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La revolución del fútbol femenino

Tras décadas de ninguneo, los éxitos deportivos y la unión de las jugadoras lideran un ‘boom’ que aspira a colocar cimientos sólidos sin replicar el modelo masculino

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Octubre 2023 / 117
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Alexia Putellas y Olga Carmona

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EFE / Juan Carlos Cárdenas

La resaca tras saborear algo parecido a la gloria suele ser difícil, pero la del fútbol femenino español, brillante ganador del reciente Mundial de Australia y Nueva Zelanda, superó todos los registros imaginables de caída libre.

Tras arrasar en un acontecimiento global que certifica el boom del fútbol femenino, con una audiencia televisiva superior a 2.000 millones de espectadores —el 80% más que cuatro años antes— y el 71% de cuota de pantalla en España durante la final, las futbolistas se dieron de bruces con su realidad cotidiana: los mandamases del fútbol patrio, que llevan décadas ninguneando el fútbol femenino, no solo cerraron filas con el presidente de la Federación, Luis Rubiales, que debe responder en la Audiencia Nacional por la denuncia de Jenni Hermoso, sino que también consideraron casi unánimemente descabellado elevar el salario mínimo anual de la Liga profesional, fijado hasta entonces en apenas 16.000 euros brutos anuales, lo que llevó a las futbolistas a la huelga.

El contraste con los hombres del fútbol no puede ser más desorbitado, incluida la burocracia que lo lleva gobernando toda la vida como si de un cortijo propio se tratara: el salario de Rubiales en la federación superaba los 600.000 euros anuales más extras.

Es toda esta estructura de siempre la que ahora se tambalea por la energía colosal que se ha desbordado tras el tsunami desencadenado por la unidad, incluso puño en alto, de las ganadoras del Mundial, que han sido capaces de conquistar el éxito tras una inagotable lista de humillaciones que solo ahora han empezado a emerger. Algunas son tan reveladoras del nulo interés en apoyar este deporte —y de las relaciones de poder— como la negativa federativa a imprimir el nombre de las jugadoras en las camisetas alegando razones presupuestarias.

La misma creación de la Liga F como entidad independiente liberada de las garras de la federación, que arrancó la temporada pasada, fue una imposición con fórceps por parte del Gobierno de coalición de izquierdas ante unas estructuras federativas atrincheradas en el statu quo negacionista: “Rubiales me dejó claro desde el principio su oposición total a la iniciativa, a pesar de que la situación del fútbol femenino era de desprecio absoluto y de supeditación a su lógica de ordeno y mando”, explica Irene Lozano, una de las artífices de la creación de la Liga desde la presidencia del Consejo Superior de Deportes (CSD), que hizo pinza con la entonces vicepresidenta, Carmen Calvo. 

Maltrato eterno

Este desprecio desde las propias instituciones que, en teoría, deberían impulsarlo está en el origen de la fragilidad económica del fútbol femenino: “Durante mi gestión pude constatar que el interés de patrocinadores y marcas es muy superior a su realidad porque hasta ahora ni siquiera se habían desarrollado los mecanismos más elementales para poderlo atraer”, añade Lozano.

El ninguneo no era cosa solo de la cúspide, sino una actitud estructural y desde el origen de los tiempos. Lo atestigua Jordi Colomí, que en las décadas de 1990 y 2000 fue presidente de la UE Estartit, club exclusivamente femenino que en esos años jugaba en la Primera División. La entidad se convirtió en uno de los ejes de desarrollo económico y social de esta pequeña localidad de la Costa Brava, integrada en el municipio de Torroella de Montgrí. Pese a contar con apenas 3.000 habitantes, la cancha de fútbol se llenaba a rebosar con más de 1.000 personas en la grada.

“Por entonces, era ya clarísimo que el fútbol femenino tenía un gran potencial como deporte y también desde un punto de vista comercial, pero las autoridades federativas, salvo excepciones, no tenían ningún interés en que se desarrollara”, rememora Colomí, quien añade: “La Primera División se llevaba como si fuera la categoría más baja y cualquier intento de mejora que probábamos topaba con unas inercias machistas tremendas”.

“El abandono durante décadas hace todavía más espectacular el éxito del fútbol femenino, conseguido por el mérito de las jugadoras a pesar de todos estos condicionantes”, concluye Colomí.
 

