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Superar el capitalismo

Cada día aparecen más muestras que indican cómo la pandemia está revalorizando las políticas públicas, especialmente las dedicadas a la salud. Un ejemplo reciente ha sido la victoria electoral de los laboristas noruegos, un cambio que fortalece a los socialdemócratas, que en los países escandinavos ya gobiernan en Suecia y Dinamarca y en coalición en Finlandia. 

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Octubre 2021 / 95

Cada día aparecen más muestras que indican cómo la pandemia está revalorizando las políticas públicas, especialmente las dedicadas a la salud. Un ejemplo reciente ha sido la victoria electoral de los laboristas noruegos, un cambio que fortalece a los socialdemócratas, que en los países escandinavos ya gobiernan en Suecia y Dinamarca y en coalición en Finlandia. Los votantes rechazan las crecientes desigualdades generadas por un capitalismo desenfrenado que ha debilitado los sistemas de bienestar. 

Los ciudadanos son conscientes de la vinculación entre las desigualdades y la salud. Una relación explícitamente señalada por el profesor Joan Benach, en La salud es política, (Icaria) al afirmar: “la razón de fondo de la pandemia hay que encontrarla en el capitalismo” por la “alteración global de ecosistemas asociada a la crisis climática”.

Las nefastas consecuencias de una economía dominada por un reducido número de compañías las vemos en el mercado eléctrico. En lo que va de año la factura de la luz ha aumentado más del 40% para los usuarios. Es un encarecimiento especialmente preocupante para las clases trabajadoras y las actividades intensivas en el uso de electricidad. La deficiente regulación ha permitido una financiarización de la producción y la comercialización de la electricidad que ha convertido estas actividades en una importante fuente de beneficios injustificados para especuladores.

Resulta inquietante la reacción de los lobbies empresariales contra las medidas del Gobierno, destinadas a regular un mercado eléctrico mal diseñado que provoca precios desorbitados y agrava las desigualdades.

Desregulación excesiva

En el mundo académico crecen las voces que censuran el aumento de las desigualdades causadas por un mercado desregulado que conduce a una concentración de riqueza. Paul Krugman, premio Nobel de Economía, sostiene: “la concentración extrema de ingresos es incompatible con la democracia”.  

Crecen las críticas a la excesiva concentración de la riqueza

La ecología, el feminismo y los cuidados pasan a primer plano

Resulta significativa la conversión experimentada por economistas como Thomas Piketty. “En la década de 1990”, explica en Viva el socialismo, (Deusto), “fui más liberal que socialista y no soportaba a los que se negaban decididamente a ver que la economía de mercado y la propiedad privada eran parte de la solución”.  Y “hete aquí  que, en 2020, el hipercapitalismo ha ido demasiado lejos. Ahora estoy convencido de que hay que pensar en la superación del capitalismo”. El economista francés apuesta para después de la pandemia por “una nueva forma de socialismo, participativo y descentralizado, federal y democrático, ecológico, mestizo y feminista”.

La idea de superar el capitalismo se extiende. La economista Lourdes Beneria ofrece su propia vía. En una luminosa conferencia titulada Los cuidados, el envejecimiento y la economía pospandémica, pronunciada en el Ayuntamiento de Barcelona con ocasión de la Diada de Catalunya, Beneria destacó la profunda transformación que ha sufrido el capitalismo. La catedrática emérita de la Universidad de Cornell (EE UU) explicó que el concepto de hombre económico que se enseña en las facultades de economía ha quedado anacrónico: “El hombre económico de Adam Smith era el pequeño emprendedor individualista que maximiza sus beneficios a través  de la mano invisible del mercado libre y competitivo” y que con este comportamiento contribuye automáticamente al crecimiento económico y a maximizar la riqueza de las naciones. Para Beneria, la economía ya no funciona así. Ahora, “los grandes protagonistas que dirigen la dinámica de las economías son las grandes empresas, los monopolios y oligopolios de la economía global, que imponen sus condiciones en lugar del mercado libre”. 

En su opinión, la pandemia nos ha hecho ver nuestra vulnerabilidad colectiva y nuestra interdependencia, no solo con todos los humanos y países, sino con el mismo plantea. Su alternativa al capitalismo es “un modelo de la mujer solidaria y el hombre solidario que puede representar una nueva generación de derechos humanos colectivos —el de la fraternidad, después de la libertad y la igualdad— que defienden los intereses de la paz, del patrimonio común de la humanidad y del medio ambiente”. Y en este nuevo paradigma, los cuidados —el trabajo no remunerado que se realiza en los hogares, de atención a niños, mayores y enfermos que realizan principalmente las mujeres— son decisivos. 

Se trata de una nueva sociedad que precisará el apoyo de instancias supranacionales, en nuestro caso de la Unión Europea.