La Comisión Europea ha puesto sobre la mesa la posibilidad de imponer un tope a los precios del gas ruso, pero hay división entre los socios sobre la conveniencia de hacerlo. Algunos de los que más gas importan de Rusia, como Hungría, Eslovaquia y Austria, se oponen por miedo a que Moscú decida cerrar el grifo por completo.
El último Eurobarómetro, publicado el 9 de septiembre, muestra que el casi 9 de cada 10 europeos creen que la guerra en Ucrania está teniendo importantes consecuencias económicas en sus países, y aun así, el 78% apoya el mantenimiento de las sanciones económicas contra Rusia. Tres de cada cuatro hogares ya estaban tomando medidas para reducir su consumo de energía o tenían pensado hacerlo en un futuro cercano, según la encuesta. La opinión dominante, por ahora, es que merece la pena pagar en dinero y ahorro energético lo que los ucranianos están pagando con sus vidas.
Bajar los termostatos
Durante el invierno, las principales consumidoras de gas son las familias. Cuando llegue el frío, un encarecimiento del gas y los cortes de suministro pueden obligar a muchos hogares a elegir entre calentar su hogar o comer. Algunos gobiernos han comenzado a recomendar a los ciudadanos que bajen los termostatos y se den menos duchas con agua caliente. “Asegurar que las familias sean conscientes de la escasez de gas va a ser crucial para que Europa pueda pasar el invierno sin recurrir al racionamiento”, apunta Daniel Gros, del Centre for European Policy Studies (CEPS).
Las previsiones meteorológicas, por el momento, invitan al optimismo, pues indican que el otoño será más cálido que el promedio histórico. Si se cumplen esas predicciones, la demanda de gas no se dispararía, lo que contribuiría a mantener los precios bajo control.
¿Cuán probable es que haya cortes de suministro? Albert Banal-Estañol, profesor de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), opina que es "una posibilidad real" si hay escasez de gas y los precios siguen subiendo.