Terminar con la explotación de África
El africano sigue siendo el continente de la pobreza estructural. Perdura el expolio de sus recursos y la explotación de su mano de obra por parte del Norte desarrollado
La imagen que proyectamos de África es, a veces, algo idílica: un continente dinámico, con una demografía joven; una África donde construir el futuro, una tierra llena de riqueza, lugar de todos los posibles. Tras estas palabras, que reconfortan a los africanos y a aquellos que los rodean, la realidad es un poco diferente. ¿Estamos a las puertas de grandes cambios en África o —una posibilidad más cruel— en una especie de inmovilidad, difícil de aceptar?
En el pasado África sufrió la esclavitud a gran escala, la trata y el comercio triangular; más tarde, la colonización. El Norte, más desarrollado, necesitaba sus materias primas y su mano de obra barata para trabajar a bajo coste en las plantaciones de caña de azúcar y algodón, para buscar el caucho en la selva ecuatorial o como contingentes militares en conflictos mundiales. El saqueo fue generalizado a costa de los derechos humanos de poblaciones traumatizadas.
Felizmente, tras la abolición progresiva de la esclavitud, la caída de los imperios coloniales parecía marcar el fin de un estado de dependencia absoluta respecto de un centro desarrollado, que...