La paz europea y sus límites
Con mucho esfuerzo se han logrado 75 años sin guerras entre países de la UE, pero no es irreversible
Europa ha sido escenario de las guerras más mortíferas que ha conocido la humanidad. Las dos guerras mundiales fueron guerras civiles europeas y un suicidio colectivo. Europa despertó sus demonios, olvidó sus valores y se autodestruyó. Más de 100 millones de vidas fueron truncadas y otras muchas destrozadas. Europa cedió así su liderazgo mundial a EE UU, que había tenido que intervenir para concluir las contiendas. Stefan Zweig, que había sufrido las dos, sintió, bien avanzada la última, que su mundo se hundía y decidió abandonarlo.
Europa surgió de sus cenizas gracias al proyecto de integración europea, nacido con el objetivo de hacer imposible otra guerra, superando los nacionalismos. Se logró, no con palabras, sino por hechos concretos: compartiendo recursos esenciales entonces —carbón, acero y energía atómica— y creando un espacio donde personas, bienes, servicios y capitales circularían en libertad. La Comunidad Europea empezó integrando personas a través de la economía, aunque el objetivo fuera político y moral, es decir, fundado en valores humanos y democráticos.
Han pasado 75 años sin ninguna...