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España rica, España pobre

Las desigualdades entre comunidades autónomas persisten tras más de cuatro décadas de democracia. La crisis financiera frenó en seco la convergencia.

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Mayo 2023 / 113
Ilustración desigualdad en España

La brecha que separa la España rica y la España pobre es profunda y se resiste a cerrarse. Si bien las regiones menos prósperas del país registraron durante las dos últimas décadas del siglo XX mayores tasas de crecimiento económico que las más industrializadas, la convergencia se frenó en seco a raíz de la recesión provocada por el desastre financiero de 2008.

“Hasta el año 2008 se produjo una disminución de las diferencias económicas entre regiones, de forma que las más pobres crecieron con más intensidad. Sin embargo, tras la crisis financiera esta tendencia se paralizó”, subraya el Banco de España en su reciente informe Cambios recientes en el patrón de convergencia entre regiones. Sus autores, Iván Auciello y Sergio Puente, achacan el frenazo en la convergencia a la productividad del trabajo, factor que fue determinante en el acercamiento entre comunidades ricas y pobres en el periodo 1980-2008, pero que, tras la debacle financiera se convirtió en el principal motivo de su estancamiento. Ello significa que la acumulación de capital financiero, el progreso tecnológico, las mejoras en la organización empresarial y el capital humano ya no crecen con la intensidad de antes en las regiones del sur del país.

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Convergencia comunidades

Comunidades como Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, donde la agricultura ha tenido tradicionalmente más peso, aprovecharon los años de bonanza económica para acercar sus niveles de bienestar a la media española, pero la tendencia se interrumpió tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y la caída de Lehman Brothers, que desencadenaron una dura recesión económica, una rápida subida del desempleo y una merma del poder adquisitivo de los salarios que aún no se ha recuperado. Los economistas del Banco de España subrayan que este proceso de divergencia no ha podido ser compensado por la “tímida reducción” observada a partir de 2017, cuando la economía comenzó a recuperarse.

El hecho de contar con una población más joven —generalmente, un factor positivo para la economía— no ha sido suficiente para que las comunidades de menor renta compensen el efecto negativo de la diferencia en la productividad del trabajo y sigan reduciendo la distancia con las más prósperas. El informe explica que hasta 1992, la demografía contribuyó a aumentar las diferencias porque las comunidades del norte del país se beneficiaron de la migración desde zonas rurales empobrecidas hacia las urbanas. Ese proceso, especialmente intenso en la segunda mitad del siglo XX, trajo consigo un trasvase de población en edad de trabajar de las regiones del sur hacia el norte. Sin embargo, la tendencia empezó a invertirse a medida que las personas que emigraron del campo a la ciudad alcanzaban la edad de jubilación y dejaban de trabajar. Ello ha hecho que en los últimos años las comunidades más ricas hayan envejecido con mayor rapidez, lo que fomenta la convergencia.
 

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Convergencia periodos

El factor del empleo

Auciello y Puente llegan también a la conclusión de que los niveles de empleo tampoco han contribuido a igualar a las comunidades en materia de renta, pues sostienen que las variaciones positivas en la tasa de actividad —la proporción de personas empleadas respecto a la población en edad de trabajar, entre 16 y 64 años de edad— “tienden a compensarse con subidas equivalentes de la tasa de paro”.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), solo dos comunidades españolas, Madrid y País Vasco, superan actualmente la media europea en materia de renta. El mayor PIB per cápita del país —referencia que se obtiene dividiendo el conjunto de bienes y servicios producidos en determinada zona entre su número de habitantes— corresponde a la Comunidad de Madrid: 34.821 euros, una cifra el 36,6% superior a la media nacional y que casi duplica el de la comunidad más pobre, Andalucía (18.906 euros).
Después de Madrid, en lo más alto de la tabla figuran País Vasco (32.925 euros), Navarra (31.024), Cataluña (29.942), Aragón (28.912) y La Rioja (27.279). Estas son las seis únicas comunidades que superan la media nacional, por debajo de la cual se encuentran las 13 restantes, incluyendo Ceuta y Melilla. En la parte baja, junto con Andalucía, figuran Canarias (18.990 euros), Melilla (19.072), Extremadura (19.072) y Castilla-La Mancha (20.655). Si hablamos de renta disponible —el dinero que queda tras restar a los ingresos de un hogar los impuestos y los cargos a la Seguridad Social—, el País Vasco, con 20.479 euros por hogar, supera a la Comunidad de Madrid (19.470), y Canarias pasa al último lugar de la lista, con 12.410.
 

