He tenido hace poco la oportunidad de dialogar con grupos de estudiantes universitarios, nativos digitales todos ellos, sobre aspectos varios de lo digital. Preguntados por su percepción de los principales atributos de lo digital, no tuvieron dificultad en aportar una larga lista de ellos: flexible, escalable, innovativo, rápido, tecnológico, automático, omnipotente, conectado, global, escalable, y un largo etcétera.
Tal vez por ello se sorprendieron de su propia dificultad para formular una definición coherente acerca de la esencia de lo digital. Por más que pueda resultar sorprendente, no es fácil encontrar una definición precisa de su significado. Ocurre con este concepto algo similar a lo que acontece con la materia: es más fácil referirse a sus propiedades que a su naturaleza. El intento de definir digital como contrapuesto a analógico no funciona, dado que conduce de inmediato a un razonamiento circular. Un ingeniero quizá responda que es digital todo lo basado en la electrónica digital, pero eso no ayuda a quienes sabemos poco de electrónica.
Tampoco es demasiado útil la definición de la Wikipedia, que apunta a que digital es un adjetivo "usualmente referido a algo que utiliza dígitos discretos, a menudo binarios", suscitando así curiosidad por investigar la existencia de misteriosos dígitos indiscretos. Aquí alguien apuntará que es más correcto referirse a "unos y ceros" en lugar de a "dígitos discretos". Tendrá razón, pero ello sólo conduce una vez más a trasladar el problema, porque esos unos y ceros que se supone constituyen la esencia de lo digital no son accesibles a la experiencia directa, como el lector puede comprobar examinando tan a fondo como quiera el artefacto digital que tenga más a mano.
El significado de lo digital es todavía menos evidente cuando el término se utiliza como adjetivo de conceptos complejos, como el de sociedad. La calificación de "inespecífico y engañoso" que Manuel Castells aplicó en su momento al concepto de sociedad de la información es igualmente aplicable al de sociedad digital. En la misma línea, no es infrecuente que las manifestaciones de supuestos expertos en ética digital o humanismo digital susciten dudas acerca de su sabiduría ética o humanista.
Lo anterior me lleva a concluir, parafraseando a Marvin Minsky, que digital es, como consciencia o inteligencia, un término maleta que se presta a un uso descuidado y a veces tendencioso. Por eso me interesa acabar destacando unos cuantos atributos de lo digital a los que pienso se presta mucha menos atención de la merecida: todo lo digital es artificial y necesita un soporte material. La producción y uso de todo lo digital consume energía. Lo digitalizado capta sólo aspectos medibles del original, por lo que digitalizar comporta siempre abstraer, simplificar y reducir, hilos de los que estirar para una mejor comprensión de lo digital.
Los nombres tienen poder. Hay quienes lo utilizan como instrumentos del mayor poder de todos: el de influir en la mente de las personas. La reflexión que sube a la conciencia el significado de los nombres no es banal ni inútil. La intentaré la semana próxima sobre la inteligencia artificial. Otro término, como el digital, del que se usa y abusa