¡Felicidades, primos!
El director de la revista francesa analiza la crisis de los medios y apunta claves para consolidar un modelo honesto y a contracorriente.
¡100 números ya! Me acuerdo muy bien del día en que Thierry Pech, que entonces dirigía la redacción de Alternatives Economiques, nos anunció que iba a crearse una nueva revista al otro lado de los Pirineos. Una publicación homónima, con el mismo proyecto editorial y, sobre todo, el mismo proyecto de empresa. Un medio a la búsqueda de alternativas y ansioso de ser él mismo una alternativa. El simple hecho de que un medio eligiera la fórmula cooperativa era ya relevante, pero saber que, además, iba a enarbolar nuestra misma bandera y llevarla a los quioscos españoles fue un motivo de orgullo para el joven periodista que yo era entonces. Y más todavía teniendo el privilegio de ver algunos de nuestros artículos traducidos a la lengua de Cervantes. Nos sentimos menos solos en el combate en defensa de una información independiente, exigente y accesible sobre las grandes cuestiones económicas y sociales. Casi una década más tarde, qué alegría supone ver que Alternativas económicas edita su número 100. Gracias a Andreu Missé y a todo su equipo por demostrar a los escépticos que estaban equivocados. Por haber creído también en la publicación impresa en la hora del gran giro digital.
En este lado de los Pirineos, estos años no han sido nada fáciles. Alternatives Economiques ha atravesado por un periodo de dificultades económicas en esta famosa transición digital. Invertir en la web en el mismo momento en que las ventas del papel declinaban; salir de nuestra zona de confort, pasar de un ritmo de publicación mensual a diario, adaptar nuestra forma de escribir, nuestra relación con la actualidad, sin caer en la trampa de querer comentarlo todo. ¿Cómo seguir diferenciándonos de los sitios de información continua? ¿Dónde reside nuestro valor añadido? ¿Cómo hacer oír nuestra voz en el estruendo de las redes sociales? ¿Cómo convencer a nuestros lectores de que sigan pagando para informarse? Y todo con un equipo pequeño y con escasos medios.
En medio de este tumulto, la fórmula cooperativa nos ha sido de gran ayuda. Ha sido necesario tomar decisiones difíciles, dejar de editar algunas de nuestras publicaciones, lanzar otras, reorganizarse, innovar… No ha habido un único capitán, sino todo un equipo movilizado, un equipo con acceso al plan de navegación, a la información estratégica y, sobre todo, la posibilidad de opinar y decidir. Hoy el temporal ha pasado, las cuentas se han enderezado, las suscripciones vuelven a estar al alza y el desarrollo digital va de la mano del del mensual. Hemos encontrado un equilibrio entre la capacidad de reacción y la fuerza de la web, por un lado, y el carácter tangible del papel, más capaz de fidelizar a nuestros lectores, por el otro. Caricaturizando un poco, Internet nos permite reclutar nuevos suscriptores, mientras que la revista mensual, conservarlos. Los redactores pasan de un soporte al otro sin encasillarse en uno en particular. No hay recetas milagrosas, vamos a tientas, jugamos. Sabemos que no tenemos derecho a errar, puesto que ningún financiero estará ahí para ayudar si la nave empieza a perder agua. Solo podemos contar con nuestros lectores. Es un equilibrio frágil, pero funciona. Lo comprobamos cada vez que hacemos un nuevo número y tenemos la esperanza de que esta aventura seguirá todavía durante muchas más décadas. Es justamente lo que deseamos también a nuestros primos de Alternativas económicas.