El filme La guerra de las corrientes retrata la pugna entre Thomas Edison y George Westinghouse por imponer sus respectivos modelos a finales del siglo XIX.
Muchas son las rivalidades que han quedado sepultadas en el olvido a lo largo de la historia. Pero poco a poco van siendo rescatadas y recreadas, con mayor o menor éxito, en el cine. Con la llegada de La guerra de las corrientes a la gran pantalla descubrimos que el negocio de la luz ya trajo consigo más de una batalla comercial en sus orígenes por la supremacía de un sistema que, si bien nació en Estados Unidos, se importó alrededor del mundo.
Thomas Alva Edison y George Westinghouse se enfrentaron durante años por demostrar cuál era la mejor corriente para triunfar en el mercado: continua o alterna, y hacerse así con el contrato de iluminación que marcaría un antes y un después en su lucha particular, el de la Exposición Mundial de Chicago de 1893. Lo que parecía una guerra comercial sectorial se convirtió en toda una epopeya en tiempos de candiles, un periodo en el que los inventos más relevantes de la historia contemporánea se sucedieron uno tras otro. Muchos de estos fueron, precisamente, patentados por Edison como el fonógrafo, la cámara de cine y la misma bombilla incandescente.
El director Alfonso Gómez-Rejón nos transporta a una época apasionante, la de finales del siglo XIX, para contarnos uno de los episodios cruciales en la historia de la ciencia y la tecnología modernas. Para ello nos introduce un tercer pilar en su película, personificado en Nikola Tesla, que contribuyó con su amplio conocimiento en el campo de la electricidad a perfeccionar el sistema de corriente alterna.
En aquella época los grandes inventos se sucedían uno tras otro
Aunque el filme ensalce las trayectorias de sus protagonistas, Edison sale mermado como icono americano al ser representado como alguien que se valía de tretas y artimañas para convencer a la sociedad de que su invento era el mejor. Aunque con ello tuviera que utilizar los miedos de la gente para cambiar su opinión sobre la competencia. Al otro lado se ubicaba Westinghouse, que si bien no era considerado un genio, sí supo colocar su sistema en la vanguardia de los años venideros y erigir su propio imperio eléctrico.
Benedict Cumberbatch, Michael Shannon y Nicholas Hoult prestan sus rostros para interpretar a Edison, Westinghouse y Tesla, respectivamente. Fueron tres mentes que lograron crear luz donde había oscuridad y que contribuyeron a adentrarnos en toda una revolución tecnológica.
La guerra de las corrientes es el relato de la pugna empresarial que mantuvieron dos de los grandes personajes de la historia contemporánea, que nos iluminaron no solo nuestras calles y hogares, sino el futuro de toda la humanidad.