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Más allá de los contenedores

La moda rápida se basa en sobreproducir y en consumir ropa que cada vez es de peor calidad y más difícil de reutilizar y de recuperar

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Abril 2025 / 134
ropa

Ilustración
Lola Fernández

Los residuos son el impacto ambiental más visible del actual sistema de producción-consumo del sector textil y de la moda. El modelo actual liderado por el fast fashion, o moda rápida, basa su operativa en la sobreproducción y el sobreconsumo de prendas, que se utilizan como media unas seis veces y se desechan. El consumo de textiles ha crecido de manera exponencial en las últimas décadas y se prevé que continúe en aumento, hasta alcanzar los 102 millones de toneladas de prendas de vestir en 2030, según la Fundación Ellen MacArthur (2017). Un estudio de referencia en el Estado español estima que en España se generan, aproximadamente, 900.000 toneladas anuales, lo que representa alrededor de 19 kilos por persona cada año (Moda-Re, 2021). La cantidad de residuos textiles por habitante varía según el país: en Reino Unido se sitúa en 30 kilos al año, en Australia en 27 kilos, en Finlandia en 13 y en Dinamarca en 19.

Las entidades sociales gestionan el textil

En este artículo nos fijamos en esta última parte de la cadena, una vez que los consumidores desechan las prendas en desuso y las depositan en los contenedores naranjas, verdes o rojos, según la entidad que los gestiona. Tradicionalmente, la gestión de residuos textiles en España ha sido obra de las entidades sociales, que gracias al trato de este residuo, recogida, clasificación y venta, han estado realizando inserción sociolaboral en toda España. Diversas entidades forman parte de este sistema social, Cáritas, Roba Amiga, Humana, Koopera, entre otras repartidas por el territorio estatal. También hay operadores de gestión privados.

Aun así, toda esta labor de recogida de ropa en desuso solamente supone alrededor del 12% del volumen total de residuos del total que se generan. El resto termina mezclado en algunas otras fracciones con escasa capacidad de ser recuperado para su posterior reuso o reciclaje.

Generalmente, los contenedores de recogida se sitúan en las vías públicas, en centros comerciales y en puntos limpios (fijos o móviles). Algunos municipios están experimentando con las recogidas puerta a puerta. Una vez que los contenedores están llenos, los residuos se trasladan a plantas de gestión autorizadas a nivel autonómico para su clasificación.

Hoy, del 12,16% de residuo textil que se recoge selectivamente a través de los contenedores, se clasifica el que puede ser reutilizado o revendido —en España o a terceros países— y se separa del resto.

En la actualidad, se están implementando nuevas tecnologías para la clasificación de estos residuos, a través de las identificaciones de fibras, colores e, incluso, estructuras textiles. Esta identificación más detallada permite una clasificación más cuidadosa y facilita agrupar calidades de fibras más homogéneamente para poder reciclarlas luego. Pero el sistema de clasificación principalmente se realiza de forma manual.

Se reutiliza menos del 10% de lo que se recoge

En una primera clasificación, se dividen las prendas del calzado y de los accesorios. Las prendas que pueden ser reutilizadas se separan de las que, por diversas razones, ya no podrán reutilizarse ni revenderse. Las prendas que pueden ser reutilizadas y revendidas en España corresponden a entre el 5% y el 10% del total que se recoge. (Moda-Re, 2021).

Las prendas que pueden ser revendidas como segunda mano a terceros países corresponden a alrededor del 60-70%. Solamente, entre el 20% y el 30% se estima que se recicla, en general en terceros países como Pakistán. El resto, el 5-10% de residuos, no se recupera y pasa a la valorización energética o a eliminación, según datos de la Agencia de Residuos de Cataluña (2024).

Recogida selectiva de textiles, ya obligatoria

La Unión Europea hace años que trabaja para regular el sector textil. A través de la propuesta del New Green Deal, y la conocida Estrategia para Textiles Sostenibles y Circulares, reconoce la necesidad de abordar la problemática de los residuos textiles y está implementado políticas para transformar el sector. Una de las políticas más destacadas que ya ha entrado en vigor (1 de enero de 2025) es la obligatoriedad de la recogida selectiva de residuos textiles según la Directiva 2018/851.

Esta norma relativa a los residuos introduce por primera vez la responsabilidad ampliada del productor para los productos textiles. Esto significa que los productores responsables de introducir productos textiles al mercado europeo deberán ocuparse de la gestión del fin de vida de sus productos, financiera y organizativamente. Así, serán los productores los que deberán hacerse cargo del coste de la gestión del residuo textil. Además, la directiva incentiva a los productores a trabajar según la jerarquía de residuos, o sea prevenir, reutilizar y reciclar, siguiendo este orden, y a incrementar la durabilidad de los productos.

El pasado febrero, el Consejo y el Parlamento Europeo alcanzaron un acuerdo provisional para establecer normativas armonizadas sobre la responsabilidad ampliada del productor en el sector textil. Con este paso esperado, se están constituyendo a lo largo de toda Europa diversas asociaciones de productores que darán respuesta a esta obligación, con relación a la gestión del residuo textil, que dan lugar a los sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor (SCRAP).

Más responsabilidad para los productores

Algunos aspectos de este nuevo contexto de regulación emergen con relación a estas asociaciones y a su voluntad de cumplir con la jerarquía de residuos (reducir, reutilizar, reciclar). Los futuros SCRAP van a gestionar los flujos de residuos textiles desechados, y se va a conseguir incrementar el volumen de residuos textiles recogidos selectivamente. De todos modos, no disponemos de infraestructura suficiente en Europa, ni cadenas de valor para absorber estos recursos, ni reutilizándolos a través de la reventa de segunda mano, transformándolos, reparándolos, customizándolos, ni utilizándolos como materia prima secundaria a través del reciclado.

En el Estado español se ha constituido ya la asociación de productores que prepara el nuevo SCRAP. Liderado por las grandes corporaciones del sector —Mango, Inditex, Decathlon, Ikea y Tendam, bajo en nombre de Re-viste—, han lanzado una prueba piloto en diversos municipios estatales para poder empezar a trabajar. En breve se podrá valorar y empezar a entrever, cómo va a cambiar el panorama del fin de vida de los productos de un sector que nunca antes había estado tan regulado.