¿Una oportunidad para invertir en igualdad?
La conferencia de la ONU sobre financiación al desarrollo es ahora crucial para contrarrestar las bravuconadas antiderechos
El desmantelamiento de la igualdad como principio democrático, vertebrador del desarrollo y convivencia pública, es el objeto de deseo en la ofensiva populista, rancia y misógina de Trump contra las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI); alienta la vuelta a una jerarquización de género, racial y social, un nuevo contragolpe contra las mujeres, los derechos humanos, el desarrollo económico y la sostenibilidad de la vida. A esta línea reaccionaria se han sumado multinacionales de la alimentación, tecnológicas y del motor (McDonald’s, Starbucks, Meta, Walmart, Harley-Davidson, Ford y Nissan); en España, una de cada cuatro empresas incumple la obligación de tener aprobado un plan de igualdad.
Sobre este tipo de riesgo ya advertía Simone de Beauvoir: “Bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, deben permanecer vigilantes toda la vida”. No se equivocaba, lo hemos comprobado en diferentes momentos políticos, a medida que la ola reaccionaria y misógina ha ido extendiendo sus garras. Uno de cada cuatro países registra retrocesos en los derechos de las mujeres.
Pretenden hacer que la desigualdad se perciba como algo natural, inevitable, justificando el asentamiento de privilegios culturales, económicos y políticos de una clase autoproclamada superior: hombres, blancos y cristianos del norte global. Es un burdo intento de manipulación y control puesto al descubierto desde la evidencia científica.
El desmantelamiento del USAID tendrá graves efectos sobre las vidas de millones de personas, en situación de mayor vulnerabilidad y de países empobrecidos; dicho organismo norteamericano financiaba el desarrollo internacional con políticas y proyectos alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de acción humanitaria, reducción de la pobreza, enfermedades endémicas y prevención y respuesta a la violencia de género en 130 países. La gravedad es mayor ante el riesgo de contagio a otros países de los recortes selectivos de Trump y la internacional ultraderechista. La financiación al desarrollo ha descendido por primera vez en ocho años, reduciendo los fondos de la Ayuda al Desarrollo asignada a la defensa de los derechos humanos, salud, educación, igualdad de género, alimentación y erradicación de la pobreza al 0,33% del PIB (el 0,25% en el caso español), muy lejos del compromiso del 0,7% establecido en 1970 que solo cumplen cuatro países europeos: Noruega, Luxemburgo, Suecia y Dinamarca.
Ruido
Que la complejidad del ruido geopolítico no nos distraiga.
Recuperemos la mirada crítica ante las inercias y modelos económicos tradicionales que perpetúan la desigualdad y actuemos ante las consecuencias que el viraje de las estrategias financieras provocará sobre las condiciones de vida. Se trata de una alerta explícita, de cara a la cuarta conferencia internacional de la ONU sobre financiación al desarrollo (FfD4), que se celebrará en Sevilla del 30 de junio al 3 de julio. Son muchos los retos a incluir en la agenda de dicho evento y, aunque hay suficientes evidencias de que invertir en igualdad es clave para la economía y el desarrollo sostenible, la coyuntura política marca la agenda económica; en el debate sobre la arquitectura financiera internacional, los países tienen la oportunidad de apartarse de las bravuconadas antiderechos, la escalada militarista y genocida y alinearse decididamente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, específicamente la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.