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Gráfico tasa de pobreza

Cohesión territorial

Del mismo modo que disponen de mayores rentas, las comunidades del norte del país tienen indicadores de pobreza y exclusión similares a los países más desarrollados de la Unión Europea, mientras que las comunidades del sur muestran tasas elevadas. El último informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN) refleja la división de España en dos mitades. La tasa Arope (que mide el riesgo de pobreza o exclusión social) más baja la registran Navarra y País Vasco, con el 14,7 % y el 16 %, respectivamente, frente a Andalucía y Extremadura, ambas con el 38,7%, que se sitúan en el otro extremo. “Las diferencias entre regiones son más que evidentes”, afirma EAPN, “lo que evidencia que el territorio es una significativa fuente de desigualdad y que la cohesión territorial debería ser, no solo desde un punto de vista formal, un importante objetivo político”.
 

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PIB Comunidades

En la dictadura

Otros estudios apuntan que la brecha de rentas entre el norte y el sur empezó a estrecharse antes del retorno de la democracia y que lo hizo de manera mucho más intensa durante la segunda mitad de la dictadura. En su trabajo La dinámica territorial de la renta en España 1955-2016, el economista Ángel de la Fuente muestra que la diferencia entre la renta per cápita de la región más rica de España y la de la más pobre se redujo a la mitad entre 1955 y 2018.  Hace 70 años la región más próspera era País Vasco, seguida de Madrid, Cataluña y Navarra, mientras que las más pobres eran Extremadura, Galicia, Castilla-La Mancha, Canarias y Andalucía. Las comunidades que ocupan los extremos de la clasificación hoy siguen siendo las mismas, con algunos pequeños cambios: Madrid ha desplazado a Euskadi de la primera posición, mientras que Andalucía y Murcia han reemplazado a Galicia y Canarias en el furgón de cola.

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Gráfico tasa de paro

Según De la Fuente, el proceso de convergencia regional fue especialmente intenso entre 1961 y 1973. Es el periodo que se inició con la puesta en marcha del Plan de Estabilización Económica, que se abrió a la inversión extranjera y al turismo, impulsó la creación de las clases medias y concluyó con la crisis del petróleo. Fueron también los años del baby boom, un periodo de altísima natalidad que no se ha repetido y cuyos integrantes están empezando a jubilarse. “Esa convergencia ha tendido a ralentizarse desde entonces hasta alcanzar tasas inferiores al 1% desde mediados de la década de 1980 e, incluso, llegan a ser negativas en la última década”, afirma el economista de Fedea y del Instituto de Análisis Económico del CSIC.

Si el origen de las diferencias de hace siete décadas era fundamentalmente la productividad, concluye De la Fuente, en lo que llevamos de siglo el factor más importante ha sido el empleo, tesis que contrasta con el informe del Banco de España. Mientras que en los años cincuenta del siglo pasado apenas había paro, a partir de la década de 1970 comenzó a subir rápidamente, sobre todo en las comunidades más pobres. La situación apenas ha cambiado. Andalucía tiene actualmente la tasa de desempleo más alta del país, equivalente al 19% de su población activa, seguida de Extremadura (17,6%), Canarias (14,6%), Asturias y Castilla-La Mancha (ambas con 14,4%). País Vasco, La Rioja, Castilla y León, Cataluña y Aragón tienen tasas inferiores al 9%.

La tasa de empleo en las regiones más industrializadas hace que la renta per cápita sea más elevada que en las zonas en las que trabaja un porcentaje menor de la población. Y en las comunidades con la tasa de empleo más baja tienen un mayor peso las actividades de baja productividad, como la agricultura y los servicios de bajo valor añadido. Son zonas que también suelen tener un tejido empresarial débil, con firmas pequeñas que, con frecuencia, no cuentan con ningún asalariado. Ángel de la Fuente pone de relieve que la convergencia del sur se estancó desde la llegada de la democracia y que su renta per cápita se ha estabilizado en 25 puntos porcentuales por debajo del promedio nacional. Esta última es, sin duda, la brecha más difícil de cerrar.