Textos, espacios y webs poco accesibles
Cada vez hay más ascensores y rampas para la discapacidad física, pero aún queda un largo camino para la discapacidad intelectual
Cuando Hacienda envía un comunicado para pagar alguna cosa pendiente, no es necesariamente que no queramos entender de qué nos hablan. Es sencillamente que no se entiende. Tampoco se comprenden muchas veces los contratos con los bancos, las compraventas (aunque en teoría la notaría tiene que dejar claro que sí se entienda todo lo que se firma)y las comunicaciones de ayuntamientos, gobiernos regionales o el mismo gobierno central. Los textos jurídicos son especialmente difíciles de comprender. Tampoco se entienden, en ocasiones, asuntos más cotidianos: las indicaciones en las webs (especialmente las de trámites públicos), las indicaciones del metro o las que atañen a una central de trenes, dónde está el baño o cuál es el baño femenino y cuál el masculino, dónde está oncología —por ejemplo— en un hospital o una determinada habitación… y un largo etcétera. Son innumerables las veces en que los textos o los espacios no se entienden para el común de la gente.
Todas estas dificultades se agrandan todavía más para las personas con discapacidad intelectual, para las personas mayores y para las personas...