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Nelsa Nespolo: “Es el momento de crear bancos comunitarios”

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Octubre 2023 / 117
Nelsa Nespolo

Fotografía
Javier De Vicente

Nelsa Nespolo es una de las caras visibles de la economía solidaria en Brasil, que involucra a más de dos millones de personas y a cerca de 23.000 iniciativas en distintos sectores económicos. A ella ha estado vinculada toda la vida, desde que aprendió el oficio de costurera e inició su activismo sindical en los años ochenta, aún bajo la dictadura militar. Para Nespolo, el cooperativismo posibilita que las vidas de las personas "tomen una nueva dimensión". Durante un tiempo, tuvo la oportunidad de promoverlo desde una atalaya política como la dirección general de Economía Solidaria del Estado en que nació, Rio Grande do Sul. Pero la traducción tangible de su trabajo es la construcción de una cadena productiva solidaria de moda sostenible basada en el algodón ecológico y en el valor justo del trabajo: Justa Trama. Esta entrevista se realizó durante su visita a España, por invitación del Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (CERAI), socio de Alternativas económicas. Nespolo participó en sendos actos en las universidades de Córdoba y Sevilla. Contra la exclusión social, la activista brasileña blande como herramienta de desarrollo los bancos comunitarios. Buen ejemplo de ellos es Justa Troca, que está promoviendo en la periferia norte de Porto Alegre.

¿Qué secuelas ha dejado el Gobierno de Jair Bolsonaro en su país por lo que respecta a la economía solidaria?
Con Bolsonaro, es como si la economía social y solidaria hubiera enfermado. Se volvió un movimiento de resistencia. Fue una etapa, además, en la que se perdieron muchos derechos laborales. Las políticas sociales quedaron arrasadas. En Brasil, 30 millones de personas pasan hambre.

¿En qué medida ha cambiado la perspectiva con el Gobierno de Lula?
Gilberto Carvalho [exjefe de Gabinete de Lula] ha sido nombrado secretario nacional de Economía Popular y Solidaria. Los retos para la economía solidaria son muchos: legales, de concienciación, de recursos. Falta desarrollar una ley nacional de economía solidaria que la reconozca y la impulse. En algunas regiones como la mía, Rio Grande do Sul, se ha avanzado con incentivos fiscales a las cooperativas de menor facturación. También queremos ampliar a ámbitos —como el de los uniformes escolares— la ley de comedores sociales, que en Brasil exige que al menos el 30% de alimentos se compre en explotaciones familiares. Empezamos a recuperar la salud y la esperanza.

Su país está dividido. Vive olas terribles de violencia. No parece fácil.
Bolsonaro supuso una enfermedad, pero no en el cuerpo, sino en las mentes, porque despertó lo peor de la gente: el odio y la intolerancia. Necesitamos recuperar los buenos sentimientos previos, pero... ¿cómo podemos tolerar a alguien que aboga por la violencia o que mata? Se intenta aprobar una ley contra las noticias falsas, controlar más las redes sociales... Es importante que la gente piense de qué lado quiere estar, en política y respecto de la humanidad. Bolsonaro liberó más de 2.000 agrotóxicos, muchos cancerígenos y prohibidos en otros países. Destruyó la Amazonia. Tenemos que reconstruirnos después de lo aprendido.

¿Qué es "lo aprendido"?
Antes que nada, debemos concienciar a la población sobre sus derechos. Si no, podemos perderlos de nuevo. La economía solidaria marca la diferencia por sus valores: la colectividad, la democracia participativa, la importancia de los cuidados, el valor de la vida y del medio ambiente. Pero en Brasil continúa en sectores bastante marginales que el capitalismo no valora. Además, al golpe de la etapa Bolsonaro se le sumó la pandemia.

¿Cómo se organizaron con la covid?
Durante la pandemia, la economía social y solidaria marcó la diferencia. No fue la política pública, ni tampoco el sector privado, quien ayudó a la gente. Repartíamos jabón y paquetes de comida por las casas. Nuestro banco comunitario fue clave. Ahora, pasada la pandemia y con la experiencia adquirida, es el momento de crear muchos más bancos comunitarios. Es lo que estamos haciendo. 

¿Qué hace un banco comunitario?
Los bancos comunitarios son una forma de organizar el territorio y de promover su desarrollo. Hacen llegar dinero a una zona a la que, de otro modo, no llegaría, y permiten generar pequeños negocios que combaten la desigualdad social. Los pobres están en los barrios, en la periferia, pero gastan su poco dinero en el centro de las ciudades. Hay que conseguir que lo gasten en la comunidad. Que nazcan y crezcan allí nuevos negocios. 