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Cuentas de las ligas españolas
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Ingresos ligas

La brecha de desigualdad entre el fútbol femenino y el masculino es sobrecogedora, mucho más allá del salario mínimo profesional (ahora 21.000 euros brutos anuales en España, tras la huelga reciente, frente a 182.000 del masculino). Según el último informe de Deloitte sobre el negocio global del fútbol(1), que por fin incluye ya el femenino, los tres clubes más poderosos de España (Real Madrid, FC Barcelona y Atlético de Madrid) ingresaron en la temporada 2021-2022 un total de 1.746 millones de euros, mientras que las secciones femeninas se quedaron en apenas 9,2 millones. 

Las diferencias estratosféricas afectan a todos los ámbitos, como los traspasos: el récord masculino lo tienen todavía los 222 millones pagados por el PSG al Barça por Neymar, a varios universos de diferencia de los 400.000 euros que el Manchester City acaba de abonar por hacerse con Jill Roord, una operación que para el diario deportivo Sport supondrá “tirar la casa por la ventana”.

Algunos expertos subrayan que esta brecha sideral, que se da en todo el mundo, no se explica, en contra de la versión canónica del statu quo, por la falta de interés del público, los anunciantes o la audiencia hacia el fútbol femenino, sino por estas dinámicas de ninguneo heredadas durante décadas. El boom actual reforzaría esta hipótesis. Así lo sostiene Christina Philippou, economista experta en el negocio del deporte de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido): “Las marcas y las televisiones están empezando a reconocer el valor del fútbol femenino. Sin embargo, a los clubes y los organismos federativos y profesionales todavía les cuesta aceptar el potencial económico y comercial de apoyar la profesionalización, lo que exige inversiones en equipamientos, en staff y también en salarios de las jugadoras”.

Una de sus recetas elementales para sacudir esta realidad, añade, sería “aumentar la diversidad de género en las cúpulas directivas de clubes y organismos del fútbol” para que, al menos, los responsables crean en su potencial. Según los cálculos de Philippou, dos tercios de las juntas de las cuatro principales ligas profesionales de fútbol del mundo —España incluida— están integradas solo por hombres.

Un recuento de la cadena CNN destaca que son hombres 19 de los 20 miembros de la comisión ejecutiva de la UEFA, 30 de 37 miembros del consejo de la FIFA y el 74% de los entrenadores en las principales ligas profesionales.

El principal organismo que rige el fútbol mundial, la FIFA, ha mostrado más cintura para abordar este tsunami del fútbol femenino que España, a pesar de que el FC Barcelona es el último ganador de la Champions y la selección española se ha llevado el Mundial.

Un informe del sindicato internacional FIFPRO revela que un tercio de las jugadoras que disputaron los torneos de clasificación para el Mundial femenino todavía jugaron gratis, pero la FIFA acordó un aumento sustancial de las recompensas económicas para las selecciones (y sus jugadoras) que disputaron la fase final y pasó de 30 millones de dólares en el anterior Mundial, en 2019, a 110 este año.

La brecha es aún muy pronunciada —los hombres se repartieron 440 millones en el Mundial de 2022—, pero el ritmo para aminorarla se ha acelerado y al menos la FIFA se ha fijado ya el objetivo de alcanzar la igualdad en los premios a corto plazo. La posición de partida era tremebunda: ahora la relación ha pasado a ser de 4 a 1, pero hace apenas una década (2010-2011) era de 46 a 1 (348 millones repartidos entre los hombres mundialistas, 7,5 entre las mujeres).

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Ingresos clubes europeos femeninos

A pesar de la potencia de su fútbol femenino, España todavía parece vivir en el pasado, pero en algunos países se han cerrado ya pactos entre las selecciones masculina y femenina para mutualizar los premios. EE UU fue pionero, en 2022, con un acuerdo que crea una caja común, que hombres y mujeres se reparten por igual. Sin embargo, como ha señalado la revista Time, se trata de un país en que el fútbol femenino es mucho más competitivo que el masculino en los torneos internacionales. En caso de que las recompensas lleguen a equipararse realmente, los más beneficiados podrían ser, paradójicamente, los hombres.

Sostenibilidad

El desdén con el que la gran mayoría del mundo del fútbol ha tratado hasta ahora a las mujeres lo ha convertido en uno de los deportes más masculinizados, según varias encuestas (2). Aparentemente, el fútbol masculino exhibe un gran éxito comercial y económico, que contrastaría con los magros resultados del femenino. No obstante, la realidad no es exactamente así: a pesar del éxito indiscutible de recaudación, el modelo masculino, ultramercantilizado y en manos de un reducido grupo de agentes, genera multimillonarios aislados en un entorno cuya viabilidad está incluso en duda por el exceso de deuda y los grandes capitales requeridos. En consecuencia, los jeques, las grandes fortunas y los fondos de Wall Street se están quedando con un pastel que provoca ya muchas indigestiones.  

