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Los jóvenes chinos quieren asegurarse el bol de arroz

China vive un inesperado giro social: las nuevas generaciones de universitarios prefieren trabajar en el sector público, que les garantiza estabilidad y mejores salarios, en lugar de hacer carrera en el sector privado

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Diciembre 2024 / 130
Chinos

Ilustración
Perico Pastor

Hubo un tiempo en que los jóvenes chinos destacaban por querer ser emprendedores. Eran los años en que la economía del gigante asiático crecía a un ritmo vertiginoso, por encima de los dos dígitos. Los negocios florecían con la llegada del nuevo siglo y las empresas estatales locales eran vistas como viejos paquidermos en vías de extinción. Todos los universitarios aspiraban a crear su propia empresa y ser dueños de su destino. Ahora, 20 años después, la querencia por el bol de arroz, el apego a tener el sustento asegurado que supone ser un trabajador de la función pública, se impone de nuevo entre los graduados chinos. Este verano, más del 60% de los recién licenciados presentaron sus currículos a empresas estatales, mientras que el sector privado sólo recibía el 18% de peticiones de empleo, según la revista Caixin.

En general, las inclinaciones profesionales de los universitarios suelen alumbrar el horizonte socioeconómico de un país, y en el caso de China confirma un cambio de tendencia que se fraguaba desde antes de la pandemia. Es un contexto definido por una apuesta gubernamental por potenciar el sector público, la aplicación de duras medidas sancionadoras a los sectores tecnológico y educativo y una economía necesitada de reformas estructurales y con sus principales motores averiados debido a una menor inversión en infraestructuras y un sector inmobiliario en grave crisis. En resumen, es una coyuntura poco alentadora para iniciar una vida profesional.

Pocas ofertas

Se trata de un escenario laboral que sumerge a los nuevos graduados en un mercado del trabajo en contracción, como nunca había conocido China desde que Deng Xiaoping impulsara la reforma económica en la década de 1980, más inhóspito y complejo año tras año. Es una situación que ratifica la firma de recursos humanos Zhaopin, que subraya que este año solo el 48% de los estudiantes ha recibido una oferta laboral, una práctica muy común en países como Japón, Corea del Sur y China. Es un porcentaje muy inferior al registrado otros años y que refleja una tendencia descendente desde el 75% de 2019 y confirmada en 2022, cuando esa cifra cayó por debajo del 50%.

Esta evolución a la baja se explica por la lenta recuperación pospandémica de la economía china, una lenta e inestable mejoría que amplía aún más la brecha entre el mercado laboral en general y el desempleo juvenil. Son diferencias que se reflejaron en los porcentajes de desocupación de septiembre, con una cifra de paro general del 5,1%, frente a la del 17,6% entre los jóvenes de 18 y 24 años.

Y es que las empresas privadas más dinámicas, como son las tecnológicas y de formación, están restringiendo las contrataciones y priorizando la reducción de costes y la experiencia a la hora de reclutar mano de obra. Supone un cambio en los planes de futuro de estas compañías, que eran una importante fuente de empleo para los universitarios, auspiciado por las duras regulaciones que les ha impuesto Pekín en los últimos años para frenar la expansión de algunas de ellas, como Alibaba y Tencent, por considerarlas interesadas en generar oligopolios, o para pinchar supuestas burbujas sectoriales.

La situación ha atrapado a muchos universitarios en un enredo en el que sus colegas occidentales llevan ya años inmersos. Es un escenario con un mercado laboral desigual, en el que están sobrecualificados para unos trabajos que requieren menos habilidades y, por otro lado, carecen de la experiencia necesaria para otros empleos que exigen más destreza. Los expertos no ven fácil solución y apuntan que la incorporación de los recién graduados al mercado laboral puede ser un problema que se prolongue al menos durante cinco años más.

Sueldos más ajustados

Esta exigencia de conocimientos prácticos, unida a una reducción de la contratación de mano de obra joven por parte de las empresas privadas, ha llevado a muchos graduados a encaminar su futuro laboral hacia el sector público. Esta iniciativa confirma el hecho de que el 47% de universitarios chinos han conseguido empleo en una firma estatal este año, mientras que solo el 12,5% han logrado un trabajo en el sector privado, según los datos de Zhaopin. Es un diferencia que se ha acentuado desde 2020, cuando las contrataciones del sector público alcanzaban al 38% de los graduados y el sector privado atraía a casi el 30%. Estas cifras confirman la tendencia de las compañías privadas, incluidas las extranjeras, a restringir contrataciones ante la incertidumbre que persiste sobre la marcha de la economía china.

Se trata de una coyuntura a la que se añaden unas ofertas salariales muy distintas a las de épocas anteriores, en las que los graduados recibían propuestas con nóminas muy elevadas por el simple hecho de haber estudiado en una buena universidad, aunque no tuvieran experiencia profesional. Ahora, los sueldos que se les brindan son mucho más ajustados y no cumplen sus expectativas. Es una situación que concurre con el hecho de que en China el sector público paga mucho mejor que el privado. Así, según la Oficina Nacional de Estadísticas, el salario mensual medio en una firma estatal asciende a unos 1.200 euros, mientras que en el ámbito privado es de unos 700 euros.

Pymes no

Es una suma de factores que hace que los estudiantes universitarios vuelvan sobre los pasos de sus antecesores y apuesten por la estabilidad laboral que supone ingresar en una empresa pública. Es una tendencia que se impone entre los jóvenes, según se desprende del hecho de que este año más del 60% de nuevos graduados han presentado sus currículos a empresas estatales, cifra que contrasta con el 18% de demandas de empleo que ha recibido el sector privado, que genera el 80% de nuevos puestos de trabajo en China.

Y mucho más atrás en las preferencias de los futuros profesionales chinos, se hallan las pequeñas y medianas empresas, unas compañías muy dinámicas, pero poco atractivas para los nuevos graduados debido a su inseguridad laboral. Esta situación hace que este tipo de sociedades solo haya recibido este año el 12,5% de peticiones de trabajo por parte de los recién licenciados.

¿Qué pensaría Deng?

Es una realidad que sugiere que Deng Xiaoping, el padre de la apertura económica china, seguramente estaría orgulloso de saber que en el verano de 2024 se graduaron 11,8 millones de universitarios, pero también es casi seguro que se revolvería en su tumba si le dijeran que la mayoría de estos jóvenes prefieren la seguridad de la empresa pública y tener garantizado el bol de arroz, antes que demostrar su competitividad y hacer carrera en una compañía privada.