Los trabajadores se quedan Duralex
La histórica fábrica francesa de vajillas trata de remontar la crisis con la fórmula cooperativa
A principios de septiembre, Duralex, histórico fabricante francés de vajillas, lanzó la campaña Allons enfants de la cantine, que juega con la letra del himno nacional, para irrumpir con fuerza en el arranque del curso escolar: fue la primera operación de marketing de la flamante nueva cooperativa, que protagonizó la buena noticia del verano, cuando el tribunal comercial de Orleans validó el proyecto de los propios trabajadores de Duralex de adquirirlo y transformarlo en cooperativa.
Los 228 empleados de la fábrica, situada en las afueras de Orleans [130 kilómetros al sur de París], conservan así sus puestos de trabajo, mientras que las otras dos ofertas mantenían solo 179 y 79 puestos, respectivamente. La aventura de Duralex, nacida después de la Segunda Guerra Mundial, continuará en cooperativa.
La marca icónica, que desde hace mucho tiempo reina en las mesas de los comedores franceses y de muchos otros países, forma parte del patrimonio industrial del país, repiten sus defensores. La reputación de sus vasos irrompibles está bien establecida. Sin embargo, la situación de la empresa es más que delicada.
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