Las últimas cuentas consolidadas de las ligas españolas asumidas por el CSD, correspondientes a la temporada 2021-2022, revelan con toda crudeza las debilidades de un modelo supuestamente exitoso: la Liga ingresó 4.277 millones de euros, por apenas 18 la Primera División femenina, antes de transformarse en Liga F. Sin embargo, en el balance contable de la temporada resulta que la Liga masculina perdió 113 millones, por 20 la femenina. Y la masculina debe lidiar, además, con una deuda estratosférica de 6.451 millones: ¿de verdad es un gran éxito?

El problema es global. En un artículo reciente (3), el Financial Times se preguntaba si el fútbol masculino alguna vez lograría “ser rentable” —condición que, a menudo, parece exigirse al femenino— y arrojaba dudas a partir de los propios datos de la UEFA: la entidad de gobierno del fútbol europeo estima que los clubes europeos (masculinos) han perdido más de 10.000 millones de euros entre 2020 y 2022.

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Recompensas económicas en el mundial

En contraste con esta perspectiva deprimente, todos los estudios apuntan a que este boom del fútbol femenino puede llevar hacia un crecimiento muy importante tanto desde el punto de vista del negocio, como augura Deloitte, como de aficionados. Un estudio de la UEFA (4) cifra en 144 millones el número de seguidores del fútbol femenino en el continente y estima que en una década alcanzará los 328 millones (véase gráfico).

Algunas de las recetas para darle impulso son coincidentes entre los expertos: profesionalizar y aportar diversidad en los organismos gestores y comerciales para que apuesten de verdad por un espectáculo que ya tiene una audiencia mundial sobresaliente y, en esta fase de despegue, proveer recursos públicos más allá del mercado para consolidar la profesionalización: “El fútbol femenino es como una start-up que hay que apoyar en su fase inicial para que pueda volar sola”, sostiene Lozano.

Esta implicación del sector público puede ir mucho más allá de la mera inyección de dinero y abarcar, por ejemplo, cambios normativos para que la distribución de los recursos entre hombres y mujeres compense décadas de ninguneo o cuotas en los organismos de dirección y gestión.
 

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Mujeres interesadas en el fútbol

El papel de la televisión pública podría ser central para el despegue, visto el compromiso de la BBC en Reino Unido: el canal público no solo se ha implicado en el contrato televisivo con un desembolso de 9,2 millones de euros por temporada, sino que ofrece 22 partidos al año. En España, con RTVE ausente, el consorcio televisivo privado que se hizo con los derechos La hora del fútbol femenino, —en un concurso cuestionado por la CNMV— ha abonado seis millones el primer año y los partidos solo pueden seguirse en un canal de OTT y en Gol, lo que limita su difusión.

La investigación de la UEFA revela que el fútbol femenino no se limita a atraer la atención de los que ya seguían el masculino, sino que aporta nuevos públicos y con valores más progresistas: casi el 50% de los fans son mujeres y el 86% valoran la igualdad de género, el 83% la diversidad y el 71% abanderan los derechos LGTBI+, porcentajes que contrastan con el paisaje masculino, que suele moverse “por cojones”. Hasta el 33% de los fans admiten que les atrajo al fútbol femenino la actitud pública de las jugadoras, un porcentaje que triplica el de sus pares en el fútbol masculino (12%).

“Las diferencias entre los y las jugadoras de élite son elocuentes y muestra que se trata de dos mundos distintos”, señala Jordi Colomí: “Ellas se han unido y luchado juntas para conseguir mejoras para todas y para el deporte, mientras que ellos parecen empresas personales interesadas únicamente en embolsarse más y más dinero”.

“No es el mismo deporte jugado por mujeres; es otro deporte”, coincide Irene Lozano.
La revolución en marcha del fútbol femenino parece imparable y en España ya se ha llevado por delante algunas de las estructuras y mandamases del Antiguo Régimen. ¿Y si resulta que acaba siendo también el motor para salvar y democratizar el fútbol masculino?

(1) Deloitte Football Money League 2023. Edición número 26. Marzo de 2023

(2) Waiting or acting? The Gender Gap in International football success. I. Lago, S. Lago-Peñas, C. Lago-Peñas. International Review for the sociology of sport, 2022, vol 57 (7)

(3) Can european football clubs ever be profitable? J. Noble, Financial Times, 18/9/23

(4) The business casefor women’s football, UEFA, agosto de 2022