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Hacia un presupuesto de carbono

La emergencia climática exige reorganizar la economía con medidas de calado, viables e igualitarias, como el reparto de cuotas anual de emisiones entre la población y su incorporación en los precios de bienes y servicios

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Octubre 2022 / 106

Ilustración
Pedro Strukelj

Cada vez está más claro que no podemos seguir vertiendo CO2 y gases de efecto invernadero en la atmósfera a este ritmo. Nos arriesgamos a traspasar la frontera del aumento de temperatura de más de 1,5 grados sobre la era preindustrial, algo que nos puede llevar a la extinción. La población es consciente de ello. Un estudio reciente revela que el 83% de la ciudadanía en España cree que los efectos de la crisis climática se notarán de forma más grave en los próximos 10 años.

La cuestión es cómo interpretamos este dato y qué hacemos al respecto. Tenemos que cambiar la forma de hacer las cosas, pero ¿por dónde empezamos?
 
En este artículo exploramos la posibilidad de tratar el presupuesto de carbono con un enfoque presupuestario. La cantidad de CO2 máxima que la humanidad puede verter en la atmósfera sin sobrepasar el límite de temperatura mencionado es de 400 Gt de CO2 (giga-toneladas de CO2 y gases de efecto invernadero). Sin embargo, vertemos 36 Gt de CO2 al año. Las cuentas se hacen rápidamente, en 10 años, nos habremos pulido el presupuesto de carbono total.
 
Para gestionar las emisiones de CO2 máximas como un presupuesto de carbono, un primer paso consistiría en dividir las emisiones en cuotas o permisos que dan derecho a emitir CO2. Una unidad de permiso podría equivaler a 1 kg de CO2.
 
El siguiente paso sería plantearnos cómo nos vamos a distribuir el presupuesto total en el tiempo. Parece razonable empezar el primer año en el nivel de consumo actual e ir descendiendo año a año, para que tengamos la oportunidad de adaptarnos poco a poco.
 

Gestión de los permisos

 
Hasta aquí llegan los elementos comunes de las propuestas de gestión del presupuesto de carbono. Todas ellas están caracterizadas por establecer un límite cuantitativo a las emisiones de carbono y adjudicar en forma de permisos el derecho a emitir CO2, pero cada una de estas propuestas tienen una forma distinta de repartir y gestionar estos permisos. Veamos las más destacadas:
 
  1. La propuesta Cap & Dividend (tope y dividendo) consiste en exigir a las empresas suministradoras de energía que compren permisos de emisiones (en subasta), en función de las emisiones correspondientes a la energía que venden y dentro del tope del año corriente. A la vez, los ingresos procedentes de la subasta de derechos se repartirían de forma igualitaria entre la población (dividendo). Las compañías de suministros repercuten el incremento de costes a sus precios. Habría un incentivo de precio en dinero a abandonar los combustibles fósiles, a causa del aumento de precios de todo aquello que sea alto en carbono. A la vez, el dividendo compensaría el aumento de precios, al menos de forma parcial.
  2. La propuesta TEQs (cuotas de energía -fósil- negociables, por sus siglas en inglés) consiste en repartir una parte de los permisos de forma gratuita e igualitaria entre todos los ciudadanos. Otra parte de los permisos se vendería a las empresas y al Estado, por lo que el consumo de bienes y servicios no energéticos tendría un desincentivo vía aumento de precios, como en la propuesta anterior. Sin embargo, los ciudadanos usarían los permisos directamente para pagar las facturas energéticas: gas, gasolina o electricidad. Las empresas de suministros energéticos deben cobrar los permisos, además del precio de la energía a sus clientes (familias y empresas) y entregarlos al Gobierno como una especie de tasa en forma de permisos. Estos permisos son negociables porque los ciudadanos los reciben de forma gratuita, pero pueden venderlos y comprarlos en un mercado secundario.
No podemos analizar los numerosos detalles de ambas propuestas, u otras similares, pero comparten importantes ventajas:
 
  1. Son sistemas viables que pueden limitar y hacer descender las emisiones de CO2 de forma efectiva y alcanzando todos los sectores. Otros sistemas como el Cap & Trade de la UE dejan fuera de control una parte importante de las emisiones.
  2. Ambos introducen el factor igualitario al repartir un dividendo dinerario, o bien repartir los permisos de emisiones, de forma igualitaria para una transición sin dejar a nadie atrás.
 
Nuevo sistema de precios
 
El reparto de permisos de forma capilar a toda la ciudadanía (TEQs) puede parecer engorroso, pues habría que implementar algo que, de facto, sería un segundo precio, en permisos. Además, se podría pensar en una variante de este sistema que extendiera este tipo de gestión más allá de la energía, a la totalidad de los bienes y servicios. Esto no presenta problemas técnicos. Las tendencias ya apuntan a la incorporación de nuevos medios de pago en nuestra vida mediante fichas (tokens) para medir y gestionar otras variables. De esta forma, los tokens-permisos viajarían por la cadena de suministro desde el consumidor hasta los proveedores energéticos, pasando por comerciantes, distribuidores y fabricantes y no se reduciría el ajuste vía precios convencionales.
 
¿Por qué es interesante desarrollar este segundo precio? Porque el sistema monetario que tenemos está diseñado para automultiplicarse allí donde haya un retorno esperado del capital, ya que los bancos crean el dinero de la nada dando préstamos. Este principio de creación monetaria para la optimización dineraria no es compatible con optimizar cualquier otra variable, como las emisiones, si esto va en su contra, ya que este es el corazón de nuestro sistema económico. De este modo, tenemos un sistema monetario en el que la masa de dinero en circulación aumenta sin cesar, más incluso que el PIB.
 
Un segundo sistema de precios en tokens-permisos generaría un activo monetario nuevo, más escaso y más valioso que el dinero convencional. El sistema monetario y financiero se adaptaría, igual que hizo en la crisis financiera y la pandemia. En cumplimiento de su mandato de estabilidad de precios, los bancos centrales avanzarían en el camino de la orientación del crédito para evitar el colapso y la deflación.
 
Nuestro sistema actual debe cambiar, pero también tiene grandes virtudes; una de ellas es la orientación a resultados y la capacidad de optimizar la variable escasa. Solo necesitamos cambiar de una variable escasa (el dinero) a otra más escasa (los permisos de emisiones). El sistema de precios es un poderoso sistema de señales. Con un precio en carbono para cada bien o servicio, cada individuo tomaría decisiones para alcanzar una vida plena en estas circunstancias, incluyendo decisiones de voto, lo que llevaría el mismo principio activo a la acción colectiva y a la política pública.
 
Más información en la web de REVO Prosperidad Sostenible: www.revoprosper.org