Las XVIII Jornadas de Economía Crítica, organizadas por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) y la Asociación de Economía Crítica, se celebraron en la Facultad de Ciencias Sociales de la UCLM, en Cuenca, los días 8 y 9 de septiembre. Este evento reunió a unos 90 investigadores, principalmente procedentes de universidades españolas y latinoamericanas, que presentaron algo más de 80 comunicaciones. Como ponentes en las sesiones plenarias contamos con Thomas Palley, Philipp Heimberger y Alessandra Mezzadri. El título de las jornadas era Perspectivas económicas en tiempos de pandemia y de guerra.
Con esta edición se cumplen 35 desde las primeras jornadas organizadas en Madrid, allá por 1987. Y hay señales de que todavía cuenta con buena salud ese espíritu abierto a enfoques plurales y progresistas que comparten entre sí un cierto grado de insatisfacción con la economía convencional (léase neoclásica) que domina el análisis en los medios de comunicación y la docencia e investigación en la mayoría de universidades. Esa insatisfacción se concreta tanto en el rechazo del enfoque basado en el homo economicus y, por tanto, en la necesidad de articular un enfoque alternativo desde la raíz, como en el análisis que se deriva de aquel concepto y de las conclusiones que se extraen.
Prueba de ello fueron las múltiples sesiones paralelas organizadas sobre cambio climático (donde se mantiene un posicionamiento crítico en relación con la posibilidad de someter las relaciones de la sociedad con el medio ambiente a las reglas del análisis económico convencional); economía feminista (rechazo del androcentrismo que domina la economía mainstream, interés por enfoques reproductivos de amplio espectro, causas de las desigualdades de género, etc.) y empleo y mercado de trabajo (insatisfacción con las explicaciones del desempleo a partir de la idea de un mal funcionamiento del mercado de trabajo y búsqueda de explicaciones alternativas, basadas en el principio de la demanda efectiva, de la rentabilidad del capital, de la desigualdad en la distribución de la renta, etc).
Óptica feminista
Otros temas que han llamado la atención son la financiarización, la Teoría Monetaria Moderna, la denominada gig economy, la pobreza y la distribución de la renta, las reglas fiscales de la UE y la docencia en economía, entre otros.
En las sesiones plenarias, Mezzadri argumentó desde una óptica feminista que la covid-19 fue el detonante de un episodio más de crisis cuyos orígenes más profundos se encuentran en las contradicciones de un sistema económico regido por planteamientos muy neoliberales. Heimberger mostró la utilidad del metaanálisis en estudios cuantitativos, y concluyó que mucha de la evidencia empírica en que se basa el enfoque convencional (la excesiva deuda pública es un lastre para el crecimiento económico, un salario mínimo excesivo genera desempleo, etc.) tiene una validez dudosa. Y Palley habló sobre las raíces neoliberales de las corrientes políticas actuales que podemos denominar protofascistas (en relación con el trumpismo en EE UU y Boris Johnson en Reino Unido, pero también la AfD en Alemania, el partido de Le Pen en Francia y los Hermanos de Italia, por citar unos pocos).
El economista estadounidense sostiene que la oleada neoliberal, cuyo origen se asocia con la llegada al poder de Margaret Thatcher y Ronald Reagan en la década de 1980, se basó en dos mensajes interconectados. Uno, económico: el laissez-faire es la manera más eficiente de organizar la actividad económica. Otro, político: los acuerdos económicos de libre mercado promueven la libertad individual. Ambos aspectos del neoliberalismo se alimentan en un círculo vicioso que conduce a las economías avanzadas a una situación crítica.
Renta mal distribuida
La liberalización de la economía, particularmente del mercado de trabajo desde la década de 1980, ha provocado un desplazamiento de la distribución de la renta en favor de los beneficios debilitando la demanda agregada (los beneficios se han reinvertido en la esfera financiera); las economías de mercado han compensado este problema recurriendo al endeudamiento, pero el crecimiento económico conducido por la deuda está condenado periódicamente al colapso. La respuesta a esas crisis recurrentes ha consistido en más liberalización del mercado de trabajo y tipos de interés cada vez más bajos, lo que ha incentivado un mayor endeudamiento y, como contrapartida, un mayor peso del sector financiero de la economía (finanzas, seguros y sector inmobiliario, FIRE por sus siglas en inglés).