Un modelo económico en jaque
Las crisis de los últimos 50 años muestran que hay que reorientar un sistema que despilfarra recursos y azuza la desigualdad
En los últimos 200 años, los humanos han acelerado la construcción de entornos tecnológicos tan extraordinarios que han permitido que amplias capas de la población europea hayan pasado de la penuria generalizada a elevados niveles de consumo. Las revoluciones industriales del siglo XIX suponen el punto de partida; las nuevas materias primas, el carbón, el hierro, el acero y la hidroelectricidad impulsan la mecanización de las empresas y, sobre todo, la producción masiva. El pueblo llano, invisible en la Edad Media y en la Moderna, se transforma en proletariado, esa población indispensable para mover la maquinaria de las fábricas y los nuevos ingenios, así como para elaborar todas las innovaciones que vienen. La riqueza, el progreso, la ampliación de la oferta y los nuevos servicios, la internacionalización de los mercados, la urbanización, la expansión poblacional son fruto del nuevo escenario económico. Aunque pasarán muchas décadas hasta que el salario —más o menos escaso— se convierta en una fuente definitiva de bienestar para la mayoría, emerge como elemento indispensable de reafirmación de la riqueza...