Los perversos efectos de la concentración bancaria
La reducción en el número de entidades beneficia a los grandes bancos a costa de la competencia, la inclusión financiera y la equidad social
La inadecuada gestión de riesgos, junto con un sistema perverso de incentivos, desencadenó la última crisis financiera en España con enormes consecuencias económicas, sociales y medioambientales. No es objeto de este artículo la exposición de los impactos en mayor o menor medida por todos conocidos, sino el análisis de una derivada menos visible pero con consecuencias perversas presentes e inciertas en el futuro sobre un sector clave en la economía, el financiero, y de cuya salud depende, en parte, el desarrollo social del país: el proceso de concentración.
A partir de 2008, y especialmente desde 2012, se produce una reestructuración bancaria que ha derivado en la reducción del 45 % en el número de entidades de depósito españolas (el 37 % en los últimos 10 años), el cierre del 61,5% de la red de oficinas (el 41,5% en los últimos 10 años) y la pérdida de cerca del 42% de empleados (el 31,5% en los últimos 10 años), según cifras del Banco de España. Los niveles de concentración bancaria se han acelerado a una velocidad nunca vista anteriormente: las cinco primeras entidades españolas por activos totales...