Un Monopoly con la partida a medias
Las protestas masivas por la falta de acceso a la vivienda dan testimonio del drama que viven amplias capas de la población
El problema de la vivienda condiciona la vida, ya sea por los pocos alquileres a precios estratosféricos, sobre todo en las grandes ciudades, ya sea por la dificultad de comprar un piso si no media en ello una herencia o una ayuda relevante de la familia. Trabajar ya no basta.
En El secuestro de la vivienda, el antropólogo Jaime Palomera, compara su situación con la de quien se suma a una partida de Monopoly empezada hace rato —el resto de jugadores ha comprado ya varias calles— y, además, amañada. Sin embargo, el Monopoly, en el que los jugadores compiten por quedarse con un número limitado de propiedades y en las que gana quien arruina al resto, no fue concebido así por Elizabeth Magie Phillips. Su inventora pretendía denunciar que el suelo no era como los zapatos o como un coche. En manos del mercado, tiende a generar desigualdad. De ahí que el cofundador del Sindicat de Llogateres y del Instituto de Investigación Urbana (IDRA) cuestione la mayor: que el problema se reduzca a aplicar la ley de la oferta y la demanda; esto es, a que faltan casas y que hay que construir a mansalva (otra vez) para que bajen los...