¿Cuántos de ellos operan en Brasil?
Hoy funcionan 180 bancos comunitarios  en diferentes partes del país. Cada banco define su propia moneda, con su nombre. En nuestro caso, el del Banco Justa Troca, el justo. El primer banco comunitario en Brasil es Banco Palmas, en Ceará.

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Nelsa Nespolo
Foto: Javier De Vicente

¿Se lo pone fácil el banco central?
Al principo puso obstáculos, pero ahora la legislación permite los bancos comunitarios si los promueven entidades locales. Los impulsores del banco abren una cuenta en la Caixa Econômica Federal, donde se deposita una cantidad de dinero en reales equivalente a la moneda social que se pondrá en circulación. Así, se necesita un fondo inicial de respaldo. Nosotros hemos contado con el apoyo financiero de CERAI y otras entidades como la italiana Nexus. El primer fondo para arrancar fue de 10.000 reales, casi 2.000 euros. Entonces, una persona va al banco y, si tiene 100 reales, los cambia por 100 justos y paga en justos cuando compra fruta, comida o medicinas. El dinero social circula solo en la comunidad.

¿Y se utiliza mucho, el justo?
¡Hay establecimientos que nunca han vuelto para cambiar justos! En el proceso fue importante educar a la gente, familiarizarla con el dinero social. Por eso prestábamos moneda impresa. Palparla reforzaba la sensación de que era algo serio. Ahora algunos bancos ya trabajan con tarjetas, y luego se creó la red bancaria con dinero digital. 

¿Cómo se mide el impacto del banco?
Mil familias, 4.000 personas en total, se han visto beneficiadas. Se constata un cambio de comportamientos y de participación mediante talleres de capacitación. Aumenta la conciencia social. Y vemos surgir nuevas iniciativas.

¿Cómo llega una costurera a liderar proyectos de tal alcance social?
Una costurera crea una cooperativa de costureras. Pero no basta. Las costureras no teníamos total autonomía sobre nuestro trabajo. Queríamos incidir en la materia prima y en todas las fases de la producción y venta. Buscamos acuerdos en los distintos eslabones de la cadena. Por ejemplo, un 25% de todos los pesticidas del mundo están en el algodón. Los agricultores podrían plantar cultivos sin pesticidas. También podíamos trabajar con cooperativas que nos ofrecieran el hilo y la tela. Logramos nuestro sueño.

¿Cómo resume ese sueño?
Poder decidir cuánto vale un kilo de algodón. Nos preguntamos: “¿Cuánto vale un kilo para el agricultor que lo cultiva? ¿Cuánto para las costureras?” Reflexionamos sobre cómo construir el valor justo para cada persona de la cadena, cómo se valora su tiempo de trabajo, ya seamos artesanos, campesinos o costureros. Cómo se reparten beneficios, pero también eventuales pérdidas. En la cadena participa también quien hace el hilo, o quien se dedica al tinte. Y los artesanos que trabajan con botones de semillas. Y quienes venden muñecos hechos con retales sobrantes. Además, hemos creado una guardería para la comunidad, con apoyo de CERAI. Hoy sumamos más de 700 personas en esta red, llamada Justa Trama, que vende a la comunidad, pero también online, a países como Uruguay, Italia y España, gracias a alianzas como la que tenemos con Garraf Coopera. Por otro lado, el valor justo de una prenda de algodón es el que personas como nosotras puedan comprar.

¿Qué ha significado esta iniciativa para las mujeres, específicamente?
El banco comunitario está constituido mayoritariamente por mujeres. En Justa Trama también la mayoría son mujeres. Ha ido aumentado su peso. En la central de emprendimiento social Unisol aprobamos la paridad de hombres y mujeres en el consejo. Pero creo que la discriminación de las mujeres es un reto para esta generación y para las siguientes, me temo. Y lo mismo digo sobre la eliminación de la violencia doméstica, y no solo me refiero a la física. La emancipación económica es esencial, y a la vez también genera violencia. La educación y la formación desempeñan un papel crucial.

