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Ese Robin Hood digital no lo es

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Portada de Do Not Pay

He escogido inaugurar este espacio sobre la trastienda digital comentando la demanda presentada en EEUU contra DoNotPay, una empresa que, definiéndose como el primer «abogado-robot», ofrece asistencia legal generada por un autómata de inteligencia artificial. Lo que alega la firma de abogados que actúa como demandante es que DoNotPay no tiene la licencia preceptiva para prestar servicios de asesoramiento legal.

Algunos comentarios sobre el caso lo presentan como la reacción de un status-quo poderoso (el de los abogados) ante la amenaza de disrupción personificada por un Robin Hood que ofrece una alternativa tecnológica a quienes no quieran o puedan pagar las facturas de abogados de carne hueso, que en los EEUU pueden ser muy elevadas.

El propio Joshua Browder, el graduado de Stanford que fundó DoNotPay, alienta esa imagen filantrópica afirmando en Twitter que lo que le motiva es "empoderar a los consumidores para que se enfrenten a las corporaciones por su cuenta", evitando así que "los abogados sean una y otra vez los únicos que ganan". Otras fuentes le citan afirmando que "le gustaría reemplazar a los abogados por tecnologías" y que su visión a largo plazo es que "no haga falta nunca un abogado profesional humano".

No es tan sencillo. La realidad tiene múltiples facetas, pero sólo vemos aquellas hacia las que dirigimos la mirada. El discurso tecnófilo nos tienta a comportarnos como el borracho que buscando sus llaves bajo una farola situada a cierta distancia de donde las había perdido no piensa en echar mano de la linterna de su móvil.

Ese inciso viene a cuento porque no hace falta buscar demasiado lejos para encontrar que DoNotPay cuenta entre sus inversores a Andreessen Horowitz, un inversor de capital riesgo en Silicon Valley con un historial ético cuestionable. Marc Andreeseen, presentado como «golden geek» en una portada de TIME, fue uno de los primeros inversores en un Facebook que preconizaba la estrategia irresponsable de "Move fast and break things". Ahora invierte en iniciativas cripto-libertarias cuyo objetivo es reemplazar a instituciones de confianza por algoritmos criptográficos. Andreessen avisa de que "el software se está comiendo el mundo", lo que hay que entender como su disposición y la de gente como él a comerse el mundo utilizando el software como tenedor. OpenAI anuncia ahora que GPT-4 pasaría con nota el examen para la licencia de abogacía. La cosa se pone seria. Lo único que no encaja es la careta de Robin Hood.