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Febrero 2023 / 110
¿Y si la utopía tecnológica de la smart city, expresión que designa una ciudad conectada y gobernada por datos, hubiera quedado ya desfasada? Mientras la inflación de los precios de la energía se hace sentir en los presupuestos de las colectividades locales, la sobriedad ha pasado en pocos meses de ser objeto de burla a plantearse como un futuro deseable.
La ciudad inteligente es una víctima colateral de la actual crisis. Altamente consumidora de energía y de recursos minerales, generadora de contaminación y de residuos, la smart city ve cómo su modelo, que se fundamenta en soluciones tecnológicas y macrodatos (big data), se pone en cuestión. Ejemplo de cómo se disipa el espejismo es el abandono del proyecto de barrio futurista que iba a llevar a cabo en Toronto la empresa Sidewalk Labs, filial de Google.
Por otra parte, el término smart (inteligente) se viene utilizando para designar el mundo de la información, pero cada vez se dejan oír más voces para denunciar la instauración progresiva de un capitalismo de vigilancia.
A contracorriente
No es sorprendente que se haya puesto manos a la obra un...