¿Cómo llegaron al banco comunitario?
Hemos pasado etapas muy difíciles, incluidas las luchas por el control del territorio, sobre todo por parte del narcotráfico. Hemos vivido tiroteos de día y de noche, y el asesinato de muchos jóvenes de nuestro entorno. Precisamente por ello pensamos que debíamos hacer algo que tuviera impacto allí donde estábamos. Inspirados por el Banco Palmas, empezamos a organizar un banco comunitario a partir de 2016. Nos dimos cuenta de que el dinero, las finanzas, debían tratarse de otra manera. El banco comunitario ayuda a transformar el territorio. En Porto Alegre  dibujamos un mapa con todos los actores de la comunidad. Negociamos con los negocios para ver si harían un descuento en la zona y muchas aceptaron descuentos del 5% al 10% se comprabas con la moneda social. Un justo equivale a un real, pero si compras un medicamento en justos y sale un 10% más barato, ganas si utilizas la moneda social. 

¿Prestan dinero para iniciar negocios?
Sí. Tras encuestar a 4.000 residentes en Porto Alegre, empezamos a dar pequeños préstamos para que la gente pudiera poner en marcha una nueva iniciativa económica, en cuidados, limpieza, albañilería, transporte, producir y transformar alimentos... o para comprar comida.

¿Préstamos para comprar comida?
Sí, en este momento. Pero si das un préstamo para comprar comida a quien no le llega para comprarla, ¿qué va a hacer con el dinero el mes siguiente? ¿Comprar comida o a devolver el préstamo? Nos dimos cuenta de que los préstamos debían dirigirse a promover iniciativas económicas o realizar reformas esenciales en las casas, pues algunas no tenían ni cuarto de baño, o había que cambiar una puerta, o el suelo. Y, en paralelo, buscar apoyo para proporcionar alimentos a la gente. Lo más importante, en realidad, es que la gente no pase hambre

La ropa ecológica suele ser más cara.
Encargamos estudios y concluyeron que el comercio justo de Justa Trama ofrece la ropa ecológica al precio más bajo del mercado. Piense: ¿cómo es posible pagar a todo el mundo de forma justa y a la vez tener el precio más bajo del mercado?

Pues da que pensar. ¿Y es replicable?
Sería importante crear cadenas en todos los ámbitos, porque vivimos en un sistema en el que las personas son simples piezas de producción, carecen de valor. En una cooperativa, toda tu vida toma otra dimensión: allí empiezas a entender la fuerza de lo colectivo. Por ejemplo, podemos replicar la cadena en el calzado. 

¿Cómo encara el debate del greenwashing en la moda sostenible?
Siempre nos incomodó tener que pagar por tener un certificado que diga que lo que hacemos está bien. Ahora apostamos por una certificación participativa. Es un modelo reconocido oficialmente en Brasil, con vigilancia y seguimiento de todos los actores, incluidos los agricultores. Sabemos que gran parte de la contaminación del mundo procede de la industria textil, así que poder fabricar ropa sin tintes es muy importante. Además, trabajamos con colores naturales. Y quienes compran nuestros productos sienten que contribuyen a proteger el medio ambiente.

¿Tienen presupuestos participativos?
Para nuestra cooperativa fue esencial trabajar con presupuestos participativos. La zona carecía de infraestructuras: las calles no tenían aceras ni saneamiento básico. Cada año se realizaba un proyecto de construcción en cada barrio. Discutir conjuntamente es clave. En Porto Alegre se llegó a discutir participativamente el 18% del presupuesto.

Así que su proyecto actúa tanto contra la exclusión social como a favor de la sostenibilidad ambiental...
Es que son los dos grandes problemas a los que se enfrenta Brasil: pobreza y medioambiente. Cultivamos sin envenenar la tierra. Intentamos generar pocos residuos, aprovechando hasta el último retal de tela. Tenemos paneles solares. Y depósitos de agua para recoger y utilizar el agua de lluvia. A la vez, si puedes hacer una prenda de calidad sin explotarnos unos a otros, estupendo.

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Nelsa Nespolo

¿Quién es?

Nelsa Inês Fabian Nespolo (Flores da Cunha, Rio Grande do Sul, Brasil) es costurera de profesión y luchadora de vocación. En 1996 creó la cooperativa de costureras Univens. En 2004 cofundó la Central de Cooperativas y Emprendimientos de la Economía Solidaria Unisol Brasil. Un año después, junto a otras cooperativas, cofundó la cadena de producción solidaria de textil sostenible Justa Trama. Desde 2016 promovió la creación del banco comunitario Justa Troca. Hoy trabaja en lanzar otras dos entidades de esta naturaleza, que transforman vidas.