Políticas para el progreso y la felicidad de un país
España sale peor parada si se compara con otros países en indicadores de bienestar y desarrollo que si lo hace en PIB. La economía no está al servicio de la gente
La actual coyuntura climática, geopolítica y económica es ciertamente convulsa. Plantea desafíos y desequilibrios de alcance europeo y mundial que limitan la soberanía del futuro Gobierno, sea del color político que sea. Igualmente cierto es, sin embargo, que todo ejecutivo debe aspirar a desarrollar políticas para el progreso, y nos atrevemos a decir que, en aras de la felicidad del país, debe cumplir las promesas realizadas en tiempos de campaña. Aquí nos topamos con la gran pregunta macroeconómica: ¿cómo medir el progreso económico de un país para que coincida con el de su ciudadanía?
A escala europea, el producto interior bruto (PIB) sigue figurando en solitario como el indicador de referencia, cuando hace por lo menos dos décadas que su utilidad se viene cuestionando. De hecho, otros indicadores de desarrollo global llevan años ofreciendo resultados. Prestemos atención a dos de ellos: el índice de desarrollo humano (IDH) y el índice de la felicidad. Solo con su nombre, indicadores como estos ya nos llaman la atención: ¡desarrollo humano y felicidad! Deberían ser estas las metas de la economía, como...