Los dineros públicos no se regalan a las empresas privadas
La movilización de recursos públicos sólo tiene sentido si se condicionan a objetivos sociales y se garantiza una rendición de cuentas adecuada
La movilización de recursos públicos sólo tiene sentido si se condicionan a objetivos sociales y se garantiza una rendición de cuentas adecuada
Las políticas de contención del gasto público a ultranza, presentadas como saludables e ineludibles, deben ser impugnadas por sus devastadoras consecuencias económicas y sociales
Las autoridades monetarias son una parte más de los grandes problemas económicos de nuestro tiempo: ni anticipan las dificultades ni ayudan a resolverlas cuando aparecen.
Equilibrio: Cuando un político pida el voto prometiendo una rebaja fiscal, conviene preguntarle qué gastos sociales piensa recortar.
La macroeconomía es un gran juego intelectual cuyas reglas se reducen a una sola: se puede ganar una mano, pero nunca la partida. A largo plazo, todos los jugadores pierden. Incluso el campeón más brillante, John Maynard Keynes, sufrió un revolcón hará cosa de medio siglo.
Ni el fraude fiscal ni las prácticas corruptas son cosa de todos como a veces se nos insinúa desde el poder. Sus costes económicos son insoportables
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