Triple fracaso
Macron, que ya era presidente de la injusticia fiscal, se lleva la palma de la injusticia social
Pasará a la historia como un presidente de la República Francesa arrogante que fue elegido con unos resultados muy malos. Emmanuel Macron ha impuesto una reforma de las pensiones no deseada por una inmensa mayoría de la población, rechazada por una inusual alianza intersindical y sin el voto mayoritario de la Asamblea. La primera ministra, Élisabeth Borne, ha intentado suavizar el triunfalismo declarando que la ratificación de la ley por el Consejo Constitucional hace que no haya ni vencedores ni vencidos. Pero la jefa del Gobierno se equivoca: la reforma tiene un único vencedor y una Francia vencida. Y triplemente vencida: en el plano económico, en el social y en el político.
En el plano económico, la reforma presidencial no ha resuelto el problema financiero de las pensiones, el de un escaso déficit a medio plazo debido a un relativo retroceso de las pensiones frente a los salarios. El sistema de pensiones francés necesita más gasto, no menos. Introduce a Francia en la vía de “trabajar más”, cuando la línea de progreso desde hace un siglo y medio vincula el aumento de la esperanza de vida con la reducción...