.

Presión para recortes

El mandato anterior estuvo condicionado por la pandemia, que originó grandes planes de apoyo público por parte de la Unión Europea en un contexto de excepcionalidad y un paréntesis en las exigencias de disciplina fiscal. Pero con la vuelta a la normalidad y las dificultades agravadas de la economía internacional, Bruselas está retomando ya la presión para recuperar el marco ortodoxo habitual, dominado por las exigencias de dar prioridad a la reducción de la deuda pública, lo que suele dificultar los proyectos de agenda social que impliquen movilización extra de recursos. Además, el terreno de juego europeo se está corriendo cada vez más a la derecha, con sucesivas victorias electorales de partidos ultras o neoliberales —el último caso, en Países Bajos—, una ola que tiene perspectivas de seguir avanzando en las elecciones a la Eurocámara del próximo junio.

Derecha en el monte

La oposición de las derechas fue implacable en la pasada legislatura, pero en el arranque de esta ha aumentado todavía muchos decibelios y la ha extendido a la calle, con movilizaciones cotidianas contra la amnistía y acusaciones gruesas de “golpe de Estado” y de tics dictatoriales. A pesar de que los partidos que votaron a favor de la investidura superaron en 1,3 millones de votos a los sufragios conseguidos por las formaciones contrarias, sectores significativos de la derecha, secundados por influyentes parcelas del poder judicial, niegan incluso la legitimidad del nuevo Ejecutivo y han prometido una guerra sin cuartel para derribarlo.

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Investidura Pedro Sánchez

Amenazas del poder económico

El Gobierno de izquierdas nunca ha sido del agrado del mundo empresarial, pero la nueva legislatura ha arrancado no solo con augurios catastrofistas, amplificados por los diarios económicos más afines al PP, sino también con amenazas veladas de desinversiones y de guerra total por parte de algunos de los grandes poderes económicos, singularmente de la banca y las eléctricas. El acuerdo entre el PSOE y Sumar para consolidar los impuestos específicos a ambos sectores, que están pulverizando récords de beneficios, ha elevado sensiblemente la tensión y augura un nuevo foco de hostilidades a los muchos ya existentes. 

Dependencia de Junts

Los sudokus para construir mayorías que permitan sacar adelante las leyes ya eran muy complicados, pero ahora, además, deberán incluir necesariamente a Junts, un partido todavía condicionado por el marco de excepcionalidad de 2017 y por la huida de su líder, Carles Puigdemont, a Waterloo, con una agenda centrada totalmente en la amnistía y en garantizar que llegue a buen puerto. Solo los extraordinariamente optimistas del Gobierno creen que podrán lidiar con la dependencia de Junts como si fuera equivalente a la de cualquier partido normalizado.

Competencia entre nacionalistas

La situación es tan compleja que el Gobierno no solo deberá contentar a una larga lista de socios con intereses en ocasiones antagónicos, sino que deberá lidiar con otra singularidad: necesita simultáneamente el apoyo de formaciones que compiten ferozmente entre sí por la hegemonía en Cataluña y en Euskadi, lo que dificulta enormemente llegar a acuerdos que satisfagan a todos. Esta competición ya se daba entre el PNV y EH-Bildu, pero ahora se agrava ante la inminencia de unas elecciones autonómicas, en primavera, especialmente disputadas. Y el pulso inacabable entre ERC y Junts se dará dentro del espacio imprescindible para la supervivencia del Gobierno, un terreno en el que antes estaba solo Esquerra y no Junts, su gran competidor. 

 

Polo económico alternativo

A pesar de que las relaciones entre la derecha españolista y las formaciones de orden con las que se entendieron en el pasado en Cataluña y Euskadi —Junts, surgido de las cenizas de CiU, y el PNV, respectivamente— están rotas, la aritmética del nuevo Congreso es tan endiablada que existe la posibilidad de una mayoría alternativa en materia económica. Las tres formaciones aspiran a representar los intereses de las organizaciones empresariales, con una agenda compartida de bajos impuestos y facilidades para los negocios, lo que propicia un terreno común frente a la agenda económica del Gobierno de izquierdas. La patronal catalana Foment del Treball lidera los esfuerzos para recoser estos intereses comunes con el objetivo de cortocircuitar las propuestas más izquierdistas en economía que promueva el Gobierno sin necesariamente poner en juego, por ello, la continuidad del Ejecutivo.

Oposición de Podemos

El nuevo Gobierno ha arrancado con la exclusión de Podemos, que fue antes el eje central de la izquierda alternativa. Este espacio, que ahora lidera Sumar, ha dejado de estar pacificado y amenaza con una implosión, lo que tendría consecuencias directas para la estabilidad del Ejecutivo con una mayoría tan ajustada como la que le respalda. Podemos baraja la posibilidad de presentarse en solitario a las próximas elecciones europeas y tomar, con ello, un camino que daría prioridad a reforzar su perfil propio, lo que implica, a su vez, aumentar las dificultades cotidianas del Ejecutivo y quién sabe si incluso su supervivencia misma a medio plazo.

En 2016, el atleta navarro Sergio Fernández Roda se convirtió en subcampeón europeo en los 400 metros vallas, un hito del atletismo español… y, ahora, inesperado referente de un Gobierno que en esta legislatura deberá saltar muchas vallas si quiere alcanzar la meta.