La piedra angular de un sistema de cuidados público-comunitario
REAS Red de Redes reflexiona sobre cómo se reparten los cuidados y qué papel han de desempeñar en este campo las administraciones y los agentes sociales y económicos
Cada ser humano presenta una profunda dependencia de otros seres humanos. Durante toda la vida, pero sobre todo en algunos momentos del ciclo vital, las personas no podríamos sobrevivir si no fuese porque otras dedican tiempo y energía a cuidar de nuestros cuerpos”1 . Esta afirmación de Yayo Herrero viene a recordarnos la necesidad de cuidados en un sistema capitalista que parece haberlo olvidado cuando, en vez de ocupar un lugar central de la organización socioeconómica, los relega al ámbito privado de los hogares. Esto ha tenido como consecuencia su invisibilización, la falta de valoración social de los mismos y el mantenimiento de la división sexual del trabajo.
En efecto, quienes realizan los trabajos de cuidados sufren la precariedad derivada de escasos derechos laborales, deficiente regulación y bajos salarios. Esta precariedad tiene, además, cuerpo de mujer, ya que son trabajos feminizados desempeñados esencialmente por mujeres, muchas de ellas migrantes. Los movimientos feministas y otras corrientes de economía crítica, como la economía solidaria o la ecológica, llevan años señalando una profunda crisis de cuidados que repercute de forma desigual en ciertos sectores de la población, produciendo un sesgo de clase y de género. Como afirma Amaia Pérez Orozco, “cuida más quien menos cuidados recibe y quien está en peor posición socioeconómica”2.
Quién es quién
Esta crisis de reproducción se nos presenta como una ventana de oportunidad para colocar en el centro del diálogo social el reparto de los cuidados, que debe ser compartido entre los diversos agentes: instituciones públicas, tejido empresarial, colectivos vecinales, redes comunitarias y los hogares. De esta forma, se crea una organización social que reparta de manera justa y colectiva los trabajos que son necesarios para sostener la vida.
En la búsqueda de este diálogo son fundamentales los espacios de articulación con las instituciones públicas. La guía para la gestión público-comunitaria de los cuidados bajo la óptica de la economía social y solidaria3 es el fruto de un proceso de análisis que ha buscado avanzar en una hoja de ruta en el ámbito de los cuidados, ofreciendo un marco para identificar y sistematizar el conocimiento colectivo desde la óptica de la economía social y solidaria (ESS) y los feminismos.
Como establece la guía, el papel de las administraciones públicas en la organización social de los cuidados resulta crucial para establecer las bases que garanticen un sistema de cuidado justo, equitativo y sostenible. En ese sentido, buscando superar la alianza de lo privado (cuya búsqueda del lucro se ha demostrado contraria a los intereses del común) se viene imponiendo en el discurso social la importancia de las redes y los agentes comunitarios, como quedó patente durante la pandemia. En este ámbito, cabe destacar la trayectoria de las empresas y entidades de la ESS.
Factores diferenciales
La economía social y solidaria tiene un espacio propio en el ámbito de los cuidados y puede ofrecer alternativas que contribuyan a una organización social equilibrada que avance en el reconocimiento del cuidado como derecho universal, multidimensional y colectivo.
La ESS cuenta con determinadas singularidades para servir de palanca de transformación hacia el modelo de colaboración público-comunitario, como son el enfoque de derechos, el retorno social, el arraigo al territorio, la atención integral centrada en la persona, la reducción de desigualdades hacia la transformación social, el enfoque comunitario y la intercooperación.
En este sentido, hay varios elementos que impulsan esta colaboración, como la contratación pública responsable4, una herramienta para conseguir objetivos en beneficio de la colectividad. Por otro lado, el trabajo en red es una estrategia efectiva a la hora de mejorar la calidad de los proyectos, ya que fomenta la colaboración, la inteligencia colectiva y la resiliencia.
Los resultados de la guía muestran, a través de la realización de un mapeo de más de 270 entidades de todo el territorio, que Euskadi, Illes Balears y las Islas Canarias presentan un mayor número de entidades proveedoras de servicios de cuidados. Además, casi dos tercios de las entidades son asociaciones y sociedades cooperativas.
Educación y ocio
En relación con los servicios ofrecidos, las actividades de educación y ocio son las que presentan un mayor peso (37%). En el caso de los colectivos atendidos, la infancia y la adolescencia representan el porcentaje más alto con el 26%.
Algunos de los elementos identificados como buenas prácticas dentro del ecosistema de las empresas de ESS son la relación con la comunidad, la colaboración con otras entidades del territorio, las medidas para visibilizar y poner en valor la gestión público-comunitaria y la existencia de una oferta de cuidados interna de la entidad.
En este sentido, se puede destacar AFDA, que forma parte activa de redes comunitarias, Mes que Cures, cuya misión es dignificar los trabajos de cuidados y la labor profesional de las trabajadoras del sector, y Alicante Convivencia, cuya acción principal va dirigida a la creación de una comunidad de convivencia para generar oportunidades de cocuidados.
En el ámbito rural cabe mencionar a CDR Portas Abertas y El Colletero, que actúa con un claro enfoque de derechos para construir una comunidad cuidadora rural. En la articulación con las administraciones públicas, la Fundació Deixalles desarrolla un proyecto de sensibilización y promoción del consumo y compra pública responsables. Por último, La Comala dirige algunos de sus servicios de atención y cuidado a las cuidadoras, como es el servicio de respiro.
Algunas claves
Para avanzar hacia este modelo, es fundamental que haya un reconocimiento social de los cuidados como un elemento esencial en el sostenimiento de la vida y para que se reconozcan como un derecho fundamental.
Además, es necesario apostar por la innovación y el codiseño de unas políticas públicas de cuidados para la definición de un sistema integral centrado en las personas. En este sentido, es importante reforzar el componente público y la consolidación de las administraciones locales por la cercanía a la ciudadanía. Por último, es prioritario fomentar la corresponsabilidad entre los diferentes agentes desde una vinculación al trabajo en red arraigado en el territorio.
En la implementación de nuevas políticas hacia un sistema integral de los cuidados, la economía social y solidaria puede y debe ser una pieza clave. Sus valores y prácticas así lo demuestran. Trabajar por el fortalecimiento de las estructuras de la ESS es trabajar por el fortalecimiento de un sistema de cuidados más justo.
1Miradas ecofeministas para transitar a un mundo justo y sostenible, Herrero, Y. (2021).
2Conclusiones Eje Cuidados, Encuentro de IDEARIA, REAS Red de Redes (2022).
3Gestión público-comunitaria de los cuidados bajo la óptica de la Economía Social y Solidaria: guía de buenas prácticas y diagnóstico, elaborada por REAS Red de Redes y editada por el Instituto de las Mujeres.