Más ESS para los ODS
La Economía Social y Solidaria ayuda a afrontar retos globales como el cambio climático o las desigualdades
Ante el estancamiento del progreso para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la economía social y solidaria (ESS) señala una vía concreta para situar a las personas y al planeta en el centro de la agenda de desarrollo. Así de rotunda se manifiesta Naciones Unidas con respecto al papel de la economía solidaria en la Agenda 2030, con la que la comunidad internacional pretende alcanzar “la igualdad entre las personas, proteger el planeta y asegurar la prosperidad como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible”, un escenario que la propia ONU reconoce aún lejano.
¿Cuál es el paradigma que ofrece la economía solidaria para estar en sintonía con los retos globales actuales? ¿Cuáles son las buenas prácticas empresariales que alumbra este modelo económico alternativo? Tratamos de responder a estas preguntas en el presente texto, que bebe del trabajo realizado por REAS Red de Redes y se inspira en la amplia trayectoria de este modelo económico alternativo en todo el mundo.
Transformación social
La ESS forma parte de las economías transformadoras (como la economía feminista, ecológica y comunitaria), un concepto aglutinador de nuevas formas de pensar y hacer economía que aspiran a construir un sistema socioeconómico que coloque a las personas, sus comunidades y su entorno ambiental en el centro de todos sus procesos. En este marco, la ESS persigue el objetivo político de superar el insostenible mantra del crecimiento económico del sistema capitalista, cuyas políticas evidencian el incremento de la marginación de cada vez mayores capas sociales, la vulneración de los derechos sociales y políticos y el agotamiento del planeta.
Ante esto, el movimiento de la ESS integra unos principios y valores en los que basa sus prácticas diarias que aspiran a un cambio de modelo de producción y consumo a través de las empresas y organizaciones que practican sus principios, un modelo holístico en el sentido de que las organizaciones, empresas y redes de la ESS persiguen, al mismo tiempo, una combinación de objetivos económicos, sociales, medioambientales y emancipadores.
En la esfera económica, la ESS promueve la creación de empleo digno, reconociendo, además, los trabajos en plural (productivos y reproductivos) al servicio de las necesidades de la comunidad y de la sostenibilidad de la vida. En lo que respecta a la esfera social, ofrece una mejor protección, ya que se construye a partir de los principios de mutualismo, solidaridad y reciprocidad y defiende la protección social integral y el reparto justo de la riqueza. Desde el punto de vista medioambiental, promueve un nuevo paradigma centrado en sentir y sostener la vida del planeta, considerando el decrecimiento material como una obligación necesaria tras un proceso histórico de explotación de un planeta de recursos limitados. Respecto al empoderamiento (no solo económico, sino también político), la ESS ofrece voz y representación mediante la autoorganización, la gobernanza participativa y la acción colectiva a múltiples niveles.
Cambio climático y desigualdades
Este marco teórico y la trayectoria de décadas sobre el terreno nos permiten encontrar una elevada coincidencia entre las metas y desafíos establecidos en la Agenda 2030 con los principios de la economía solidaria, situando a las organizaciones y empresas de ESS en una buena posición para dar respuesta a retos como el cambio climático, la reducción de la pobreza y las desigualdades. Este paralelismo puede ser leído a través de la Carta de Principios de la Economía Solidaria, documento marco identitario que orienta la visión y la práctica de las organizaciones de economía solidaria y sus relaciones con otros agentes, así como el proyecto económico, social y político que impulsa el movimiento en su conjunto.
Uno de estos valores es el trabajo digno, que constituye una vía prometedora y eficaz para la consecución del ODS8 centrado en el trabajo decente. Mientras que en la economía convencional el trabajo se reduce a términos puramente económicos, desde la ESS se entiende el trabajo como toda actividad humana que hace posible que la vida se sostenga, sea tratada con cuidado y se reproduzca, tanto en el presente como en el futuro.
De igual modo, el principio de equidad que se defiende desde la ESS contribuye a la consecución de los objetivos 3 y 5. Para garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades, la ESS desarrolla prestación de servicios como la atención domiciliaria, la compra de alimentos y la limpieza. Igualmente, persigue lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas: las entidades de la ESS incorporan la perspectiva feminista dentro de la vida diaria de la organización.
En lo referente a la sostenibilidad ecológica, la ESS contribuye a transicionar hacia una economía ecológica alejada de la mercantilización del medio ambiente y presenta una amplia capacidad para enfrentarse a la emergencia climática a través de la provisión de bienes y servicios en el ámbito de las energías renovables y la reutilización y reciclaje de residuos. Entroncando con los objetivos 13 y 15 (adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos y gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras, detener la pérdida de biodiversidad), encontramos prácticas que fomentan la agroecología y la alimentación sostenible, garantizando el acceso a una alimentación saludable para gran parte de la población que carece de los recursos para garantizarse una seguridad alimentaria.
Ciudades inclusivas
La cooperación y el compromiso con el entorno son principios rectores de esta carta, y al centrarse en el desarrollo local del territorio contribuyen al objetivo 11 de lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. El compromiso con el entorno implica la promoción y el impulso de modelos de producción, distribución y consumo centrados en el territorio, desde donde construir propuestas comunitarias de mejora y, a través de alianzas que provoquen un efecto multiplicador, una agenda de transformación ecosocial que transite de lo local a lo global. Además, la economía solidaria promueve una cultura de cooperación e interdependencia para superar el modelo de competencia que aísla a personas y comunidades.
Por último, está el principio del reparto justo de la riqueza, por el que la ESS entiende la riqueza como el conjunto de elementos materiales, sociales, culturales y naturales que determinan la capacidad de una comunidad de atender las necesidades de sus integrantes en el corto, medio y largo plazo. En ese sentido, asume el carácter colectivo de la práctica económica e incorpora un conjunto de tradiciones asociativas que, como el cooperativismo, las organizaciones sin ánimo de lucro, el comercio justo, la economía de los cuidados y las finanzas éticas, generan y distribuyen esa riqueza a través de iniciativas autónomas y sostenibles.
En todos estos ámbitos podemos encontrar prácticas cotidianas en las que las empresas de la ESS satisfacen las necesidades de la población a la vez que atienden a los retos sociales globales como los que marcan los ODS. Se trata de buenas prácticas de: alimentación saludable y de gestión integral agroecológica de los sistemas alimentarios territorializados; capacitación y promoción de la igualdad y el empleo; promoción del autoconsumo colectivo de energía renovable y creación de comunidades energéticas locales inclusivas; moda sostenible y reducción del impacto de la industria textil; proyectos de vivienda y urbanismo feminista…
Invitamos a bucear en estas buenas prácticas que muestran el esfuerzo diario de las empresas y organizaciones de la ESS y solidaria del Estado español en lograr un verdadero desarrollo sostenible y un cambio de paradigma que ponga la sostenibilidad de la vida en el centro, bajo la pretensión de que su visibilización y conocimiento pueda ser fuente de réplica de estas experiencias basadas en prácticas comunitarias y arraigadas en lo local y una verdadera hoja de ruta para superar los enormes retos que afrontamos.