La profusión de encuestas que pronostican un aumento del voto a la extrema derecha en las elecciones al Parlamento Europeo podrían ser interpretadas erróneamente y conducir a posturas derrotistas. El auge de la extrema derecha en Europa es un hecho incuestionable. Lo realmente inquietante son las maniobras para unir los dos principales grupos: Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), liderados por la primera ministra italiana, Georgia Meloni, e Identidad y Democracia (ID), encabezado por la francesa Marine Le Pen. Si prosperase la alianza de los dos grupos ultra y el apoyo del Fidez, del húngaro Viktor Orbán, podrían sumar el 25% de los escaños y constituir la fuerza más numerosa de la Eurocámara.
Ante este escenario, sirven de muy poco las advertencias dramáticas del estilo del presidente francés alertando: “Europa puede morir”. Más bien hay que reflexionar sobre el por qué se ha producido este corrimiento hacia la extrema derecha y qué es lo que está realmente en juego.
Parece evidente que, a pesar de los notables esfuerzos realizados, la Unión no ha sabido dar respuesta al cúmulo de desafíos que ha tenido...